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CAP 3

Querido diario, tenía tiempo que no escribía desde hace meses, hoy haré mi primera aparición pública como hija del capo de la mafia, se siente raro escribir esto. Lo único que extraño de asistir a un baile en Carsonn es que las amigas del príncipe nos ayudaban cuando no queríamos hacer nada. Creo que hoy todo saldrá bien, debe ser así, sé que para mi padre es muy importante todo esto. Hasta ahora entiendo que él necesita que todos entiendan que nosotros somos intocables, entiendo que él quiere compartir de su poder en el continente para que nosotros no tengamos miedo de nadie sino ellos de nosotros. Mi mente últimamente está un poco desordenada, mis pupilas se encuentran dilatadas la mayoría del tiempo y tengo qué usar gotas para tratar de disimular y nadie se de cuenta, sé que tardarán en darse cuenta. Agradezco a lo que sea que exista que no pudieron diagnosticarme en Carsonn, lo sé, es tan poco creíble pero sí, yo llegué ahí cómo una joven que no quería hacerle caso a mi padre, con una identidad que no era tan real, mi psicólogo que también era psiquiatra estuvo a punto, pero hasta que supo la verdad de todo lo que pasé y más lo que pasamos en el internado me aseguró que pondría primero nuestra amistad que su carrera. Todos al irnos de ahí no volvimos a ser los mismos, unos cambiaron de identidad, a otros se los tragó la tierra y los 7 volveremos a estar juntos, ya sea en esta vida o en la otra será así.

Dejo mi cuaderno gris en un cajón de la mesita, mi teléfono suena y al verlo leo un mensaje “Ya está hecho” y sonrío. Me termino de poner los guantes de seda cuando golpean mi puerta e indicio que entre.

—La pequeña ya ha salido del cascaron— me acerco a él y me pongo de espaldas

—Mi collar— le extiendo una cadena diminuta que sólo sobresale una gema roja y levanto mi cabello dándole acceso a mi cuello

—¿Debo poner a Uno para que espante a todos los buitres? — niego y cuando termina de poner mi collar me giro para verlo —Mi pequeña hermana está tan hermosa— Ryan me abraza —Pero en serio, le diré a Uno que esté vigilándote, irán varios amigos que en cuanto te vean se acercarán a ti, te van a querer bajar la lunas y las estrellas pero escúchame bien hermana, muchos prometen bajarte las constelaciones pero quédate con el que lo haga y no sólo hable, ¿entendido? — asiento deshaciendo el abrazo —Aunque nunca te pregunté esto pero ¿A ti te gustan las mujeres? — no contesto y me acerco hacia el tocador agarrando mi antifaz y mi bolso —No te juzgaré— rio al recordar que pensé lo mismo de mi mellizo

—Nada qué ver, aunque besé a una pero no es lo mío y no contó yo estaba digamos, un poco pasada de tragos, aun sigo tratando de recordar esa noche, pero no puedo— me encojo de hombros ofreciéndole mi brazo —Caballero ¿usted me escoltará? — él asiente y salimos de mi habitación, al bajar las escaleras veo algunos hombres, bajan la mirada. Por lo que he notado cuando Ryan está tratan de no verlo a los ojos. Salimos y está la Range Rover que nos llevará al salón

—Así qué, ¿quieres irte? — asiento, él cierra la puerta de la camioneta —Me alegro mucho de que tomes esa decisión por ti sola. Algo que no debería decirte, pero bueno, en fin, lo haré, Richie se fue contra su voluntad, lo encerré el primer mes. Él en las noches se la pasaba llorando y te llamaba en sueños, al día siguiente él no quería hablar de nada hasta que un día se encerró en el baño empezó a gritar, por un momento me recordó a mí cuando estaba en abstinencia por las drogas. Comenzó a divagar hasta que los muchachos tiraron la puerta y lo encontré llorando, abrazando sus piernas ese día me contó algunas cosas que no sabíamos, cosas que no puedo contarte, pero el Richard de ahora es muy diferente al que se fue— pasa su brazo por mis hombros —Él también ha estado entrenando, estuvo unos meses en una milicia—

—Gracias por ayudarlo Ryan, de verdad gracias porque yo sabía que él se guardaba todo, él veía cuando me hacían cosas, cuando ella se desquitaba con él yo sólo quería matarla. Me imagino que te contó lo de la fiesta— aclaro mi garganta para romper ese nudo en mi garganta que se forma —Yo sabía que desde esa noche él no sería el mismo, él con algunas personas era el más bueno, con otros era el déspota engreído que yo odiaba, pero lo entendía ¿sabes? Entendía que había veces que trataba mal a los demás para desahogar todo lo que le hicieron— él me mira a los ojos y suspira

—¿Y tú Reb, ¿cómo te desahogabas? — imágenes de hace dos años me llegan a la cabeza cuando empiezo a relatar

Subir a este nivel no es tan difícil si consigues una tarjeta de acceso, le doy una mirada al enfermero antes de acercarme a la puerta

—Tienes cincuenta minutos— entramos sin decir nada más, observo la silla que está ahí en medio, me siento y coloco mis brazos en las posaderas y agarro los tubos que se encuentran en ellas, él las asegura con los cinturones al igual que mis piernas, se para nuevamente y me coloca los cables con pegatinas en mis sienes, veo en el reflejo del gran espejo cómo mi rostro está lleno de ojeras, mi piel pálida y sonrío, el enfermero se va hacia los interruptores — ¿El de siempre? —  asiento. Al oprimir un botón siento cómo la corriente eléctrica llega desde mis manos hasta mis pies, siento mi cara como si varias personas me estuvieran dando bofetones.

Cierro mis ojos al sentir cómo poco a poco sube el nivel de las descargas, “terapia de choques eléctricos” implementada en el instituto Carsonn para los pacientes del nivel 3 y 4 en dónde se encuentran los más peligrosos o con problemas severos. Así es cómo consigo dormir, así es como consigo liberar todo, ellos lo llaman infierno, yo lo llamo desahogo o solución, muchos nadan, otros corren yo prefiero esto.

—MÁS— Le grito al enfermero, él obedece y siento cómo mis manos arden, escucho pitidos, comienzo a gritar. Veo como mi cabello está más alborotado de lo que estaba, lagrimas comienzan a salir al igual que carcajadas por dolor y angustia. Después de lo que siento cinco minutos más él apaga la maquina