¡¿ella es mi Entrenadora?!

Capítulo 2: Primer entrenamiento

Martes, 27 de marzo del 2018.

M E G A N

-Despierta Megan ¡Ya es tarde! - grita mi tío

Gruño tapando mis oídos con las almohadas. Lo cual funcionó, temporalmente. Logre que mi tío saliera de la habitación. Vuelvo a dormir, aunque en cinco minutos, siento algo húmedo. Siento gotas de agua en mi cara.

-Si no despiertas ahora, hecho todo el vaso.

Me levanto enseguida. ¡Qué tipo de maltrato es este!

Le dirijo mi mejor mirada de odio.

Dirigir miradas de odio es un arte y yo siempre estoy perfeccionándolo.

-Lo siento, Meg. Hoy no dejaré que llegues tarde, es tu primer día. Apúrate que se cuánto vas a tardar arreglándote.

Bostezo mirando el reloj.

¡Me despertó treinta minutos antes de que sonará la alarma!

-Yo no tardo tanto- replico somnolienta.

Mi tío me dedica una sonrisa de lado y responde tranquilamente.

- No es la primera vez que vivo con una adolescente.

Bebe del agua que queda en el vaso. Complacido sale de mi habitación.

Arrastré mis pies hasta el baño. Al frente del espejo noto que luzco como un zombie.

 ¡Oh, vamos!

Me pregunte por milésima vez como hacen esas chicas de series para verse tan bien al despertar. La última vez que me vi aceptable al despertar fue más o menos cuando tenía cinco años.

Mi pelo está obviamente despeinado y las ojeras hacen su aparición. Las marcas que la almohada dejó en mi cara son visibles.

Treinta minutos después termino de arreglarme. Agarre mi bolso, bolso que deje listo desde ayer. También agarro mi teléfono que reposa en la mesita de noche. Bajo las escaleras y camino en dirección a la cocina donde mi tío está haciendo el desayuno. Está haciendo "su especialidad”

Leche con cereal. Cereal con leche

Me siento a comer en unas de las sillas del mesón. Terminamos de desayunar y mi tío saca del mesón de la entrada tres llaves.

Una era la de la casa. La reconozco pues la he visto desde que llegue hace dos días. La otra es la de un carro de mi tío y la última tambien parece la de un carro, tiene un lindo llavero en forma de neumático.

- ¿Para qué me das las llaves de un carro? 

- Meg, esto es tuyo.

 Lo miro confundida, comprendiendo sus palabras.

-Sigo sin entender.

-Hable con tus padres sobre mis horas extras, pensé que tal vez sería mejor que te diera mi carro de repuesto para que te puedas ir y venir sola sin que te compliques por mi culpa. A tus padres le pareció bien asi que estas llaves son tuya por el tiempo que necesites.

Lo abracé. Es un gran gesto de su parte, está intentado que mi estadía aquí sea más cómoda. Quisiera decirle que, si este lugar no fuera cómodo igual no volvería a mi ciudad natal.

-Gracias.

-De nada, Meg- me corresponde el abrazo. - Es mejor que nos vayamos ahora para no llegar tarde.

Mi tío tiene un gran problema con la impuntualidad.

Nos dirigimos hacia el garaje donde están los dos carros. El de mi tío es una Eco Sport plateada. Al lado de este está un Fiesta, ambos carros de la marca Ford.

Unos cinco minutos de consejos y una pequeña clase de repaso después monto auto y con el cinturón puesto mi tío cierra la puerta para al fin subirse a su carro.

Salió primero, aún no conozco del todo el camino hacia el instituto, así que sigo a mi tío.

Lo más difícil fue cuando llegamos al instituto. Estacionarme fue una tortura. Ente tantos jóvenes por ahí, mi tío tocando la bocina solo lo empeoró, al final entre gritos lo logre. Después de haber estacionado el carro con dificultad. Me baje estirando mis piernas.

El timbre suena como si cerrar la puerta de mi auto lo hubiera activado. Todos los estudiantes en el estacionamiento fueron desapareciendo en distintas direcciones. Saqué el horario que me dieron en la oficina cuando me inscribí.

En el horario, mi primera clase es Historia. Ahora sé a qué clase tengo que ir, lo que no sé a dónde está el salón de historia.

 Suspire acomodándome la mochila.  Sin saber exactamente a donde ir camino hacia el edificio a mi derecha.

Es grande, muy grande. Los pasillos ya están vacíos. Por supuesto que me siento estúpida por no seguir a algún estudiante. Sigo caminando para ver si consigo ve algún letrero, algo que me indique donde estoy. Ruego para que el salón de historia se encuentre en el primer piso.

En el centro del amplio pasillo hay una escalera y por lo que puedo intuir hay más de cuatro pisos.

Me asomo en una puerta al azar encontrándome con una cabellera pelirroja. La misma que vi ayer. Ahí está Debby y a su lado está... ¿Calvin?

Decidí entrar. Después de todo si está no es mi clase pediré ayuda para encontrar la clase correcta. Toco la puerta nerviosa. Puedo escuchar la voz de un hombre probablemente la del profesor.

- ¿Que necesita jovencita? – El profesor es un señor moreno, de no más de 30 años.

-Soy nueva y en el horario que me entregaron dice que me toca historia. No sé dónde está el salón de historia, estoy perdida y no quiero llegar más tarde de lo que voy- explico.

-Oh no se preocupe-Le resta importancia logrando hacerme sentir mejor. -Son cosas de nuevos. Supongo que tiene suerte, bienvenida a la clase de historia ¿señorita...? – pregunta mi nombre adornado su cara con una cálida sonrisa.

-Megan Sherppard.

Me dio una mirada perspicaz.

- ¿Sherppard?, ¿la sobrina del entrenador?

-Sí, esa misma.

-Bienvenida a mi clase señorita Megan, espero que sea una gran estudiante.

Si pensé en algún momento que pasaría desapercibida me equivoque. No solo era la nueva, sino que también estoy llegando tarde lo que hace que todas las miradas de unos veinte alumnos se dirigirán a mí.

El profesor cierra la puerta y me dirige al centro del salón.




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