Ella es mia

Capítulo 3

—Te he traído café —Danielle levanta la mirada del computador para sonreírme.

—Gracias Anna ¿Cómo te sientes en tu apartamento nuevo?

—Fue extraño la primera noche, sabes que siempre me levantaba a ver a Dominic desde que nació, extrañé ver a mi chiquito en la cama, luego el silencio en la casa de tus padres, esa tranquilidad no la tengo con el vecino que vive frente a mi departamento ¿Quién hace fiestas en la semana? —pasó mi mano por mi cabello suelto —Me levante una noche de estas y le fui a tocar a la puerta, que le bajara el volumen.

—¿Y los demás vecinos no dicen nada? —ruedo los ojos.

—Se han dado por vencido —la puerta se abre, su sola presencia llena toda la oficina, es un hombre increíble, da los buenos días, pero jamás me mira, es como si yo fuera un fantasma y solo Danielle existiera.

—Buenos días —lleva un traje oscuro, hecho a su medida, se ha recortado el cabello.

—Buenos días —respondo sabiendo que no me mirará, cuando lo hace es para discutir conmigo, me levantó de la silla y salgo de la oficina, nunca me había sentido con alguien como con Cassio, caminó hacia mi escritorio, ahora que Dominic va a la escuela, trabajo en la empresa con Danielle.

Curiosamente para que no notará que babeaba por él, siempre pongo cara de pocos amigos, él me ignora, pero cuando me logra ver, siento que le caigo mal.

Danielle me llama a la oficina, rápidamente tomo mi agenda.

—Anna ¿hiciste el cambio que te pedí en la presentación?

—Por supuesto —Danielle busca la presentación.

—¿Porqué le dejas hacer algo tan delicado a ella? —Cassio la mira con el ceño fruncido —Ya la revisé y no hizo ningún cambio.

—Claro que lo hice —declaró furiosa

Ambos comenzamos a discutir.

—¡Vamos!—Danielle se quita las gafas —¡Solo he tenido un hijo, pero con ustedes es como si tuviera tres hijos!

—Lo siento Danielle —me disculpo

—Yo no lo siento, no entiendo que hace esta mujer fastidiosa en la oficina —acomoda su elegante chaqueta.

—¿Debo recordarte que es mi asistente?

Cassio no dice nada, me lanza una mirada de pocos amigos.

—No te compartí la presentación con los cambios que solicité a Anna —indica Danielle, después de revisar —Anna te he compartido la información nuevamente, con unos cambios que acabó de hacer, imprime por favor doce juegos, para la reunión de mañana.

—Por supuesto Danielle —me pongo de pie tomando mi agenda, salgo con la cabeza en alto de la oficina.

Me dirijo hacia la cocina a buscar café, lo estaba preparando cuando siento un escalofrío en la espalda, me giró y me topo con esos ojos que me vuelven loca.

—¿Puedes hacerte a un lado? —estoy nerviosa.

—¿Porqué? También quiero café —responde indiferente, frunzo el ceño, levantó la mirada, él era muy alto.

—Estás invadiendo mi espacio —estaba muy cerca de mí, nunca se había acercado tanto.

—¿Tú espacio? Puedes hacerte a un lado, quiero tomar una taza —me hago a un lado.

—Buenos días —una joven de la planta de marketing entra con una brillante sonrisa, acompañada de una mujer mayor.

—Buenos días —respondo, él miró sobre su hombro, al verla no responde.

—¿Cómo estás Cassio? —la mujer le habla con familiaridad, todos en la empresa se dirigían a él como Señor Fortuna.

—Bien —terminó de servir el café, se dio la vuelta, me miró de una manera extraña y salió de la cocina sin mirar a la mujer.

Me sirvo el café, pero logró escuchar a la mujer mayor.

—Para ser un hombre que te rogó para que fueras su novia y su esposa, lo disimula muy bien —mi mano tiembla con la taza de café ¿él quería casarse con ella? Al girarme la observó, es una mujer muy bonita, cabello castaño, es delgada, con pechos grandes, sus facciones son delicadas.

—Sigue molesto porque lo rechace —salgo rápidamente de la cocina, mi corazón late erraticamente, recordé las palabras de Valeria, él nunca había tenido novia, al parecer Cassio seguía enamorado de la joven.

*****

—¿Qué haces aquí papá? —él cruza una pierna.

—Tenemos que hablar —niego con la cabeza, me siento frente a él.

—Debes casarte.

—¿Quién lo dice? —doy un trago a mi café.

—Ya estas en edad casadera ¡Quiero un nieto!

Suspiró.

—Hace cinco años me dijiste que ibas a cortejar a Danielle, pero al parecer no lo hiciste.

—Le pediré que se case conmigo —no mentía, me sentía bien con Danielle, con Dominic, lo he decidido al ir a la escuela de él, los niños se burlaban de él porque no tenía padre, les ha dicho que yo soy su padre y no me he sentido mal, me ha gustado la idea.

—¿Seguro?

—Por supuesto, mañana va a Siliconia a ver al abuelo de su ex esposo, hablaré con Danielle para que lo considere y me de una respuesta cuando regrese —mi padre sonríe.

—Son buenas noticias —se pone de pie —Si Danielle ni acepta, seguiré con los planes de un matrimonio arreglado.

—Papá no quiero discutir, no soy un niño para que elijas una esposa para mí.

Mi padre no dice nada, era un hombre testarudo, pero no voy a ceder.

—Hablamos luego —se detiene —A propósito, en un mes regresa a Zafiria la familia Langley, su hija aún sigue soltera, su padre quiere casarla con un Zafiriano.

—Saluda a mamá —me pongo de pie y camino hacia el escritorio.

Papá se despide, no iba a ceder a lo que él quería, no recordaba a la Señorita Langley, ni siquiera su nombre, si elegia esposa sería yo, no mi padre.




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