Ella era fea

Capítulo 71: Lágrimas

Cuando Alejandra quiso ver ya estaba en el auto al lado de Gabriel. Lo que ella más temía había pasado, su amistad se destrozó y parecía que ya no tenía remedio. No había tema de conversación, tampoco era capaz de mirarlo.

—Alejandra ¿por qué te comportas así conmigo? —preguntó Gabriel.

—¿Qué? —Alejandra volteó a verlo. No sabía qué contestar—, bueno… sabes que está pasando esto con Josef.

—Eso no es excusa.

—Bueno Gabriel, no sé cómo explicarlo, es que pues…

—Bien, ya entendí.

Alejandra le pareció que ese “bien” decía mucho, tanto que le asustó. Se bajó del auto y entró a su casa.

Después de bañarse y dormir un poco bajó a comer algo, su tía no dejaba de preguntar y hablar sobre lo ocurrido. Aunque le preocupaba lo que pasaba con Josef no dejaba de pensar en Gabriel. Sentía que inconscientemente se alejaba de él al tener en claro los sentimientos de su amigo, seguía con la idea de su amor hacia Tomás y eso la dejaba indecisa; pero al ver que todos sus amigos tenían muy en claro lo que querían le daba la impresión de que ella quedaba atrás, sin saber qué hacer con su futuro.

Al llegar al hospital vio los muchos periodistas que estaban atentos a una entrevista que daba el señor Sandoval. Se escurrió entre las personas y al llegar al pasillo donde estaba el cuarto de Josef vio que había policías en el lugar. Como Josef despertó estaban tomando su declaración.

Le sorprendía todo eso, nunca creyó que su amigo hiciera algo tan arriesgado como el enfrentar a unas personas tan peligrosas. Vio que Keidys se acercaba a ella y no de muy buena manera.

—Tú y yo tenemos que hablar —le dijo. Se alejaron de todos los allí presentes, se sentaron en una mesa de la cafetería donde solo había unas pocas personas.

—¿Qué sucede? —preguntó Alejandra.

—Es sobre Gabriel, ¿qué te está sucediendo? —contestó Keidys, se veía molesta—, ¿por qué estás jugando con sus sentimientos?

—¿A qué viene todo esto Keidys?

—No había tenido tiempo para hablar contigo, pero en realidad no me gusta para nada lo que haces Alejandra, el pobre chico está ahí detrás de ti y tú lo único que haces es mirar a Tomás, alguien que te ha tratado tan mal y que encima de eso parece que le gusta otra chica. ¿Qué te sucede Alejandra?

—A ver Keidys, entiendo que estés así porque Gabriel es un gran amigo tuyo. Pero yo no puedo hacer nada, no me gusta Gabriel, solo lo veo como un amigo y ya, el problema es que él no quiere que seamos amigos, si es así lo único que puedo hacer es dejar de ser su amiga. Además, no es tan fácil dejar de amar a alguien, si fuera por mí desde hace mucho me hubiera olvidado de Tomás, pero se me hace imposible, sé que él ha sido muy malo conmigo, que ha jugado con mis sentimientos, pero debes entenderme, no es fácil para mí —explicó Alejandra.

—¿Entonces por qué no le explicas eso a Gabriel?, solo te pido que seas clara con él y le digas que ustedes no pueden tener algo. Por favor, el pobre lo tienes mal con todas tus inseguridades, decídete por una buena vez ¿quieres? —Keidys se levantó de la silla—, debes dejar de ser tan infantil por una vez en tu vida Alejandra, ya no eres una niña.

Keidys salió de la cafetería dejando a Alejandra sola y con un gran nudo en la garganta:

—Es que no es fácil —soltó, tenía muchas ganas de llorar.

Alejandra salió de la cafetería y encontró en una esquina a Keidys hablando con su suegra y un doctor. Al parecer le daba unas instrucciones a Keidys para el cuidado de la señora. De otro lado estaba Tomás hablando con el señor Sandoval y un policía que escribía algo en una libreta.

Vio en el fondo a Mateo hablando con Gera y Claudia, ellos voltearon a verla “ay no, más problemas” pensó Alejandra. Ellos se acercaron y Mateo se veía muy enfadado:

—¿Dónde está Gabriel? —preguntó Mateo—, ¿ahora qué hiciste?

—¿De qué estás hablando? —inquirió Alejandra.

—Se suponía que Gabriel estaría contigo, pero no lo hemos visto más. Mi mamá está preguntando por él, mi hermano llegó y se suponía que se verían después de llevarte a tu casa —explicó Gera.

—Bueno… él me dejó en mi casa, no sé a dónde habrá ido, no hablamos mucho en el carro —explicó Alejandra.

—Gabriel no es de los que se va a algún lugar sin decirme —dijo Gera preocupada.

—Tal vez se le olvidó avisar —dijo Claudia—, además, ¿Alejandra qué tiene que ver con eso? No es como que tenga la culpa de las decisiones que tome Gabriel.

—Depende, con las cosas que dice ella. Además, lo trató más mal antes de que se fueran. ¿Tú por qué eres tan grosera con él? —dijo Mateo cruzándose de brazos.

—¿Qué le dijiste a mi hermano antes de bajarte del carro? —preguntó Gera.

—Nada —dijo Alejandra.

Todos se quedaron hablando sobre dónde estaría Gabriel, Alejandra salió del hospital casi que con las lágrimas afuera. Caminó sin rumbo exacto, escuchó un trueno, alzó su mirada hasta el cielo y las gotas de lluvia empezaron a caer sobre su rostro.

“Me había planchado el cabello” pensó. No le importó y siguió caminando, dejó salir el llanto, no sabía a dónde ir, lo malo de tener un grupo de amigo es que cuando todos se enojan por ti no tienes a dónde ir. Alejandra no tenía a nadie, estaba empapada y tenía rabia con el mundo entero ¿por qué siempre hacía las cosas mal?




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