Ella era fea

Capítulo 66: Camino de espadas

Alejandra quedó observando los ojos de Gabriel, cada vez le gustaban más.

—Sí —Alejandra empezó a levantarse, sintió que su espalda le dolía horrible.

—Te golpeaste fuerte ¿verdad? —Gabriel la ayudó a levantarse.

—No… Estoy bien —hizo que no le dolía nada, pero al caminar cojeaba por el dolor y Gabriel de lejos podía verlo.

—¿Segura que estás bien? —inquirió caminando a su lado—, puedo ayudarte.

—Tranquilo, estoy bien —agitó una de sus manos en signo que lo dejara así.

—¿Por qué me estás ignorando?, ¿tan malo fue el que te besara? —preguntó Gabriel, estaba cansado de esa situación.

—Déjalo así Gabriel, ahora no quiero hablar de eso —pidió. Sentía que el dolor en su espalda y esa incómoda conversación eran de lo peor.

—Es que no puedo soportar esta incertidumbre de saber si estoy siendo solo un estorbo o si debo esperarte. No sé qué hacer —vio que Alejandra se iba a ir, la retuvo tomándola de un brazo.

—Es mejor que dejemos esto así, déjame ir —pidió Alejandra. La mandíbula de Gabriel empezó a temblar.

—Bien —soltó el brazo de Alejandra, tenía un gran dolor ahogando su pecho. Pero aquella chica que tanto daño le estaba haciendo no lo comprendía.  

Gabriel quedó reducido en una banca del parque observando a unos niños jugar en un charco de agua. Respiró profundo para no dejar salir las lágrimas, él en realidad quería tener algo con Alejandra y le dolía horrible su rechazo.

Llegó a su casa y vio a su hermana haciendo ejercicio en el patio, eso era muy extraño. Por un momento le pareció que todos estaban tan metidos en su vida y que él quedaba hecho en segundo plano. Entró a su cuarto y vio a su perro dormir sobre su cama:

—Hasta tú me ignoras —soltó Gabriel mientras se sentaba en la silla de su computador de mesa.

Alejandra soltó un grito mientras su tía le hacía un masaje en la espalda:

—Con amor tía… —suplicó.

Cuando se quedó en el cuarto sola recordó el rostro triste de Gabriel “estaba tan pendiente de mi dolor de espalda que le dije lo primero que llegó a mi mente” pensó mientras se acomodaba con dolor entre las cobijas.  Llevó su mirada hasta la foto de ellos dos y dejó salir una sonrisa cuando por su mente apareció el recuerdo de aquel beso.

—Creo que sí me gusta un poco —soltó y sus mejillas se ruborizaron.

 

Keidys estaba con Josef sentado en una banca al fondo del colegio:

—Lo que te voy a contar es un poco complicado Keidys. Te prometí que no te ocultaría nada de ahora en adelante, pero espero que por favor guardes la calma y me apoyes en todo ¿sí? —Josef recostó sus codos sobre sus rodillas mientras su mirada estaba clavada en sus zapatos colegiales.

—Claro que te voy a apoyar Josef. Siempre estaré a tu lado y… entiendo que por lo que estás pasando es muy complicado, no te preocupes, estaré bien —llevó una de sus manos a la espalda de Josef e hizo pequeños y lentos masajes circulares en su espalda.

—Lo que sucede es que hoy se destapó las jugadas sucias que se hacían en la empresa y varios trabajadores fueron arrestados. Las empresas de mi abuelo fueron intervenidas… Es un tema que no entenderías si te lo explicara. La cuestión es que hay alguien que me amenazó con matarte, no lo dijo directamente, pero entendí su mensaje claramente —Josef hizo una pausa, estaba muy preocupado, trató de no demostrarlo en clases, aunque no pudo prestar atención a nada, su mente estaba siendo consumida por el estrés de aquella situación.

—Entiendo. Tranquilo, no me va a pasar nada Josef —abrazó su espalda— no pasará nada.

—Tengo miedo de que ese hombre mate a alguien de mi familia, o que te haga algo —cerró sus ojos.

—Por eso debes hacer que lo encierren, es la única manera de estar a salvo —dijo Keidys. Josef se repuso y la observó fijamente.

—Eso es lo que voy a hacer. Lo bueno es que mi abuelo sabe todo ahora y aunque lo niega él también sospecha de que aquel hombre es el que mató a mi padre —explicó Josef.

—¿Y qué piensan hacer?

—Hacerlo declarar que sí fue él.

—¿Y cómo?

—Voy a enfrentarlo, lo atosigaré hasta el punto que su mente pierda toda claridad e intente matarme, pero al momento en que lo haga entrará la policía y lo arrestará. Tendré toda la conversación grabada donde declara que fue él quien lo asesinó.

Aquellas palabras estremecieron el cuerpo de Keidys. Lo que Josef iba a intentar hacer era muy peligroso, por más que le haya dicho que lo apoyaría en todo ella no quería que hiciera eso. Su mandíbula empezó a temblar, el miedo la empezaba a consumir:

—Prometo que voy a seguir a tu lado Keidys. No me sucederá nada, voy a graduarme contigo, lo prometo —la abrazó. Keidys quería soltar el llanto, aunque si lo hacía haría que Josef se sintiera mal, debía ser fuerte.

Salieron del colegio y por un momento al joven le dio la ligera impresión de que eran vigilados. No quiso decirle nada a Keidys, la pobre ya estaba muy nerviosa como para alterarla más:




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