Creí comprender todo de mí, pero me equivoque... dentro de mí existe una necesidad, y no me refiero a una necesidad física; hablo de una necesidad del alma.
Tus ojos muestran tristeza; una tristeza que por muchas sonrisas que se dibujen en tu rostro se me son imposibles de no ver.
Dicen que la curiosidad es vanidosa y prepotente y tú mejor que nadie lo sabe, tu curiosidad ahora es una extraña obsesión conmigo, ¿Por qué? No lo sé.
Por ahora mi alma experimenta una extraña sensación de tranquilidad al saber que a unos metros descansas plácidamente sobre mi cama.
El sillón es incómodo.
Vaya que lo es.