–ya estás lista hija – escucho la voz de mi madre a través de la puerta de mi habitación.
–en seguida voy madre– digo mientras veo mi reflejo en el espejo de mi habitación. Tengo puesto y vestido de gala color azul rey que termina hasta mis tobillos y deja al descubierto unos tacones de color plata a juego con mi cartera.
Tan solo ayer estaba disfrutando de pasar tiempo con mi hijo cuando por la tarde recibí una llamada de mi madre, me pedía que volviera, no dijo nada más ni espero respuesta de mi parte y colgó, recalcando que era muy importante.
Y aquí estoy, a punto de salir a una cena con un nuevo socio de mi padre.
–ya estoy lista madre– digo en cuánto terminó de bajar las escaleras para unirme a ellos.
En la entrada de la casa se encuentra ya listo el auto que nos llevará hasta el lugar donde será la tan aclamada “gala benefica“ pero se de sobra que lo único por lo que la gente asiste a esas reuniones es para aumentar el dinero en sus bolsillos sin importarles “dar un poco” a cambió de ganar el doble y es justo a eso a lo que vamos.
En el camino como es costumbre nadie dice nada, es tan asfixiante que siento incluso que estoy respirando demasiado fuerte, ya que eso y el sonido de las calles es lo único que logran escuchar mis oídos.
Al llegar al hotel (en donde tendrá lugar la famosa reunión) todos bajamos del auto y es aquí, en estos momentos, dónde siento que dentro de mi una vocecita me insta a parecer perfecta. Claro que aquella voz viene de la mano con la mirada mordaz que me dedica mi madre.
Me coloco al lado de mi padre y enderezó completamente la espalda alzando la cabeza en un acto reflejo de todo lo que me han enseñado por años. Es como si encendieras un suich que me hace repetir todo aquello que me han enseñado que debía ser.
–Bienvenido señor Prescott – escucho a un lado mío y volteo viendo a un hombre de la edad de mi padre acercarse en nuestra dirección en cuanto llega frente a nosotros nos saluda y mi madre y yo respondemos educadamente.
Y así pasan los siguientes minutos. Las personas se acercan a saludar, mi padre me presenta, repito cualquier saludo con una sonrisa en la cara ,hablan de cualquier cosa, se despiden y alguien más toma su lugar.
Escucho mil comentarios de lo “perfecta y educada que es su hija y lo honrados que se sentirían de tener a alguien así en su familia ” pero en el fondo se que no me quieren a mi, sino a todo eso que represento
–puedo ir al tocador –susurro en voz baja a mi madre esperando un sentimiento de su parte para poder alejarme por un momento de aquí.
– con su permiso– digo en el mismo instante que la veo asentir y me alejo antes de que cambie de opinión.
En el pasillo busco alguna ventana y en cuanto mi campo de visión detecta una me acerco casi corriendo para poder abrirla y sentir la brisa nocturna en mi rostro. Una vez que me siento calmada saco mi celular de mi cartera y marco ese número de nuevo.
–hola cariño – digo en cuanto la pantalla me muestra la carita de mi bebé acostado y arropado correctamente en su cama. Y doy gracias por tener a Bastián apoyándome en todo esto cuando lo veo a través dela pantalla ajitando exageradamente su mano para saludar, lo que hacer reír a mi hijo.
–bien que cuento podría leerte está noche – digo buscando en mi memoria todos los cuentos infantiles que aprendí de memoria.
–el de la cenicie...
–no ese no– escucho a Bastián quejarse lo que me saca una carcajada.
–podria ser el de la experta en unicornios.
–no, otro – dice Bastián acomodándose mejor para que los pueda ver a los dos a través de la pantalla.
–tal vez el del león – digo con duda.
–no ese tampoco, mejor inventa uno – dice y mi hijo chilla emocionado pues le gusta cuando un cuento es solo para él ( en este caso para ellos).
–vale, pues...
Hace mucho tiempo había una pequeña...ratona que vivía en una jaula pues una niña la tenía encerrada, ella se sentía muy sola, hasta que un día vio a más ratones,ella se sorprendió pues ninguno de ellos estaba encerrado como ella y parecían ser felices .Así que ella decidió que también quería ser libre, la ratona intentaba llamar su atención cuando los veía a lo lejos, pero nada parecía funcionar.
Una tarde se decidió a salir por si misma, así que espero hasta que fuera de noche y la niña estuviese dormida. Trataria de hacer botar el seguro que mantenía cerrada su jaula, así que con todas sus fuerzas jaló de la puerta pero nada.
Lo volvió a intentar y de nuevo nada. La ratona lo intento día y noche hasta que un día un ratón se acercó a su jaula y le pregunto porque se encontraba encerrada, ella le dijo que siempre había estado encerrada, el ratón se compadeció de ella e intento ayudarla a abrír su jaula y entre los dos lograron abrir la puerta para que la ratona pudiera salir.
Cuando por fin logro ser libre se llenó de alegría pues ahora podía ser feliz como los demás ratones, pero se sentía triste de dejar a la niña sola pues siempre había sido buena con ella así que decidió que no la quería dejar y le dijo su pensar al ratón.
El ratón la entendió pues la niña había cuidado de ella a pesar de tenerla dentro de una jaula, entonces le propuso que cada noche la ayudaría a salir para que pudiese salir a conocer el mundo de libertad y cuando estuviese a punto de amanecer la ayudaría a entrar.
Así paso el tiempo el ratón llegaba por las noches y la ratona compartía con el lo que la niña le dejadaba de comer, salían a conocer los alrededores y se divertían, para cuándo comenzará a salir el sol ayudarla a regresar a su jaula.
Pero una noche el ratón no llego, y las siguientes tampoco se apareció, ella no entendía porqu...
–ya parale ahí, ya se durmió– escucho una voz que me hace volver a la realidad y volteo a ver la pantalla –¿estás bien?– lo escucho preguntar
–si– murmuró y asiento con la cabeza en afirmación.
–vale, descansa pequeña ratona – dice mientras me guiña un ojo a través de la pantalla, su gesto me hace sonreír y quedarme viendo la pantalla aún cuando ya se cortó la llamada.