M I C H A E L
-Luzco como un panda con este uniforme- se queja Olivia viéndose detalladamente en el espejo del ascensor. La chica de melena rubia se da vuelta constantemente y se acomoda varios mechones del cabello.
-Te ves bien Olivia. Siempre sabes cómo verte bien. - Ella ante mi comentario aparta su vista del espejo para depositar un beso en mi mejilla.
Olivia luce una camisa blanca con un jean negro y en sus caderas tiene amarrado un delantal blanco, su cabello está acomodado en una coleta alta. Los demás lucimos similares, vestimos camisas negras y jeans negros con delantales blancos. Todos, excepto Megan quien lleva un clásico vestido negro. Vestido que le hace honor a sus curvas.
Sus pies están vestidos por unos zapatos bajos. Decisión que ni Debby ni Olivia aprobaron, se quedaron sin argumentos cuando Megan alegó que nadie le vería los pies durante aquella cena y que a los entrenadores muy poco les importaría que zapatos usaba.
Megan está nerviosa, los otros miembros del equipo no lo notan pues ella sabe ocultarlo. Tal vez demasiado bien. Soy capaz de notar su nerviosismo por la conversación que tuvimos la cuarta madrugada que pasamos juntos.
[-Ya te dije cómo saber si yo estoy nervioso, es tu turno.
-Te lo diré solo porque es lo justo-acepta acomodándose en una posición de indio. - Cuando estoy nerviosa y lo quiero ocultar muerdo mis labios. - Ella señala sus mejillas indicándome que las mire. Atento veo como ella mueve sus mejillas, es un movimiento muy sutil, tanto que no es notario si no prestas atención- Así.
Una curiosidad algo infantil me invade. Quiero saber cómo se siente las partes en las que se mordió. Por lo que, dado que estamos sentados uno frente al otro en posición de indio, mis dos manos caen en su cintura y con suavidad la acerco a mí. Nuestras piernas se rozan. La confusión y curiosidad brillan en su cara, aquello me alienta a estampar mis labios contra los suyos.
Opino firmemente que los labios de Megan son únicos. He besado a muchas mujeres y eso es un hecho que no me hace sentir orgulloso por el contexto de este, sin embargo, mi experiencia me permite afirmar que los labios de Megan son incomparables.
Con sus labios moviéndose al compás de los míos solo puedo pensar en lo sublime de sus besos. Mi lengua se mueve por la zona interior de su boca para saciar mi curiosidad sobre la zona donde se muerde. Su mejilla interior es claramente diferente, no solo por el volumen de esta sino porque se siente rugosa. Al averiguar esto me separo de ella de manera rápida, no brusca.
-Sería mejor una manera en la que no te hagas daño.
Ella murmura algo en respuesta que no pude escuchar.]
El ascensor abre sus puertas dejándonos salir en planta baja. Dejo pasar a Olivia primero, aquello permite que salga al mismo tiempo que Megan y pueda susurrarle.
-Relájate, te apoyarán. Provocarte dolor no es una buena manera de lidiar con los nervios.
-Es la única que conozco- logra responder.
Esas repuestas cortas y profundas son las que más hacen que reflexione en torno a Megan. En torno a su pasado, sobre la parte que desconozco de ella. Megan en nuestras madrugadas juntos compartía algunas cosas sobre su pasado dejando grandes espacios en blanco en sus historias.
Por ejemplo, ella me contó que sus padres son estrictos y disciplinarios, pero no me contó cómo logro convencerlos de que la dejaran mudarse a otra cuidad. Contó que habla con ellos al menos cuatro veces como mínimo en la semana, sin especificar de qué. Sé que se mudó aquí para huir de algo o alguien, sin embargo, no tengo ni la más mínima idea de lo que en realidad le pasó.
Megan es una persona complicada y llena de secretos. Pero si somos honestos ¿Quién no es una persona complicada?, ¿Quién no tiene secretos?
El misterio de Megan recae en que sus secretos no los ha compartido con alguien del equipo y no sé si es correcto, pero quisiera que los compartiera conmigo. No tiene que ser algo romántico, sino más bien algo entre confidentes. Yo le daría todo mi apoyo sea lo que sea. Sé lo que se siente guardar muchos secretos, terminas desbordándote. Si puedo, quiero evitar que a Megan le pase eso. Sin embargo, entre querer y poder hay un gran espacio.
Y en el caso de mi entrenadora hay un monumental espacio entre esos dos verbos.
A veces mi vida parece una novela juvenil. De esas en las que constantemente juzgas a los protagonistas por tomar decisiones. Decisiones que probablemente hubieras tomado en su situación. Aquellas que son debatidas y reflexionadas.
Siendo sincero me gustaría que mi vida fuera un libro. Así podría analizar mis decisiones y aprender de ellas de otra manera. Podría darme cuenta de lo que estoy haciendo mal o bien. Si mi vida fuera un libro sería aquel protagonista que es opacado por los personajes secundarios. Por lo irritante que es la manera en la que guardo mi pasado, o por lo idiota que puedo llegar a hacer. Menos mal que esto es la vida real.
Calvin pasa las redes para el cabello por la cocina, espero con la mía en la mano que él se ponga la suya y así poder imitarlo. Él pasa su mano por su liso y algo curvo cabello llevándolo hacia atrás. Cuando logra aplacarlo lo suficiente estira la red y se la coloca. Imito sus movimientos tardando el doble que él.
Todo aquel esfuerzo para que Debby la quite de mi cabello. – Acabas de demostrar que con tus habilidades es mejor que seas mesero. Por el bien de esta cocina y de la humanidad.
Murmuro para mí lo injusta que está siendo.
-Como mejor amiga es mi trabajo dejar que te veas ridículo- abraza mi cintura desde atrás- para luego recordarte lo lindo que te ves haciendo estupideces-aprieta su agarre- y lo mucho que te amo.
Ruedo los ojos mostrándole mi enojo, aunque también esbozo una sonrisa.
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Editado: 22.12.2020