— ¿Por qué lo haces?
—No tengo a nadie más...
Solloza apartando sus hermosos ojos café de mí.
—Claro que sí, tienes a tu familia, tus amigos.
Le digo ya cansado de lo mismo, son pasadas las dos de la madrugada y ahí esta ella, parada en medio de la sala despeinada y con un camisón todo sucio.
—Ellos no son importantes en mi vida, tú si lo eres...
Intenta acercarse pero hago señas con mis manos de que se detenga, lo hace titubeando unos segundos.
—¿Como una persona puede decir eso de su propia familia? Yo no soy importante en tu vida. Tú te estas creando un cuento en tu cabeza, has pasado la raya.
Intento controlarme y no armar un alboroto... ¡mierda! es imposible ya estoy hasta el colmo de todo esto. Es una chiquilla, una menor de edad metida en mi casa.
—Si lo eres... eres esa pequeña luz que necesito en mi vida...
Una sonrisa se curva en sus labios dejando atrás lo que antes le había pedido, se posiciona frente a mí e intenta tomar mi rostro; se lo impido alejándome.
— ¿Pero qué mierda dices? Eres una chiquilla y encima dices cosas totalmente fuera de lugar. Por tu bien te agradezco que regreses a tu casa, y no vuelvas otra vez. Deja de acosarme
—No soy una chiquilla, estoy a punto de cumplir la mayoría de edad. Y las cosas que digo están un cien por ciento en su lugar... yo no te acoso.
—Eres una menor de edad, invadiendo la privacidad de un adulto, no me importa tus teorías. SOLO TE QUIERO FUERA DE MI CASA Y QUE ME DEJES EN PAZ...
Mascullo con rabia. Sin percatarme de que vuelve a estar frente a mí, las lágrimas cubren sus ojos a mares vivos mientras que su cuerpo tiembla.
—Yo solo quiero estar junto a ti. Tú me das paz.
De un rápido movimiento sus brazos rodean mi cuerpo con fuerza. La muevo de un lado a otro para que se aleje, pero está se aferra a mí.
—Por favor suéltame...
—No. No. No... No, hasta que me digas que no me gritaras más y me dejaras aquí por favor...
Su voz se escucha en un pequeño susurro, mientras que su cuerpo tiembla sin control.
¿Por qué diablos me tiene que pasar esto a mí?
mi vida es un calvario total, y ahora esta chiquilla la vuelve más intolerante, esto es un bendito castigo.
Con mucho esfuerzo controlando mis ganas de sacarla a la fuerza de la casa, llevo mis manos a su espalda dando suaves caricias para que logre calmarse, de apoco siento como deja de temblar y va dejando la tela de la camisa.
— ¿Ya te has calmado?
—No...
Se abraza con más fuerza, vuelvo a intentar separarla, sin embargo, no hace más que pegarse como una garrapata.
—Estoy siendo pasivo contigo no abuses, niña...
— ¡QUE NO SOY UNA NIÑA, HOMBRE!
Grita alejándose.
Al menos sirvió para que se apartara.
—Aja, como digas. Sólo por esta noche, ni una más...
Demando con hostilidad.
Estoy cansado, tuve un día horrible y claramente no podré dormir tranquilo sabiendo que si le pasa algo mi conciencia me matará.
Me dirijo hasta la cocina dejándola sola. Minutos después escucho como una de las sillas de la mesa es arrastrada me giro y ahí esta de nuevo, observándome atentamente. Arqueo una de mis cejas al ver como sus mejillas van adquiriendo un suave rubor.
Completamente despeinada y su camisón de sólo mirarlo dan ganas de llorar.
"Deja lo desgraciado y ofrécele algo de ropa"
Podría ser. De esa manera no ensuciaría las sábanas.
—Buscaré algo que puedas ponerte, eso —señaló su ropa con mi dedo—. Da asco y las sábanas se cambiaron en la mañana...
—No hay problema dormiré como siempre, el sillón no se manchara.
Su voz cantarina le brinda ese toque de inocencia a su persona.
—No estas en condiciones de opinar.
Agacha su mirada asintiendo con la cabeza.
No hago caso al gesto, de ser así voy a terminar ahorcado con uno de los cables de luz.
Lo único que ha traído esta chiquilla es que mi mal humor sea un calvario.
Dormida se ve adorable y aunque me niegue la calma llega a mi alma.
Debo dar un alto a esta situación.
Nombre de Nuestro protagonista
/Adam Klein/