M E G A N
Todos tienen historias con la familia de su pareja y yo no soy la excepción, la mía con la familia Royss tiene su particularidad.
No empecé con el pie derecho con la madre de Michael, a quien le dije de manera tajante que no aceptaría espiar a su hijo y a los amigos de su hijo. Desde ese momento nuestra relación se mantuvo en vacíos saludos y políticas despedidas.
Mi mente está tomando precauciones avisándole a mi cuerpo que debo tener miedo y nervios. Mantenerme tensa y atenta ante la situación que voy a vivir.
Es solo una cena, es sentarse, hablar y comer. Eso es lo que repito momentos antes de entrar en el restaurante y decirle mi nombre a la persona que está en la entrada para que revise su libro, confirme que, si estoy en una reservación, y me lleve a enfrentarme con una situación que puede salir terriblemente bien o terriblemente mal.
Michael saludándome primero con un simple beso en la mejilla baja un poco mis nervios. Lidio con mis constantes inseguridades y estar con Michael suma una nueva inseguridad de la que no estoy orgullosa, y trato de suprimir.
¿Soy suficiente para él? Se que él es más que suficiente para mí. Yo…solo no estoy tan segura cuando hablamos de mí.
Me concentro en la acción de mis muslos tocando la fría madera de la silla para finalmente enfrentarme a la familia de Michael.
-Al final no me equivoqué, solo me adelanté en el tiempo- saluda el señor Royss logrando con su comentario que Sofie suelte una risa, la señora Royss toma agua de la mesa elegantemente.
Sí, si hay una manera elegante de tomar agua y es como señora Royss lo está haciendo.
-Hola Meg- Sofie saluda con entusiasmo y con aquella pizca de expectación que siempre la acompaña.
-Hola, un gusto volver a verlos- me arrepiento de inmediato, ¿Un gusto volver a verlos?, mis nervios crean una versión formal de mí que apesta.
No es algo común que me sienta así de nerviosa. De mi padre aprendí a como suprimir mis sentimientos, lo que llevó a una pésima inteligencia emocional pero un buen control a la hora de ocultar sentimientos que no todos pueden camuflar, como la tristeza o los nervios.
La cena trascurre con el saludo de la mamá de Michael simple y para nada personalizado. Hasta pedir comida algo que para mí no es ningún problema empieza a costarme, como si pedir queso extra laminado o laminado normal fuera una decisión de vida o muerte.
No es solo una cena, para mí también es probar que encajo en la vida de Michael. Que no soy la pieza del rompecabezas en su vida que sobra.
El tiempo de espera de la comida lo llena Sofie contándonos sobre la graduación que se acerca y cómo planea experimentarla. Michael se burla de ella y por la manera en la que aprieta su mano sé que le da tristeza y orgullo ver a su no tan pequeña hermana crecer.
Cuando llega la comida es el papá de Michael quien toma el mando, contando chistes malos sobre la comida, de esos chistes que son tan malos que logran sacarte la risa. Siento como todos mis movimientos son vistos y analizados por la señora Royss.
-Mamá, por favor deja de jugar a la mala suegra y deja que Megan se relaje- reprocha Michael a su madre, yo quedo mirando mi vaso fingiendo una fascinación con este.
-Aún eres mi bebe Michael. Estoy acostumbrándome a que mi bebe sea más independiente- ella relaja su postura igual que aquella vez cuando visite a Michael y su madre parecía otra persona- Megan eres una buena chica, y por mucho que como madre cueste admitirlo, se ve que se complementan.
No sabía que necesitaba escuchar eso hasta que esa corta frase provocó en mí una efusividad que no puedo explicar.
-Gracias Señora Royss.
-Igual si no estuvieran de acuerdo no cambiaría nada. No es como si no pudieran tener una relación a lo rebelde- acota Sofie sorprendiendo a la mesa-. Solo digo- se encoje de hombros.
En una acción conjunta Michael y yo tomamos agua para tragar el hecho de que Sofie acaba de describir nuestra antigua situación.
Las palabras que le dije y las lágrimas que tragué nos hicieron ver las cosas de diferentes maneras. Puede que si ese día no lo hubiera alejado las cosas entre nosotros se hubieran desarrollado de manera diferente, sin embargo, a pesar del dolor que aquello provocó sé que de una u otra manera nos llevó a donde estamos ahora, con nuestras manos entrelazadas y miradas fugaces acompañadas de sonrisas.
Después de ese intercambio de palabras dejé los nervios atrás y la cena mejoró. Los padres de Michael se simpatizaron con lo que estoy haciendo sobre las reglas de mi familia y se alegraron por haber criado alguien como Michael, quien se cambió de equipo solo para respetar la causa. También mencionaron el tema de las universidades, donde nos recordaron que tenemos pocas semanas antes de que recibamos los resultados.
Al terminar de recordarnos de una manera casi asfixiante lo cerca que está nuestro futuro nos despedimos de ellos. Caminamos juntos hacia la habitación que debido al resentimiento de Debby y mis errores compartimos con los gemelos.
- ¿En qué estás pensando?
Nos encontramos en el ascensor esperando llegar al piso de la habitación que compartimos. Él apoya su barbilla en mi hombro, su ternura logra que responda su pregunta.
-En qué pasará cuando obtengamos los resultados de la universidad- él frunce su ceño y con su mano me incita a continuar-...De qué pasará si quedamos lejos, ¿Romperemos a penas obtengamos los resultados? O ¿Tendremos un romance de verano?
Él con su barbilla en mi hombro pasa sus manos por mi cintura empujándome hacia la pared para acorralarme con su cuerpo. Estando cara a cara puedo notar como trata de mantenerse relajado.
-No Megan. No
-Estoy siendo realista-. Realismo y pesimismo son sinónimos, porque siendo realista o pesimista no puedo evitar tener miedo. Le conté sobre mi accid--intento de suicidio. No pretendo que Michael sienta que no puede dejarme porque tendré una especie de colapso, no quiero ser la carga de nadie.
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Editado: 22.12.2020