Ella era fea

Capítulo 62: El camino del destino

Cuando el auto en el que iba Keidys pasó por el parque vio que ella estaba hablando con Tomás:

—No es más idiota porque no puede —masculló Keidys llenándose de una gran impotencia, quería bajarse y gritarle las verdades en su cara, ya saben, lo que hace toda buena amiga.

Tomás estaba sentado al lado de Alejandra, estaba bebiendo el poco de agua que había en el pote:

—¿Desde cuándo eres novio de Gera? —preguntó Alejandra.

—No somos novios, solo que ella y yo… Bueno, somos bastante cercanos, pero no somos nada y nunca ha pasado algo —explicó Tomás.

—Yo creía que tenían algo —dijo casi en susurro Alejandra.

—Oye, Gabriel es una buena persona ¿por qué no lo aceptas? —Tomás hizo descansar sus brazos en el espaldar de la banca, dejaba llevar su mirada por todo el parque.

—Gabriel es un buen amigo, pero no lo veo como algo más.

—Eso no es cierto, he visto como lo miras, te encanta estar a su lado, él es como ese chico que pintaste en tu libro ¿cómo era que se llamaba? ¿La fea revoluciona?

—La revolución de la fea —contestó Alejandra.

—Bueno, él es algo así como él, hasta toma fotos como ese chico, solo le cambias mi nombre por el de él y queda listo —dijo Tomás.

—Él no se parece en nada al chico de mi libro, no hace ejercicio —explicó la joven. ¿Cómo le decía a Tomás que el chico de su libro era él y ella era la protagonista? La historia tenía el final que ella siempre quiso para su vida junto a él.

—Alejandra, Gabriel es el chico que tú necesitas, así que dejar esa idea de estar a mi lado, sabes que eso nunca va a pasar. Una vez me lo gritaste, ¿qué pasó con esa fuerza de voluntad que tenías?

—¿Quién te dijo que yo quiero estar contigo?

—Eso me estás demostrando —se miraron fijamente.

—Yo no siento nada por ti, el que haya puesto tu nombre en mi libro en aquel tiempo no dice nada ahora, solo es un libro —explicó Alejandra.

—¿Ya no me amas? —preguntó Tomás. La joven hizo mala cara.

—Claro que no, ni sé qué te vi en ese tiempo. Estaba loca.

—Pero así te gusté.

—Estaba loca, de verdad.

Tomás soltó una carcajada.

—Mira que decir eso ahora, nunca creí que saliera de tu boca.

—Ya cállate —soltó Alejandra rabiosa.

—Gabriel supo hacer muy bien su trabajo.

Alejandra quedó pensativa, a su mente llegaron todos los días que Gabriel la hizo reír y pasó tardes a su lado. ¿Qué sentía ella por Gabriel? ¿En realidad solo lo veía como un amigo?

Llegó a su casa y se puso en el computador, allí estaba la portada del libro que Gabriel le había diseñado a su historia, buscó en la galería un vídeo qué él le había hecho:

—Señorita Alejandra ¿podría hacernos un relato del libro que acabó de escribir? —se escuchó la voz de Gabriel mientras la filmaba.

Ella dejó salir una pequeña sonrisa y se acomodó en la banca del parque:

—Trata de una niña que conoce al amor de su vida, pero el problema es que ella era solo una niña de trece años, él estaba a punto de graduarse, sería imposible que su amor floreciera. Además, que ella no se sabía arreglar y tenía su vida hecha un desastre, pero al pasar el tiempo se convirtió en una hermosa chica dispuesta a conquistarlo —Alejandra no sabía que más decir.

—Su libro es muy interesante.

—Ya, puedes reírte, esa narración no salió nada bien.

Alejandra apagó el computador y vio el portarretratos que estaba en el escritorio del computador, era una foto donde estaba ella encima de la espalda de Gabriel, recordó ese día, había sido uno muy especial, Gabriel la había invitado a una feria que había en la playa. Tomó el portarretratos en sus manos y sacó la foto “gracias por los momentos a tu lado” decía detrás de la foto. Gabriel solía poner ese tipo de mensajes detrás de las fotos.

¿Qué sentía por Gabriel? Sabía que él la quería más que una amiga, se lo dijo, pero ¿y ella qué debía decirle?

Llegó el lunes, el día comenzó como cualquiera, Keidys salió de su casa con la noticia de que todos ya habían visto la entrevista que ella hizo junto a Josef. Era oficial, ya todos sabían sobre su relación, aunque sus fans lo recibieron de buena manera.

Al bajarse del auto todos pusieron sus ojos en ella, Josef se acercó y la tomó de una mano:

—Buenos días —la saludó.

—Buenos días —le mostró una sonrisa.

Se adentraron en el colegio e ignoraron las miradas de todos, en el instituto ya  todos sospechaban de su relación, era más que evidente, pero el verlo en las noticias fue algo impactante.

—¿Cuándo salgas del colegio te irás a trabajar? —preguntó Keidys.

—Sí, mi abuelo mi irá a recoger —respondió Josef.

—¿Puedes llamarme en cuando regreses a tu casa? —inquirió Keidys.




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