Ella es mia

Capítulo 4

—Estás muy pensativa —llevó la bebida de hierbabuena a mis labios, estábamos en la terraza.

—Danielle pensaba darle una oportunidad a Cassio —respondo sin pensar a la abuela.

—¿Te molesta? —doy otro sorbo a la bebida —Supongo que si, desde que se conocieron no dejan de discutir como perros y gatos, Danielle no imaginó que regresar a Siliconia era regresar a su pasado.

Me pongo de pie, la bebida dulce no me estaba ayudando, mi hermana estaba decidida a divorciarse de Lex, tenia en mente a Cassio, el hombre de quién me había enamorado.

—Ya acosté a Dominic —tomó mi bolso y las llaves de mi auto —Me iré a casa —caminé hacia la abuela y deposite un beso en sus cabellos plateados —Descansa abuela —el sol aún no se había terminado de ocultar, la arena del desierto se veía dorada, no quería llegar a casa aún.

Salí de la mansión Arena Dorada, con la determinación de ahogar mis penas, subí al auto y me marche con el corazón doliendo.

Me detuve en un bar elegante y famoso de Zafiria, entré, habían mesas que estaban ocupadas, me sente en la barra, el joven que estaba atendiendo se me acercó con una enorme sonrisa, era un hombre atractivo, llevaba un pendiente de plata en su oreja derecha.

—Quiero una bebida fuerte —él me mira a los ojos y sonríe.

—Lo que tu pidas preciosa —muevo la cabeza hacia atrás, llevaba unos aros de plata, estos se movieron, el hombre detiene su mirada oscura en mis hombros desnudos, por el calor me había puesto una blusa rosa de tirantes pegada a mi cuerpo, unos pantaloncillos negros que me llegaban a la pantorrilla, sandalias planas y de tiras, acerca un vaso con la bebida, doy un sorbo y siento que me quema la garganta, el hombre sonrie —Puedes esperarme cuando termine de atender aquí —mis ojos azules se clavan en él, era atractivo, de buen ver, pero no me atraía en lo absoluto, así que muevo la cabeza negando, varios mechones rubios escapan de mi moña.

—Sirveme otra bebida —he vaciado de un trago el contenido del vaso.

El hombre extiende su mano para tomar mi vaso, pero uno de sus dedos acaricia mi mano, rápidamente la apartó, con furia lo miró.

—No estoy interesada amigo, sírveme otra bebida —alce la voz cuando se lo dije, el hombre miró a su alrededor, se puso rojo de la vergüenza al escuchar risas de las mesas.

—Toma —su voz fue áspera, pero no me importa, mi mente era un caos, amaba a Danielle, era mi hermana, ella merece ser feliz, aunque me duela, debo olvidar a Cassio.

*****

Me detengo en el semáforo, estaba cansado, había sido un día pesado, mis ojos se pasean por las calles, un auto color rosa, estacionado en un bar llama mi atención, nadie en Zafiria tenía un auto rosa, sólo Anna, cuando la luz se pone verde, sigo mi camino, frunzo el ceño al darme cuenta que me he preocupado por ella, en Zafiria si la policía te detiene y estás tomado te quita la licencia de conducir de por vida, freno y con un largo suspiro, giro para ir al bar donde ella está metida, no frecuentaba estos lugares, no tenía tiempo ni interés, al entrar mis ojos recorren las mesas, luego la barra ella está sentada allí, su cuerpo inclinado casi recostando sus brazos y su cabeza en ella.

—Llene la copa —golpeando al vaso de cristal en la barra, me acerco a ella.

—Otra vez bebiendo como si el licor se va acabar —ella levanta sus orbes azules para mirarme.

—¿No te aburres de aparecer cuando me estoy divirtiendo? Siempre llegas a arruinarlo —sonrió, me apoyo en la barra, ella se ve irritada por estar cerca de ella.

—Te llevaré a casa —ella mueve la cabeza negando.

—Ando mi auto —sus ojos están vidriosos por el licor.

—Sabes que es prohibido conducir tomado en Zafiria, pierdes la licencia para siempre.

—No estoy borracha —responde torpemente.

Suelto una carcajada, no estaba a la defensiva, se veía tierna.

—Deme la cuenta —le pido al joven que esta atendiendo, el hombre me mira de mal humor.

—¡No he terminado! —me señala con el dedo, me inclino hasta que mis ojos quedan a la altura de los orbes azules de ella.

—Ya lo hiciste, vamos a casa —ella me mira de una manera extraña —Vamos.

Ella salio a regañadientas del bar, la guió a mi auto, pero se detiene.

—Iré en mi auto.

—He dicho que no —respondo enérgicamente, abro la puerta del pasajero y la ayudó a entrar, rodeo el auto, al subir ella me lanza una mirada asesina.

—¡Eres un mandón!—no evito reír, sabía dondw vivía, nunca la he visitado, desde que nos conocemos ella no deja de discutir.

Al llegar a su apartamento, la ayudó a bajar.

—Gracias —susurra, no se que decir ella no es amable conmigo desde que nos conocemos, decido hacer un chiste.

—Olvidé sacar el móvil y grabar tus gracias, mañana lo olvidarás y te convertirás en la bruja del cuento —sonrió.

*****

La brisa de la noche me ha ayudado a despejar un poco la mente, él me había traído a casa, estaba bromeando, estábamos de frente, sonreí, jamás le diría lo que estoy a punto de decirle si no estuviera bajo los efectos del alcohol.

—No me opondría a una relación con Danielle, si realmente la amarás a ella y no a Valeria.

La sonrisa en su precioso rostro se borra, su mandíbula se tensa, él era alto media 1.89, lo había leído en su expediente, yo, media 1.55, pero desde mi altura pude notar lo tenso que se había puesto.

—¿Qué has dicho? —su voz se volvió áspera

—Me escuchaste, me doy cuenta que no es a Danielle a quién miras, es a Valeria más joven en ella.

—¡Deja de ser metiche! —su voz retumba —No debo darte explicaciones de mi vida, pero estas equivocada, no puedes ir por la vida, levantando falsos y rumores, puede llegar a oídos de Maximiliano.

Río un poco, por no llorar, estaba enamorada de él.

—¿Crees que pierdo mi tiempo hablando de ti? —me giró —Gracias por traerme —había arruinado ese momento donde él hasta había bromeado conmigo, deje que los malditos celos me dominarán, él no era nada mío, siento que me sujeta del brazo.




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