Ella era fea

Capítulo 70: Quédate conmigo

Todos miraban con mucha intriga al doctor, su rostro se veía demacrado después de las horas extenuantes en el quirófano:

—Josef está estable, se está recuperando satisfactoriamente. Ahora está dormido. Les recomiendo que se tranquilicen, descansen y mañana…
—quedó pensativo por un corto momento donde se dio cuenta que ya era de madrugada—, bueno, dentro de unas horas podrán verlo.

Todos dejaron salir un suspiro de alivio:

—Muchas gracias doctor —soltó el señor Sandoval.

Keidys sintió que su alma volvió a su cuerpo:

—Gracias Dios —musitó. Recostó su cabeza en el pecho de Alejandra.

 

Tomás estaba en la sala de espera tomando un café mientras en el televisor que estaba colgado en una pared pasaban la noticia sobre lo ocurrido esa noche con Josef. Ya era de mañana, los primeros rayos de sol aparecían delicadamente y se colaban algunos por la puerta de vidrio corrediza:

—Acabaron de decir que Josef despertó, su abuelo entró a verlo, después seguirá su abuela, me imagino que su madre —dijo Alejandra sentándose a su lado.

—Su mamá está en observación, la pobre ayer recibió noticias muy malas y eso le produjo una recaída en su salud —explicó Tomás.

—Pero cuando despierte querrá ver a su hijo. Keidys ahorita entrará a verlo. Qué alivio que Josef esté bien —soltó Alejandra con calma. Tenía grandes ojeras, se notaba que la había pasado mal. Aunque Tomás también se le veía un rostro demacrado.

—Él es fuerte, no se dejaría vencer tan fácilmente y más ahora que podrá ver tras las rejas al responsable de la muerte de su padre. Por fin podrá estar tranquilo —explicó Tomás mientras desplegaba una sonrisa.

—Me gusta la amistad que ustedes tienen. Desde siempre han estado juntos y se cuidan mutuamente, es difícil encontrar una amistad así —expresó Alejandra con entera sinceridad.

—Bueno… Tú tienes a Keidys, las dos son muy amigas. Cuando yo las vi ese día juntas creí que era la hipocresía más grande que había visto. Pensé que pronto serían archienemigas, pero al pasar de los días ustedes se ayudaban, se divertían y pronto se volvieron inseparables. Esa también es una linda amistad, aunque comenzó de un modo muy raro, pero se nota que se quieren mucho.

—Bueno… Considero a Keidys mi mejor amiga, ella me ha ayudado a vencer muchos miedos y parece mi segunda madre dándome consejos y cuidándome de mis propias torpezas, es una gran amiga. Pero pronto se irá lejos y pues… —el rostro de la joven se tornó muy triste—, es cierto eso de que las personas son momentáneas.

—Oye no digas eso —regañó Tomás— Keidys no se va a olvidar de ti. Ella a veces es descabellada, pero tampoco hasta allá. Keidys habla de ti como su mejor amiga y tú también lo haces, ¿Cómo van a dejar que algo así termine por la distancia?

—No estoy diciendo que vaya a acabar —reprochó Alejandra.

—Claro que sí, dijiste que las personas son momentáneas, eso significa que piensas que Keidys solo estará en tu vida por un tiempo.

—Bueno…

—Ay Alejandra, por pensamientos como esos es que alejas a todos de tu lado.

Alejandra lo observó fijamente:

—¿Estás enamorado de Gera? ¿Te gusta Gera? —inquirió.

—¿Qué?, claro que no ¿a qué viene eso ahora? —el rostro de Tomás se veía confundido.

—¿Son novios?

—Claro que no, solo somos amigos ¿por qué me preguntas eso?

—Parecen algo más.

—Tú también pareces novia de Gabriel y yo no te interrogo de esa manera.

—Gabriel y yo no somos nada, solo lo veo como amigo. Bueno… me siento confundida, me da miedo estar perdiendo algo valioso, pero… —el rostro de Alejandra se veía muy mal…

—Alejandra, ¿qué es lo que quieres en tu vida? —preguntó Tomás sintiendo un poco de lástima por la muchacha, debía estar en una situación difícil y más que por lo bien que la conocía más insegura no podía estar.

—No lo sé. No me entiendo ahora —se levantó de la banca.

—¿A dónde vas?

—Voy al baño un momento —dijo mientras se alejaba de donde estaba Tomás sentado.

Alejandra roció agua en su rostro y se miró en el espejo del baño, tenía grandes ojeras y un gran rostro de sueño. Aunque eso no era lo que importaba, ella lo que quería era aclarar su mente, pero parecía que sería imposible hacerlo.

 

Keidys entró al cuarto y vio que Josef yacía en la cama neutra bastante pálido y con aparatos extraños pegados a su cuerpo. No le gustaba verlo así, no parecía el chico nerd el cual le gustaba comer chocolate después de un día largo de estudio:

—Josef… —soltó en un hilo de voz.

El joven llevó su mirada hasta el marco de la puerta. Se veía cansado, su noche no fue la mejor:

—Amor… —Keidys se acercó a él rápidamente y con bastante cuidado le dio un abrazo.

—Perdón, debiste estar muy asustada —dijo Josef, su voz estaba bastante maltratada.




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