Ella no se suicidó

| Capítulo 7

“La confesión siempre es una debilidad. Un alma grave se guarda sus propios secretos y asume su castigo en silencio.”—Dorothy Dix.

Cuando el criminal acaba de cometer un acto delictivo, su primitiva preocupación es la de inventar una coartada creíble para tratar de engañar. ¿A quién? Ciertamente a las personas “normales”, a los detectives o en sí, a todo aquel que dude de que sucedió todo lo contrario.

Lo hacen tanto en los tiempos de lucidez como en los de mayor torpeza. Eh bien, ahora me preguntarás que ¿cómo? Pues sencillamente, viendo como el criminal desea pasar desapercibido tratando de actuar normal.

Todo se ve reflejado en sus pensamientos, en su forma de comportarse ante una situación, en lo que se empeña para tratar de ser como los demás o de seguir con la normalidad y solamente con el deseo de que le crean.

De ahí es donde salen las coartadas.

Las coartadas pueden tener distintos y bizarros fragmentos, consiguen ser diversos y variables, y tan sólo eso es por si solo complicado. Muchos son equivocadamente —error muy común en varios sujetos cuando no saben continuar con la mentira—la atención, aquí, es poderosamente importante para poder llegar a conocer si dicen la verdad o no.

Donde se debe de realizar el análisis del sujeto para tratar de descubrir cómo piensan, la forma de actuar y lo que los llevó a que cometieran el hecho.

Forma parte de un juego, una porción de observaciones y deducciones, todo se basará tanto en la validez de la deducción como en la calidad de la observación. Lo importante es saber lo que debe ser observado para que sea tomado en cuenta y atrapar al verdadero culpable antes de que logré salirse con la suya u otras personas tomen la justicia por manos propias.

— ¿Por qué estoy de nuevo aquí?—Lucy Tate mira confusa a los detectives en cuanto ellos entran a la sala de interrogación y toman asiento delante de ella.

—Hemos encontrado nueva evidencia que te incluye en el caso, Lucy—responde Loud poniendo las manos encima de la mesa y viéndola fijamente. —Supongo que tu padre no te ha dicho nada, ¿verdad?

— ¿Evidencia que me incrimina? ¿De qué estáis hablando? ¿Qué debió decirme mi padre?

—Creo que no nos has dicho toda la verdad, Lucy—menciona White en tono serio y ella los mira aún más confusa.

—No comprendo.

—Hagamos algo,  ¿por qué no nos cuenta lo último que solo vos y Agatha hicisteis?—pregunta Loud sonriéndole.

—Había cierta tristeza en ella últimamente. Lo notábamos porque sus ojos no tenían el mismo brillo de siempre.

—En Agatha ¿por qué?

—No era la misma y se le podía notar en kilómetros, así que fui a su casa un día y le pregunté la razón. Fue cuando me contó sobre su adopción.

— ¿Vos fuiste la que lo esparció por toda la secundaria?

—No. Nunca traicionaría su amistad de esa forma.

— ¿Sabes quién lo pudo haber hecho?

—No sé quién pudo haberlo hecho pero sé que fue alguien cercano, ya que solamente pocos sabíamos sobre eso—baja la vista hacia la mesa—No nos damos cuenta de que nuestras decisiones afectan a otros, de que cambiarán todo. Las decisiones que elegimos son permanentes y de ellas dependemos para saber en qué nos convertiremos al día siguiente—termina diciendo con un tono de voz triste.

{...}

— ¿Qué haces aquí?—gruñe Agatha en cuanto abre la puerta de su habitación.

—No es obvio—responde con obviedad Lucy con una sonrisa en su cara.

— ¡Aww, no! No voy a salir a correr con vos—Agatha nuevamente vuelve a acostarse en su cama.

— ¿Por qué?—Pregunta con voz irritada aproximándose hacia la cama de ella y cruzándose de brazos.

— ¡Porque es demasiado temprano!—exclama poniéndose la sabana en la cara, la cual Lucy le arrebata. — Lo único que quiero es seguir durmiendo—se lamenta poniendo cara triste.

—No y no. Esa cara no funciona conmigo, vamos a ir a correr hoy. Así que mueve el culo—agarro a Agatha por los brazos, la levantó de la cama y la guio hasta el armario.

—Está bien, está bien. Yo puedo vestirme sola—saco la ropa de hacer ejercicios y se dirigió al baño para cambiarse.

En cuanto comió un poco de cereal salieron de la casa, realizaron varios estiramientos y luego se pusieron en marcha.

….

—Ya no puedo más, Lucy—dice entrecortadamente Agatha mientras apoya sus manos en sus rodillas para tratar de recuperar aire.

—Vamos, vos podes. Solamente nos falta poco—menciona Lucy mientras que continua trotando y llega al lado de la chica que se ha sentado en el suelo—Eres porrista pero no aguantas correr, tía.

—Exacto. Soy porrista, lo único que debo de hacer es realizar piruetas y lucir bonita cada vez que hay un partido, todo lo contrario a tener que darle una vuelta al pueblo corriendo.

—Sos exagerada. Solo hemos corrido dos kilómetros—rueda los ojos.

— ¡Una eternidad!—exclama—caminemos de vuelta a la casa.

Lucy levanta el entrecejo y la vuelve a ver fijamente—Bien. Vamos—se resigna y deja de trotar para empezar a caminar junto a Agatha de vuelta hacia su casa.

— ¿Qué tienes, tía?

— ¿A qué te refieres?—Agatha la vuelve a mirar confusa.

—Has estado muy diferente estos últimos días. He notado que estas triste, ¿por qué?

— ¿Se me nota mucho?—Lucy asiente en respuesta—Me he enterado, de una forma  fea, de algo que ha hecho que perdiera toda la buena comunicación y confianza que tenía con mis padres.

—Y ¿qué es?

Agatha suspira y se detiene—Soy adoptada.

—Me estas vacilando, tía—ella niega— ¿Por qué tus padres no te lo contaron antes?

—Supongo que por miedo, el miedo hace que actuemos de forma equivoca muchas veces—se encoge de hombros y continua caminando, Lucy va a su lado.



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En el texto hay: muertes, asesinos, detectives y policias

Editado: 11.09.2020

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