Ella era fea

Capítulo 56: No volverá a suceder

Keidys estaba frente a varias cámaras de televisión, Josef estaba a su lado explicando una pregunta que le había hecho la periodista. Aunque había grandes sonrisas ella sentía que faltaba algo. Por un lado sabía que estaba bien todo lo que hacía,  de esa manera podría dispersar los rumores y así apagar el escándalo.  Pero al ver a Josef hablando y de cierta manera mintiendo para que todo quedara perfecto... se dio cuenta que su noviazgo parecía falso, muy superficial.

Al ya terminarse la entrevista y quedarse los dos solos la joven se veía algo confundida:

—¿Qué sucede? —inquirió Josef sentándose a su lado en la sala.

—¿Cuántos meses llevamos de novios? —preguntó ella sin dejar de mirar una mesa pequeña de cristal que estaba a su lado.

—Ocho meses.

—Josef... —llevó su mirada hasta el rostro del muchacho—. ¿Por qué mentiste mientras te hacían la entrevista? 

—Bueno. La forma en que nos conocimos no fue del todo buena, tampoco podía decir que al principio mi abuelo no te quería, o que primero fui novio de tu mejor amiga. Eso solo haría más escandaloso el momento. 

—Josef tú nunca hablas de ti. Nunca me has contado el por qué renunciaste a estudiar medicina.  Nunca me has hablado sobre tus problemas, yo siempre soy la que abro las conversaciones entre los dos. Muy poco dejas que yo te visite, siempre eres tú el que va a mi casa y cuando lo haces esquivas temas de tu vida íntima. 

—¿A qué viene todo esto Keidys?  —Josef se escuchaba molesto.

—Es que me di cuenta que es por eso que no discutimos, ¿de qué vamos a discutir si no nos envolvemos en los problemas del otro? —Keidys se levantó del mueble y empezó a dar vueltas por la sala—, me enteré de la muerte de tu padre por un tercero, nunca me has contado nada.

—¿Tomás te contó sobre la muerte de mi padre?

—Sí, ¿hay algún problema en eso? —Keidys puso sus manos en su cintura y encaró a su novio.

—Es algo de lo que no me gusta hablar. Keidys, yo te cuento lo necesario, no hace falta que hable sobre este tipo de cosas...

—Claro que sí, estamos en una relación, se supone que tenemos una confianza para contarnos las cosas ¿por qué no puedes hacerlo?

—Por favor, Keidys, yo te cuento mis cosas, solo que no tengo mucho que contar —los dos se miraron fijamente mientras un gran silencio los atrapaba—. Bueno, no me gusta hacerlo —se levantó del mueble exasperado.

—¿Ves? Ahí está el problema, esquivas todo.

—Así soy. Lo siento, pero yo no voy a cambiar mi forma de ser, no siento que tenga que contar todo para que nuestra relación funcione, hemos estado bien por ocho meses y todo marchaba bien. Hasta ahora. Pero es por tu culpa, te enojas por algo tan insignificante. 

Los ojos de Keidys se inundaron de lágrimas:

—Así que te parece algo insignificante —soltó en un hilo de voz.

—Claro. Sólo mira hasta donde hemos llegado con esto. Se supone que ahora soy yo el malo porque vas a llorar —puso sus manos en su cintura—. Amor, no necesitamos llegar a este nivel, por favor, yo te tengo confianza. 

—¡Demuéstrame entonces que me tienes confianza! —gritó la joven. 

—¡Tú eres quien no la tiene!  —volvió a reinar el silencio, pero uno lleno de tensión. El rostro de Keidys se veía confundido—. No me querías contar que te ibas a regresar con tu tía y mucho menos que ella había vuelto a buscarte.  Además... mira que reclamarme por no contarte mi pasado... eso demuestra que no me tienes confianza, en lo absoluto. 

—Eso no es cierto Josef. Yo te tengo confianza. Estoy enamorada de ti y quiero un futuro a tu lado, sólo que me había dado cuenta que nuestra relación era tan superficial, que estás pasando por momentos difíciles y nunca hablas con alguien, lo enfrentas todo tú solo, —Keidys dejó salir un suspiro— Josef, yo soy tu novia, estoy aquí para apoyarte en todo. Solo quiero que entiendas eso.

A Josef se le hizo un nudo en la garganta, sus sentimientos se revolvieron en ese instante, no quería estar allí; no mostrar su parte más sensible a su novia.

—Olvídalo ya ¿quieres? No voy a volver a tener esta conversación dos veces —se marchó de la sala.

Keidys quedó reducida al sonido que hacía la puerta que daba a la calle al cerrarse. ¿Qué había hecho mal?, ella sólo quería ayudar a Josef, pero nunca creyó que empeoraría las cosas entre ellos dos. No iba a dejar que todo quedara así,  necesitaba tener una relación real, una llena de confianza y sinceridad con él, una de verdad, no aquella tan superficial que tenían.

Josef se fue a la casa de Tomás, siempre que tenía un problema se refugiaba en el cuarto de su amigo, así como Tomás también lo hacía en situaciones como esa:

—¿No me vas a contar lo que te sucedió? —preguntó Tomás sentado en un extremo de la cama.

—Discutí con Keidys —respondió el muchacho.

—¿Y eso?, es muy raro en ustedes.

—Bueno, siempre hay una primera vez y en algo tú tienes culpa.

—¿Yo? —Tomás se acomodó en su puesto— ¿Qué hice ahora?




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