Ella es mia

Capítulo 2

—Es un lindo lugar—mi abuela cierra su chal, en el día hacia calor, en la noche frío, jamás imagine que un día viviría en una ciudad que estaba asentada en el desierto.

—Te veo mejor abuela —la mujer mayor sonríe.

—Lo estoy —levanta la mirada hacia el hermoso cielo estrellado —Estar aquí nos ha ayudado.

Desvio la mirada hacia el horizonte, no podía negar que la abuela tenía razón, mi vida ahora tenía sentido, fui criada para ser la esposa de un hombre millonario, la mujer que sabría llevar su hogar y a los hijos, desde niña me hablaron de la vida que iba a llevar y lo acepté, pero al crecer me harte de parecer una marioneta en las manos de mamá, me enamoré no sólo una vez, fueron muchas, pero no tenía derecho de vivir el amor, ya que elegia hombres que no pertenecían a una familia poderosa, así que los amaba en secreto... hasta que conocí a Adrián, él fue diferente, no tuvo temor de acercarse a mí y pedirme mi número, sonreí llena de burla, pero se lo compartí, una vez supiera quién era yo, huiria como el resto, mi apellido tiene peso en la alta sociedad, todos saben quién son los Harper, y también saben que Clementine jamás dará una de sus hijas a un pobretón, no tuve expectativas de que él llamaría o me escribiría, mi apellido era mi maldición en el amor.

Cuando él escribió, senti un calor en mi pecho, me senti feliz de saber que el chico que me había gustado estaba interesado en mí.

Así que sin dudarlo me metí de cabeza en la relación con Adrián, por él estaba dispuesta a todo, abandonar la vida que se esperaba que yo viviera, por una vida llena de amor con el hombre que amaba... pero él huyó cuando mamá supo nuestra relación, Adrián no trató de luchar por nuestro amor, simplemente se fue.

Cuando vine a Zafiria, temía ser madre soltera, mi periodo no bajaba, pero solo fue un retraso.

—¿Eres feliz? —miré a la abuela de reojo.

—Si —suspiré —Me gusta cuidar a Dominic, mis padres morirían si se enteran que soy la asistente de Danielle.

—El trabajo no es para avergonzarse, pero tu madre no lo entendería.

Me abrace al recordar como mi madre me había arrastrado del cabello, me había encerrado y planeado mi boda con un hombre mayor que papá, ya no era virgen, no era digna de elegir.

—Abuela —apoyo mis manos en la baranda —Desde que llegué la familia Fortuna me ha pagado un gran salario, no lo gasto porque todo lo proveen, no me dejan comprar mis cosas, ya que ellos me dan todo, yo he estado ahorrando y me gustaría comprar un apartamento en la ciudad, no sé que es la independencia —sonrío, quería saber que era la independencia, pero también no quería toparme a cada rato a Cassio en la mansión Arena Dorada, mi corazón se aceleraba al verlo, mis piernas temblaban, trataba de controlarme.

—Mi amor, si es lo que deseas, no me opongo, tienes derecho de tener tu espacio y tu privacidad.

Abrace a la abuela, ella me entendía.

*****

—¿Todo bien? —dejó los cubiertos en mi plato, mis ojos se posan en mi padre.

—Todo esta bien —llevó la copa de agua a mis labios, sabía por dónde iría papá.

—¿Has considerado lo que hablamos la última vez? —dejó la servilleta en la mesa, recuesto mi espalda en el respaldo de la silla.

—Ni siquiera lo pensaré —

—¡Vas a cumplir treinta años, necesitas una esposa, hijos, pero nunca te he conocido una novia! —me encojo de hombros —¿Tienes otra preferencia?

Sonrío, mamá me observa en silencio, ella me conoce, sabe que estoy furioso.

—No necesito una esposa sólo por que voy a cumplir treinta años y no tengo otra preferencia, simplemente no me gusta compartir mi vida con alguien más —me pongo de pie —Gracias por la cena, es hora de irme.

Caminó hacia mamá y doy un beso en su mejilla, me retiro del comedor, desde el rechazo de Leyla, no volví a declararme a nadie, mi autoestima se fue al suelo con su cruel rechazo, jamás he tenido una novia, jamás he hecho el amor, viví años oscuros, el cambio de todo adolescente, creci mucho casi dos metros, adelgace, cambie de peinado, ya no usaba lentes, pero el chico temeroso de volver a ser rechazado de la manera más cruel, seguía allí, al pasar los años las mujeres se acercaban, me invitaban a salir, a pasar la noche con ellas... pero el chico temeroso que estaba en mí... no aceptaba, se protegía para no volver a sufrir.

Conduje hasta mi casa, al abrirse el enorme portón, me imagine una vida diferente, una esposa esperando en casa, sacudo la cabeza, casarme no estaba en mis planes, las mujeres eran engañosas, la mirada de asco con la que me miró Leyla luego de humillarme se clavo en mí, pero ahora ya no me moraba así, pasaba horas en el gimnasio, mi cuerpo era musculoso, estaba bien definido, su manera de verme había cambiado, y eso me molestaba, saber que porque ya no era el gordo, miope y feo ahora me considera digno de ella.

Entro a mi casa, mi refugio.

—Buenas noches Señor —mi mayordomo me saluda —¿Desea algo? —ya sabía que había ido a cenar a casa de mis padres, los que trabajaban en casa, ya se habían ido a dormir.

—Nada, por favor ve a descansar.

—Buenas noches Señor —subo las escaleras hacia mi habitación, me quite la chaqueta y caminé al balcón de mi habitación, papá quería arreglar mi matrimonio, por supuesto no lo iba a permitir, mi móvil suena, era mi tía... ella era la única mujer que había dejado que se acercara a mí, era una mujer preciosa, la admiraba, tenía un enorme corazón, era alguien que no miraba lo físico o la posición social, para ella todos éramos iguales, un tiempo creí que estaba enamorado de ella, pero no, confundí la admiración que sentía por ella, hemos llegado a esa conclusión con mi psicóloga.

*****

—Buenos días —me giró al ver al hombre joven recostado en la puerta frente a mi puerta... acababa de firmar la compra del apartamento.

—Buenos días —respondo.

—¿Es mi nueva vecina?

—Así parece —sonrío y termino de entrar al apartamento.




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