M E G A N
Él. Él no me odia.
Nunca antes equivocarme me había hecho tan feliz. Pensé que me odiaría. Y que en realidad no sea así llena mi cuerpo de esperanza. Recuerdo como conectamos miradas cuando confesó su secreto. El instinto de entrelazar nuestras manos. Todo lo anterior me hizo sentir un poco mejor ante lo herida que estoy debido a la perdida de mi mejor amiga.
Debby apenas me conoció se abrió a mí, confió en mí al poco tiempo de conocerme. Aprecio que ella fue la primera que rompió con su entusiasmo mi burbuja personal. Se enforzó en integrarme. Me obligo a esforzarme para integrarme. Sin ella tampoco hubiera caído en cuenta en lo mucho que Michael me atrae con sus cualidades físicas y de personalidad. Calvin y yo no seríamos tan cercanos sin sus constantes peleas en broma, dado que defender a Cal en esas peleas de broma nos hizo cercarnos.
Ella es…fue mi primera amiga de verdad.
Me equivoqué, lo admito. No pretendo que mágicamente ella me perdone, pero que no pretenda eso no significa que su desprecio duela menos
Al terminar de manera muy rara la discusión todos partimos en direcciones diferentes. Los gemelos se fueron camino al cuarto del equipo de porristas para cuidar de Olivia y del equipo. Adrien se fue hacia al bar mientras que Debby y Justin se fueron juntos a no sé dónde.
Michael al término de la conversación no soltó mi mano. En vez de eso arrastró mi cuerpo hacia el ascensor. Con lo perdida y desorientada que aún estaba por su confesión de sentimientos decidí no atreverme a preguntarle a donde me llevaba.
Lo que nos lleva a nosotros en el ascensor hacia al piso diecinueve del hotel, ambos estamos sumidos en nuestros propios pensamientos.
¿Alguna vez has sentido miedo de tus sentimientos?
Miedo de verdad. De aquel que te hace temblar. Aquel que no sale de tu cabeza hasta que lo enfrentes. Miedo ridículamente abrumador.
Yo sí. Recuerdo lo mucho que me abrumó la cantidad de rabia que mi cuerpo en plena pubertad contenía. Sentía miedo de que algún día esa rabia me llevara hacer algo imperdonable. Presenciar la muerte del boxeador llenó de tristeza mis espacios donde almacenaba ira contenida.
¿Cómo podía vivir en un mundo lleno de insensibles?
Sentí miedo, la tristeza y el pesimismo nublaron mi juicio. Tenía miedo de…atentar contra mi vida. Saber que lo hice es un recuerdo de que a veces el miedo es una advertencia, no una amenaza.
Desde aquel beso con Michael creció en mí el miedo por lo mucho que lo disfruté. Desde ahí ha estado evolucionando. Miedo por sentirme más que atraída por él. Miedo de romperle el corazón. Miedo de que el rompa el mío.
Hasta que terminamos enfriando nuestros sentimientos en una amistad. Después de eso caí en cuenta de algo sobre el miedo en los sentimientos.
Sentir con miedo apesta.
¿De qué sirve protegerte de un sentimiento como el amor si apenas huyas de él, lo añoras?
Si puedo reflexionar sobre esto, y saqué tal filosófica conclusión. ¿Por qué nunca pude ponerlo en práctica?
Porque una cosa es saber que cometes el error y otra es enmendarlo.
La puerta del ascensor se abre dando paso al destino que puedo suponer. Camino a su lado hasta la habitación que comparte con los chicos. No les voy a mentir, una parte de mí quiere huir.
Silencio esa parte. Esa misma es la que luego se arrepentirá de no haberse quedado.
Silencio el miedo y solo siento.
Con Michael vale la pena solo sentir.
Entramos juntos a la habitación. Estuve en esta habitación ayer en un ambiente diferente. Estábamos todos juntos pensando en cómo extrañaríamos ser un equipo de competencia. Ahora se siente un ambiente diferente al de ayer, primero porque estar sola con Michael ya es un factor suficiente para que el ambiente cambie. Aunque también la habitación contiene un aire de melancolía.
¿Cómo unas pocas palabras pueden convertir un momento en un recuerdo?
Él como un entrenador a su respectivo boxeador me dirige hacia una silla de la habitación. No puedo evitar esbozar una sonrisa al verlo sentarse al otro extremo de la habitación. Desde ese día hasta hoy, han cambiado muchas cosas…
- ¿Cómo? - pregunta hipnotizándome con sus ojos.
- ¿Cómo qué? - intento que no se perciban mis nervios ante el hecho de que al dejar mis sentimientos fluir, mi cuerpo reacciona revolucionado ante cada pequeño movimiento de Michael.
- ¿Cómo hiciste para enamorarme tan rápido?
Antes de responder relajo mi tensado cuerpo para poder sacar de mi boca palabras que tengan sentido. Con Michael siempre se hizo más difícil mantener mi escudo. Con él solo una mirada debilita mi escudo y una sonrisa o palabras significativas lo terminan de destruir.
- ¿Cómo hiciste para enamorarte de mí? - repito su pregunta saboreando su significado-. No lo sé-admito dejando entrever mis inseguridades-. Lo que te puedo confesar es que me aterró que encontraras suficientes aspectos en mí que te enamoraran.
-A mí también me aterró- confiesa en respuesta-. Era este sentimiento que no me dejaba en paz, no solo debía decírtelo, necesitaba decírtelo. Era igual a la necesidad de respirar al nadar. Puedes aguantar hasta cierto punto…y no era fácil convivir con la burbuja de aire ante mis ojos.
Digiero su referencia con la natación. Sonrío debido a lo importante que ha sido nuestra pasión en esta complicada relación.
-Puedo decir que me sentí así- sus ojos capturan los míos. - Solo que imagina que estas acostumbrado a ahogarte. Es obvio que el aire suena tentador, pero llevar tanto tiempo en el agua te ha hecho conectar con esta.
-Te da miedo abandonar el agua.
No del todo, no es solo miedo. Es sentirse atrapada en algo que te niegas a admitir que te hace daño.
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Editado: 22.12.2020