Ella era fea

Capítulo 78: Carta de confesiones

Keidys estaba sobre su cama leyendo una revista y Alejandra estaba a su lado bastante pensativa, demasiado podría decir, a Keidys le extrañó que no estuviera hablando sobre su rutina o libros como siempre. Llevó sus ojos hasta ella y se sorprendió al ver que sus mejillas estaban acaloradas:

—¿Qué sucede? —preguntó.

—Ay, Keidys… Amiga… Me siento tan rara, estoy tan confundida —respondió. Llevó su mirada hasta ella—, hoy estaba con Gabriel en su biblioteca y pues… en un momento inesperado nos besamos.

—Oh… Se besaron… —Keidys empezó a emocionarse. Amaba la pareja que ellos hacían.

—Sí, estuvimos por un tiempo besándonos ahí, él me recostó a la estantería y hasta por un momento me besó el cuello —recordó el momento cuando entre la adrenalina Gabriel le dio un beso a su cuello, pero no uno lleno de morbo, fue más como cariñoso.

—Wao… Un beso en una librería, recostada en una estantería, los dos solos. Gabriel sí que sabe escoger los momentos —Keidys estaba más que sorprendida.

—La cosa es que me siento tan agitada, no sé cómo explicar lo que me siento ahora, es como… una confusión, él se va a ir mañana y yo… Quedarme con esta sensación… —inclinó su mirada y sentía que su mente quería explotar con tantos pensamientos cruzados.

—Pero tú no sientes nada por él, dijiste que querías olvidar a Tomás ¿no?

Alejandra quedó bastante distante, se fundió con sus pensamientos tratando de encontrar la respuesta.

—Bueno… Gabriel siempre ha sido tan linda persona y le tomé mucho, pero mucho cariño cuando lo vi llorar en el auto mientras llovía. Después me quedé con la cabeza recostada a su pecho. Él es tan cálido —dijo. Su corazón palpitó fuertemente en ese momento.

—Ah… La vez que lloró porque nos holló hablar en el hospital. Tú sí que lo has hecho sufrir, eso no es justo. Pero, en fin, veo que has cambiado mucho con él —dijo Keidys.

—Bueno… Él se va a ir mañana —los ojos de Alejandra se llenaron de lágrimas.

—Sí, su hermano vino a buscarlo, es un hecho que se irá a vivir con él. Todo ya está organizado, va a estudiar en una universidad allá… Toda su vida se organizó para que viva lejos de aquí —explicó Keidys—. Aunque él una vez me había dicho que se sentía tan a gusto aquí y que quería quedarse. Después todo le empezó a salir tan mal, estaba tan triste que empezó a organizar todo para irse, yo le ayudé, hablé con sus padres y aunque ellos se opusieron por unos días después dieron el sí y bueno, mañana su vuelo sale a las ocho de la mañana.

—Lo sé. Lo sé —Alejandra soltó el llanto. A Keidys le sorprendió ver como lloraba, era bastante fuerte—, se va a ir y yo, y yo, fui una tonta…

Keidys abrazó a su amiga, se dio cuenta de su error muy tarde:

—Ay, amiga… Ya no se puede hacer nada. Lo siento —le dijo.

—Lo sé… Yo tuve mi oportunidad ahí y… la dejé ir, la dejé ir Keidys…

 

Gabriel estaba terminando de empacar las últimas cosas, la maleta estaba reposando sobre su cama, terminó de cerrarla y después miró su cuarto que ahora estaba con algunos rinconeros vacíos donde antes había fotos, libros y una colección grande de CD. Dejó salir un suspiro y puso sus manos en su cintura:

—¿Ya estás listo Gabriel? —preguntó Eduar (su hermano) en el marco de la puerta.

—Sí, ya está todo empacado, espero que no se me quede nada. En fin, se nos va el avión —Gabriel tomó la maleta y salió del cuarto, Eduar le dio una palmada sobre uno de sus hombros.

Bajaron las escaleras y en la sala los esperaba sus padres junto con Gera quien tomaba grandes bocanadas de aire para no llorar:

—Bueno… Te estaré visitando hermano —dijo Gera dándole un abrazo.

—O sea que a mí no —soltó con un tono enfadado Eduar. Aunque en realidad no estaba para nada enfadado, solo fingía.

—Bueno, es que ya es costumbre visitarte, en cambio ahora tener que volver a viajar para ver a Gabriel… Es que ustedes no se pueden quedar en un solo lugar. Esta familia es tan inestable, nos mudamos a cada rato —explicó Gera.

Salieron de la casa y afuera estaban todos esperando a que Gabriel saliera para despedirse. Gabriel se sorprendió al verlos reunidos:

—Chicos… —soltó Gabriel desplegando una sonrisa.

Mateo se acercó y lo abrazó:

—Que tengas buen viaje —le dijo.

Tomás se veía bastante triste.                                                              

—Tienes que venir a visitar ¿entendiste?, no te olvides de los amigos así de fácil —le dijo, se abrazaron.

—Claro que voy a venir, no me olvido de las personas así de fácil —respondió después del corto abrazo.

Josef ya podía usar las muletas y pues estaba con ellas, Gabriel se acercó a él y le dio un abrazo:

—Recupérate amigo. Me sorprende tu valentía —dijo Gabriel.

—Gracias, ten un buen viaje y por favor, de vez en cuando llama. Estaré visitando a Keidys así que espero verte —dijo Josef.

Keidys estaba a su lado, le dio un corto abrazo:

—Nos vemos dentro de unas semanas —le dijo.

—¡Gabriel! —escucharon a lo lejos. Claudia corría con todas sus fuerzas, llegó y se le lanzó al muchacho— casi… no… llego… —tomó aire.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.