M I C H A E L
Megan y su manera de confundirme. Episodio 21, temporada 2.
Ella voltea y todo su cuerpo se tensa ante mi presencia. Su cabellera castaña oscura es lo único de ella que se mueve. Sus ojos castaños parecen querer desaparecerme.
Mi cerebro repite la frase una y otra vez como el coro de una canción pegadiza "Ojalá funcione con el joven Michael". ¿Funcione qué?, ¿El plan?
-Michael.
Si quiero hacer esto más fácil tengo que evitar las interacciones más que amistosas con ella. Lo que sea que me atrae a ella, lo que hace que la quiera no está en sus curvas, ni en sus labios. Esta en su manera de pensar. Lo que me hizo pensar sobre amarla fueron aquellas conversaciones donde me permitió ver un poco de su alma.
Desde el día que la consideré atractiva hasta ahora, el miedo sigue persistente. Perderlo todo o perder a la chica. Es más complicado que eso. En el medio de todo hay sentimientos, y decidir con sentimientos de por medio se siente de la misma manera en la me sentí al notar la salida falsa. Entre decidir si bajarme o quedarme en la plataforma hubo unos milisegundos donde mis pensamientos tuvieron un caótico debate.
La respuesta es obvia, yo solo retraso el momento.
-No tienes que explicarme nada- aseguro. - Somos amigos, no tienes que contarme todo si así lo decides.
Por un momento su cara perdió expresión para luego recuperarla mostrando una batalla interna en sus ojos. Batalla que a pesar de que parezca heroico que quiera enfrentar sola, pedir refuerzos no le vendría mal.
-A mi sí tienes que contarme-. Calvin, cuya presencia había olvidado me entrega la bebida que pedí que comprara. - Así que buenas noches querido atleta. Voy a la habitación después de hablar con nuestra entrenadora.
Sus manos se entrelazan y no puedo evitar imaginarlos juntos como pareja.
Megan y Calvin, Calvin y Megan.
Asiento sin nada más que decir. Calvin lo toma como una aprobación y entra en el pasillo de los ascensores con Megan a hablar, al menos eso es lo que dijo en la corta y casi irreal conversación. Conversación con uno de mis mejores amigos y Meg, la chica que hace que las matemáticas sean cosas de niños. Me quedo un poco más en la recepción solamente para prepararme psicológicamente. Prepararme para mañana, para enfrentar la cantidad de representantes de universidades que habrá en la competencia.
Un nadador, un deportista en general no solo se prepara físicamente. Los aspectos psicológicos son igual de importantes. Mi inteligencia motora es aceptable. Pero solo hay que darle un rápido vistazo a mi inteligencia emocional para ver el desbalance.
No siempre ha sido así. Los dos años anteriores fueron mi entrenamiento para volverme un estúpido emocionalmente hablando. Sigo siendo un estúpido emocionalmente. Aceptar ese hecho baja mi nivel de estupidez.
Subo a mi habitación donde duermen los gemelos en una misma cama. Adrien y yo en otra. El entrenador tiene una cama para él solo, por supuesto, pues él maneja el dinero y ronca mucho.
Chad está en su cama en un sueño profundo al igual que Adrien y el entrenador llena la habitación con sus graves ronquidos.
Cuando llegamos del cine ellos venían exhaustos debido al entrenamiento arduo en la mañana y las horas de viaje. Esperamos unos minutos por Megan hasta que note como Chad estaba a nada de dormirse en la recepción. Los mandé a todos a sus habitaciones asegurándoles que yo esperaría a Megan. Debby se despidió con una linda amenaza describiendo qué pasaría si no espero a su primera mejor amiga. Chad y Adrien subieron agradecidos, el cansancio ya se había apoderado de su energía. Olivia no quería subir. La convencí dándole argumentos sobre la hora y lo mala madrugadora que es. Aceptó irse minutos después.
Sin embargo Calvin, quien durmió durante todo el viaje no quería subir. Me acompañó todo el tiempo preguntándome cosas que me hacían reflexionar y otras tan específicas que parecían venir de él, aunque él lo negó repetidamente.
Para romper el ambiente incomodo le pedí que comprara una bebida energética para mañana.
Me recuesto al lado del bulto que es mi amigo debajo de las sábanas. No me preocupo por romper el toque de queda del entrenador, sus ronquidos confirman que tan profundo es su sueño.
En momentos como estos necesito su consejo, los consejos de los dos. Abby y él.
Seguramente ambos deben estar disfrutando que una chica me cause insomnio. Deben estar sentados juntos contemplando como Megan es la causante de mi tormenta de sentimientos. Una tormenta de sentimientos no había sido pronosticada en mi mente desde que tenía trece años y creí haberme enamorado de la chica más lista de la clase. Sin contar la tormenta de sentimientos pasajera que fue mi hormonal flechazo en Skylar a los quince.
Siempre fui un chico "común.”
Disciplinado cuando se trataba de la natación. Las chicas no me llovían y no lo hacen ahora. Las chicas en mi clase que están interesadas en mí es muy probable que sea por todo menos mi cara o personalidad.
Pues cuando se trata de enamorarse, lo hacen de los arrogantes y poco respetuosos jugadores de Fútbol. No todos son así, no todas son así. Sin embargo, encontrar aquellos que no concuerdan con esas descripciones es como encontrar un lente de contacto en una piscina de competencia.
Fui un chico común con una vida cotidiana. Al menos así fue hasta que me enteré de la muerte de Abby. Aquello me destrozó en maneras en la que no sabía que podía. Me sentía triste, enojado, culpable. Miles de emociones al mismo tiempo.
Necesitaba algo o a alguien para desahogarme. Mi madre estaba igual de destrozada que yo, no podía acudir a ella.
Mis abuelos perdonaron a mi madre luego de mi nacimiento. A pesar de eso, nuestra relación como familia no era tan estrecha. La muerte de Abby logró que los visitáramos más seguido, aunque no lo suficiente.
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Editado: 22.12.2020