Ella era fea

Capítulo 74: Sonrisas nostálgicas

—Nada, solo que ya no estamos peleados —respondió Alejandra.

—No me habías contado nada —soltó Keidys un poco enfadada.

—Tenías muchos problemas por lo que estaba pasando Josef, no quería incomodarte con los míos —explicó Alejandra.

—Bueno, en fin, ¿qué te dijo Gabriel? —preguntó Gera.

—Me dijo que sí, cuando acabe la sesión de fotos vendrá —respondió Alejandra bastante sonriente.

—Bueno, vamos a decirle a los demás —propuso Keidys emocionada.

A Mateo lo mandaron a comprar la comida mientras las chicas estaban en la casa de Josef quien estaba durmiendo en ese momento y Keidys lo despertó. Gera fue a buscar a Tomás a su casa quien terminaba de cambiarle el pañal a su hermanito:

—Qué olor… —Gera se tapó la nariz y salió corriendo del cuarto.

Cuando todos llegaron empezaron a pelear por la película que verían en la sala de estar, el enfermero ayudó a Josef a bajar las escaleras. Todos lo estaban esperando con un sillón listo en la sala.

—Dejemos que Josef escoja la película —sugirió Tomás.

—Sí, Josef escoge la película que quieres ver —pidió Mateo.

—Pero a ustedes no les gusta las películas de terror —dijo Josef desplegando una sonrisa, se sentó en el sillón—, saben que escogeré de ese género.

—Entonces que la escoja Keidys —dijo Gera al ver que pondrían el género que más odiaba.

—Yo también veo de terror —Keidys soltó una sonrisa un tanto penosa.

—Así que son una pareja de psicópatas —se burló Gera.

—Yo la escojo, me gusta la comedia —dijo Alejandra.

En aquel momento entró Gabriel y saludó al grupo. Ese día vieron películas y comieron bastante mientras contaban anécdotas que habían tenido cuando pequeños mientras estaban todos sentados en la sala:

—Cuando vivía con mi tía me gustaba los fines de semana ir a una finca que tienen a las afuera de la ciudad y montarme en un caballo blanco y subir unas pequeñas montañas que hay cerca, desde allí se puede ver el mar que siempre está furioso y las olas son fuertes. De alguna manera siempre me recordó a una película que vi cuando tenía cuatro años en el cine con Santiago. Mi hermano le encantaba ir a cine, por eso mis padres nos llevaban cuando salían del trabajo. Me gustaba quedarme en aquella montaña viendo el mar porque me recordaba esa película y de cierta manera me hacía pensar en mi hermano mayor —contó Keidys con mucha nostalgia—, tienen que visitar ese lugar alguna vez conmigo.

—Tiene que ser una linda panorámica —dijo Gera—. Ese tipo de lugares me hace acordar a la casa donde antes vivíamos, era cerca de una playa que todo el tiempo estaba nublada, con olas grandes y nunca pude bañarme en ella, una vez traté y casi me mato —soltó una carcajada.

—Ella estaba loca —refunfuñó Gabriel y todos soltaron una carcajada—. En serio, cuando miré por el balcón la vi caminando hacia la playa, le grité a Eduar, mi hermano, que Gera intentaba suicidarse porque en realidad parecía que quería hacerlo. Después la loca nos dijo que quería nadar en el mar. Mis padres se enteraron de eso y les dio tanto miedo que vendieron la casa. Era un lugar muy delicioso, tranquilo y por culpa de ella tuvimos que vender la casa en la playa —parecía que Gabriel aún no lo superaba.

—Gera siempre haces ese tipo de locuras —se burló Tomás.

—Ay que experimentar —explicó Gera.

—Hablando de locuras yo recuerdo que cuando tenía diez años Tomás se comió veinte salchichas. En realidad, se las comió, pero después lo tuvieron que llevar a la clínica —contó Alejandra y soltó la carcajada.

—Aunque Josef me acompañó —dijo Tomás.

—¿Y eso? —preguntó Keidys.

—Se comió quince huevos cocidos —respondió Tomas— ¡ah…! Y Mateo se comió veinte huevos fritos.

—Querían morirse —Gabriel soltó la carcajada.

—¿Por qué hicieron eso? —preguntó Claudia.

—Mira, esa tarde no teníamos nada que hacer —empezó a contar Josef mientras desplegaba una gran sonrisa—. Estábamos viendo un vídeo en donde estaban cocinando y pues nos dio hambre, estábamos en la casa de Tomás y no había nadie, queríamos comer algo delicioso y a mí me gusta mucho el huevo cocido, a Tomás las salchichas fritas y a Mateo pues… A Mateo los huevos fritos. Entonces se nos ocurrió la “gran idea” de comer todo lo que quisiéramos ¿por qué lo hicimos? Ni idea, pero simplemente lo hicimos, a la media hora ya estábamos bastante enfermos y corrimos a la casa de Alejandra para pedir ayuda, yo tenía la cara verde y el estómago grande, me comí quince huevos cocidos, estaba bastante pendejo ese día. Todos estábamos bastante locos para hacer eso —soltó una gran carcajada, todos no podían dejar de reírse.

—Yo una vez hice una locura de la cual aún me acuerdo —dijo Claudia, parecía que le apenaba bastante lo que contaría—, una vez me fui al colegio sin ropa interior.

—¿Qué? —inquirieron todos bastante pasmados con lo que dijo la muchacha.

—¿Por qué hiciste eso? —preguntó Keidys.

—Había visto un anime donde la chica se fue sin ropa interior al colegio y yo quise hacer lo mismo, tenía trece años, me creía otaku. Admito que fue una locura total, y más cuando me tropecé en el pasillo y se me alzó la falda —el rostro de Claudia se volvió bastante rojo.




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