Ella; lgbt

i.


               

 

Caminó entre las oscuras calles de la ciudad, alumbradas por la tenue luz de los faroles, aquel día se sentía extrañamente cálido a pesar de ser invierno, exhaló con desdén al ver los letreros neón que adornaban la fachada exterior del cine, hace un par de horas pensó que seria una buena idea, tal vez una película podría distraerla ¿Cierto? pero ya no se encontraba tan segura.

Sacudió su cabeza y se adentró al edificio, sus manos temblaban dentro de los bolsillos de su suéter al momento de pedir su entrada, por un momento se sintió aturdida al ver la cantidad de personas que se encontraban en la sala, tomó una gran bocanada de aire al sentarse en su puesto.

Parpadeó abrumada al momento de apagarse las luces, mordió su labio inferior tratando de ignorar el fuerte ruido de los altavoces, era como si cada sonido de la sala se hubiera amplificado, rápidamente apretó su agarre en los reposa brazos, inhaló y exhaló varias veces tratando de calmarse pero no pudo, no quería hacer una escena así que rápidamente se levantó y caminó a paso rápido hacia los baños.

Thenea se miró al espejo observando con detalle cada parte de su rostro, los oscuros círculos que sé encontraban bajo sus ojos, labios resecos y lo inflamados que se encontraban sus ojos.

Rápidamente sus ojos se llenaron de lágrimas ¿En que se había convertido? le preguntó una voz en su interior haciéndola estallar en sollozos, sabia que algo estaba mal con ella, pero lo ignoraba día a día, empeorando poco a poco. Miró a sus manos que reposaban en el lavamanos y se dio cuenta de las pequeñas heridas que se había ocasionado al cerrar inconscientemente sus manos con bastante fuerza.

 

—¿Te encuentras bien?— rompió el silencio una voz detrás de ella, dió un brinco antes de ver con ayuda del espejo a una chica detrás de ella, tenía el cabello oscuro, piel bronceada y ojos café. 

Algo en ella le resultaba extrañamente familiar, esa sensación de haberla visto antes, cálida hasta cierto punto, de repente Thenea volvió a la realidad, con un rápido movimiento secó las lagrimas que deslizaban a través de su rostro.

—Si, no tienes de que preocuparte— respondió forzando su voz, recogiendo la mochila que había dejado tirada en el suelo del baño, salió con rapidez.

Ahora se encontraba caminando por las solitarias calles, tirando de uno de los mechones de su cabello, estaba avergonzada, desde hace meses trataba de ocultar sus ataques de pánico, los odiaba, cada vez que tenia uno sentía como si solo estuviera creando escenas innecesarias.

Oh ¿Que pensaría aquella chica? Rápidamente colocó una de sus manos sobre su pecho teniendo una especie de Déjà vu. ¿De verdad llegaría el día en el que no sintiera un agujero en el pecho? Todo parecía tan lejano, era como si se encontrara en una especie de limbo.

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¡Muchas gracias por leer! Eres un sol




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