Debes alejarte de mí

—No, no, por favor —mi voz resonaba trémula, mientras contemplaba su rostro contraído por el dolor.

Comencé a gritar con desesperación y caminé en círculos alrededor de Brandon. La situación me recordaba demasiado a ese día… el accidente era el mismo. Me las había arreglado para vivir el último año sin casi acordarme de ese momento en el cual mi mundo se vino abajo. Pero ahora, el pasado volvía a arrasar y con más fuerza que nunca.

No tenía derecho a olvidarlo.

Brandon se levantó, apretando los dientes por el malestar. El golpe había sido fuerte y se notaba que estaba descompuesto, pero no se quejaba. Detuvo mi recorrido errático, plantándose justo al frente y aferrándome los brazos.

—Shh…Ya pasó, Amy. No me sucedió nada.

Habló y continuó hablando, sin embargo no lo escuchaba, la reacción que mi cuerpo devolvía era demasiado intensa como para comprender palabras. Mi corazón latía agitado y sin tregua y una capa de sudor frío cubría mi frente y cuello. Estábamos uno frente al otro. Él me miraba con seria preocupación, mientras que yo me hundía en la más profunda culpa.

Lágrimas calientes, mezcladas con delineador negro, comenzaron a derramarse por mi rostro. Ahora era Brandon quien comenzaba a desesperarse, no entendía a qué se debía mi inaudita actitud. Sin embargo, no pudo profundizar demasiado en sus cavilaciones, porque me desplomé en el suelo de rodillas, me temblaban como gelatina. Brandon se agachó conmigo y llevó sus manos a mis mejillas, limpiando las gotas que las atravesaban.

—Estás helada, Amy. Mejor vamos adentro —pidió, pero no recibió ninguna respuesta, más que silencio.

Estaba perdida en el vacío abismal de mis propios pensamientos. Él se acercó más, hasta que nuestras frentes se apoyaron. Mi cuerpo tembló persistentemente y el suyo reflejó esa espantosa vibración.

—Amy, dime qué te sucede.

—Yo lo hice. Yo tuve la culpa —mascullé desquiciada.

—Vamos adentro y me lo cuentas, ¿quieres?

Me rodeó con sus brazos y me ayudó a ponerme de pie. Caminamos a paso lento hasta la casa y allí nos apresuramos a entrar en la habitación para evitar cruzarnos con Stella o Abby.

Brandon dejó que me sentara en su cama y envolvió una frazada alrededor de mí, ya que mi temperatura corporal era muy baja. Sacudí la cabeza, recibiendo todas esas dolorosas imágenes que me atormentan.

Él me miraba con ansiedad, ambos sabíamos que era hora de desenterrar fantasmas del pasado, algo que sería doloroso a un grado que no podía imaginar. Y no contábamos con mucho tiempo a  favor, ya que estaba anocheciendo y en breve, tendría que irme.

Mi amigo se arrodilló frente a mí y apoyó sus manos en mis rodillas. Cerré los ojos un momento, permitiendo a las lágrimas caer de mis ojos y cuando los abrí, conecté la mirada con la de él. Aún sin pronunciar palabra alguna, sentí que me entendía, que le dolía mi sufrimiento.

Un sollozo salió de mi pecho. Todo había comenzado tan bien este día… pero no acabaría de la misma manera.

—Amy… ¿Está relacionado con ese accidente? —se atrevió a preguntar.

Asentí, pero sin añadir ningún comentario, presa de una insondable amargura.

—Háblame, Amy…

Su tono de voz era suplicante y logró penetrar hasta lo más profundo de mí ser. Todos los muros defensivos construidos a mí alrededor se derrumbaron, dejándome en uno de los estados más vulnerables que había experimentado en la vida. Hasta ese día, nadie excepto él, podía lograr semejante hazaña. Con Brandon no era capaz de fingir bienestar.

—Su nombre es Jonathan… —comencé con voz trémula. Era una historia que no deseaba recordar. Pero, por más que lo intentara, vez tras vez seguía regresando.

<<Él-él era mi mejor amigo, así como lo eres tú ahora. Su forma de ser era brusca, fría e indiferente, pero ese era su principal encanto, ¿sabes? Y yo… estaba enamorada de él. Desde el momento en que lo supe, no paré de rogarle que saliéramos. Él no quería nada serio y se fastidiaba por mis deseos de avanzar en la relación. Pero no me importaba, en realidad, nada lo hacía en ese punto. Él era mi mundo y lo demás se volvió superfluo, nada lograba llenarme. Fue en esa época que el volleyball se convirtió en una molestia más que en una satisfacción. >>

Sentía la vergüenza carcomerme por dentro y el desprecio hacia mí misma por haber tenido esa conducta tan inmadura y perjudicial. Sin embargo, no podía detener la historia en ese punto. Seguí contándole a Brandon mis tortuosos sentimientos, que no eran nada más que caprichos y toxicidad. Yo era una persona desagradable.

<<Un día lo conseguí, Jonathan aceptó salir conmigo. Estaba extasiada, con mariposas en el estómago y la felicidad me salía por los poros. Esperé, impacientemente por nuestra primera cita; mi perseverancia había rendido frutos… Sin embargo, nunca se presentó. En un principio, me preocupé, pues quizás le había pasado algo malo. Pero luego me enteré de que se había ido con otra chica y algo dentro de mí terminó por romperse. Las falsas ilusiones que yo misma había creado se derrumbaron con la noticia. No podía perdonarlo, era demasiado doloroso. Él me había invitado a salir y luego me había dejado plantada para irse con otra. Sabía que esa era su forma de proceder, él me había demostrado en más de una ocasión que no era fiel a una sola chica… pero, aún así, no podía dejarlo pasar. >>

Me cubrí el rostro con las manos para amortiguar los sonidos de llanto, lo que vendría era mucho peor. Tragué repetidas veces para calmar mi respiración y controlarme. Solo un poco más…

Con voz casi inaudible le conté de ese día de abril, hace casi año. Fue en un entrenamiento al aire libre en el que contábamos con la presencia de varios deportistas ajenos al volleyball, incluyéndolo a él. Como no había ningún partido importante en mira, la profesora sugirió que jugáramos con ellos. Así nos conoceríamos mejor y nos divertiríamos. Fue una idea que agrado a todo el grupo. Pero yo estaba furiosa, más de lo que nunca en mi vida había estado. Y él ni siquiera me había pedido perdón o dado alguna excusa por lo que me había hecho pasar.