Ella no se suicidó

| Capítulo 1

—Sergio, tenemos que hacerte unas preguntas—anuncia el detective White, Sergio posa su vista momentáneamente en los detectives frente a él.

— ¿Cuánto llevas viviendo aquí?—pregunta la detective Loud.

—Desde los 4 años. Mi padre fue transferido ya que le habían asignado otro puesto en su trabajo.

— ¿Estudias en Sactum?—interroga el detective White.

—Sí. Estoy en el último año—responde volviendo su vista hacia la mesa, sus ojos están rojos como si en cualquier momento se soltase a llorar.

—Tranquilo, todo estará bien. Lo único que estamos haciendo es investigando para saber qué fue lo que sucedió—señala la detective Loud con una pequeña sonrisa hacía Sergio, quien aún sigue nervioso y esta vez, una lagrimas escapan de sus ojos.

Y con toda la razón.

Si apenas ayer fue hallado el cuerpo de Agatha Dafoe sin vida, cerca de la salida del bosque del pueblo. Ahora se encontraban algunos de los chicos, todos los que habían asistido a la fiesta, siendo interrogados en la estación de policías por dos detectives.

Todo para ver si podían descubrir al responsable de la muerte de Agatha.

— ¿Tú y Agatha asistían a la misma clase?—cuestiona el detective White y Sergio asiente— ¿Erais amigos?—él vuelve a asentir mientras empieza a derramar algunas lágrimas más.

{...}

"I'm a troubled man, changed by the things I do. True but it's funny how they all remember you..."

La canción "Happy Man" suena en mis audífonos cuando bajo las escaleras, me dirijo a la cocina para agarrar una manzana y después salgo de casa, no sin antes decirle a mi chofer que hoy iré caminando a la secundaria.

A pesar que mis padres siempre insisten que a donde sea que vaya siempre viaje en la limosina, muchas veces hago caso omiso a eso. Porque hay días que son muy bonitos para caminar que andar en un auto.

Ruedo mis ojos color miel al escuchar como la música se detiene por un momento, detengo mi caminar y saco el celular del bolsillo de mi enagua de cuadros rojinegra.

Al desbloquearlo veo que es un mensaje de Martina, mi mejor amiga, dice que ya ha llegado que me espera en la entrada y que no me tarde demasiado, le contesto de vuelta diciendo que estoy a una cuadra de llegar.

Vuelvo a guardar el celular y me pongo en marcha de nuevo, no sin antes amarrar los cordones de mi tenis blancas que se habían soltado.

— ¿Qué es esa cosa horrible que sostienes?—pregunta asqueada al ver como Martina sostiene un vaso con un líquido verde en su interior en cuanto llega a la entrada de la secundaria.

—Es mi batido de proteína, contiene apio, pepino y manzana verde—responde encogiendo los hombros—Sabe bien, no lo veas así—espeta después de rodar sus ojos celestes.

—Es que todavía no puedo entender como sigues al pie de la letra tus dietas. Si fuera yo ya la hubiera rompido desde el segundo día. ¿Es que acaso no conoces lo delicioso que son las hamburguesas con papas?—cuestiono cuando hemos llegado a nuestros casilleros.

—Sí blanquita, conozco la comida chatarra pero ya sabes que no soy muy fan de ella. Hay demasiada grasa en la comida así, grasa que poco a poco se va acumulando en tus caderas y puedes llegar a engordar—argumenta mientras cierra su casillero.

—Ya vas a volver a empezar con lo mismo—esta vez es mi turno de rodar los ojos—Y deja de llamarme blanquita, blanquita—le pido cuando he cerrado el casillero para después sacarle la lengua.

Martina es mala para poner apodos y es que cuando digo mala, es porque es muy mala para ello. Me dice blanquita cuando las dos somos del mismo color de piel, ella es la típica chica de sociedad con piel de porcelana y cabellera rubia.

—Lo seguiré repitiendo hasta que me hagas caso y dejes de comer tanto de esa comida chatarra. Ya sabes que debes cuidarte de no engordar porque de lo contrario no podrás seguir en el equipo de porristas.

— ¡No lo harías! — exclamo — Eres la capitana pero también mi mejor amiga—le recuerdo cuando entramos al laboratorio.

Nos dirigimos hacia la mesa del frente, ponemos nuestras cosas encima de la mesa y nos sentamos. Las mesas del laboratorio de química son para que nos sentemos en pareja, por lo general me siento con Martina o con mis otros amigos.

<<Hablando de los reyes de roma >> pensé.

—Hola pelirroja—saluda Sergio mientras despeina mi cabello, se sienta en la mesa de atrás y después sacude su cabellera negra para que se acomode.

Hace eso siempre ya que el largo de su cabello le llega arriba de sus ojos miel y eso le molesta, aunque cada vez que se le dice que lo corte no desea hacerlo.

—Hola chicas — saluda Lucy, con una sonrisa iluminando sus ojos marrones.

Su cabellera larga y castaña se agitó sobre su cuerpo delgado, el cual le daba resalte a su clara piel, en cuanto se sentó al lado de Sergio.

— ¿De qué habláis?—inquiere Lucy cruzando sus brazos encima de la mesa.

—Martina como siempre diciéndome lo malo y grasoso que es la comida chatarra — contesto encogiéndome de hombros. Lucy rueda sus ojos y Sergio ríe, una risa que hace que sus ojos marrones se achiquen un poco.

—Nunca podremos hacer nada para que Martina deje de hablar sobre lo bueno que es seguir una dieta.

—Exacto. Y tampoco de la moda-rio al ver que Martina suelta un bufido.

— ¡Hey! ¿Qué tal?—enuncia Pablo mientras nos sonríe y hace un saludo de manos con Sergio, luego se va a sentar con uno de sus amigos.

—Cuidado, Agatha. Se te ha salido la baba—se burla Sergio ya que me había quedado como boba viendo a Pablo, le saco la lengua.

—Aun no entiendo porque no le has hablado de mí si son colegas y aparte de eso, estáis juntos en el equipo de Lacrosse.

—Pero si tú le hablas también, boba—apunta mientras me pega en la cabeza con su dedo.



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En el texto hay: muertes, asesinos, detectives y policias

Editado: 11.09.2020

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