Ella Quería Volar

8

Llegó cinco minutos tarde a la cita con su mejor amiga. Encontró a Gail parada en frente a la pizzería donde habían quedado encontrarse para almorzar. Después de saludar y recibir el bolso y la chaqueta que esta le había guardado desde la noche de la fiesta de graduación, entraron a un sitio decorado con paredes de tonos lila, cuadros en sus paredes que dejaban ver fotos de reconocidos artistas de cine, mesas de colores de diferentes colores, y lámparas que rimaban con el resto de la decoración. Decidieron pedir la pizza de jamón y champiñones acompañada por un par de gaseosas. Valérie pensó que su amiga lucía bastante atractiva. Sabía que le sentaba más la ropa informal, y su largo cabello suelto, que hacía juego con sus grandes ojos negros, que la ropa estilizada y los elegantes peinados con que la había visto la última vez.

–Primero cuéntamelo todo, y después yo te suelto la noticia que te tengo –dijo Gail recostando su espalda en la pared que se encontraba contra le mesa.

–¿Me tienes una noticia?, ¿de qué se trata? –dijo Valérie ladeando la cabeza.

–Ya te lo dije, cuéntame más detalles de lo que fue tu regreso a casa, y después será mi turno de hablar.

Valérie gastó un poco más de quince minutos haciendo un relato bastante detallado de lo que había sido su periplo, desde el momento en que Pierre la había perseguido, hasta cuando su mamá la había recibido en el apartamento. Gail no paró de hacer preguntas y de mostrar expresiones de asombro y preocupación. Parecía estar entendiendo que su mejor amiga había estado al borde de dejar de existir, o por lo menos se había visto envuelta en situaciones bastante peligrosas.

–¡Me alegra que estés bien amiga, y que tu mamá se esté portando de esa manera! –dijo Gail brindándole una sincera sonrisa cuando Valérie concluyó su relato.

–Gracias, en serio que cuando me estaban pateando en el piso pensé que era el final, no sabía si iban a parar… –sus ojos perecían perdidos en aquellos duros recuerdos.

–¿Piensas que estaban drogadas?

–No lo sé, sus ojos no lo demostraban, pero si no lo estaban, por lo menos si lo estaban buscando… –alcanzó a decir Valérie instantes antes de que la mesera les sirviera la pizza con los refrescos acompañantes.

–¡Esto se ve bueno! –dijo Gail, sirviéndole un pedazo a su amiga para luego poner uno sobre su propio plato.

–¿Y piensas buscar a tu borracho? –dijo Gail, dándole un mordisco a su pedazo de pizza.

–No te he terminado de contar esa parte –dijo Valérie haciendo lo propio con su comida–, pero cuéntame primero lo que me que prometiste y luego te hablo sobre el borracho.

–Bueno amiga…, no sé si esto sea bueno o malo, ¡pero es emocionante! –dijo Gail exponiendo su mejor sonrisa.

–Suéltalo ya, me estás poniendo nerviosa.

–Resulta amiga, que aquella noche, mientras esperaba a que aparecieras, ahí parada frente a la entrada del salón de fiestas, con tu abrigo y tu cartera en mi poder, se me acercó Pierre…

–Seguramente a preguntarte en dónde me encontraba yo para ir y terminar con su trabajo –dijo Valérie mientras arrugaba una de sus mejillas.

–No amiga, déjame que te cuente. Ya casi todo el mundo se había ido, yo creo que no quedábamos más de cinco o seis personas. De pronto se me acerca este sujeto, iba solo, y tenía el traje sucio, me imagino que por la caída que me contaste que tuvo mientras te perseguía…

–Ojalá se le hubiera roto –la interrumpió Valérie.

–Creo que no se le rompió, el caso es que se me acerca, me pregunta por ti, yo le dije que no sabía nada, que lo único de lo que estaba enterada era de que habías salido corriendo porque él te quería pegar por aquello que había sucedido en el baño con su novia, y que estaba esperando a ver si aparecías para llevarte a casa –la atractiva Gail intercalaba sus palabras con los mordiscos que daba a su pizza, mientras el continuo movimiento de sus brazos parecía hacer parte de su forma de expresarse.

–¿Y ya no estaba con los amigos?

–No amiga, estaba solo. Imagínate lo que me dijo a continuación: que todo había sido un malentendido, que estaba muy apenado contigo, y que te quería pedir disculpas.

–Ese salvaje, primero dispara y después pregunta –dijo Valérie meneando la cabeza.

–Tienes razón, pero lo mejor no es eso… Me contó que después de regresar de tu persecución, se fue a buscar a su novia… ¡Y que la encontró besándose en el baño con una muchacha que se parecía a ti!

–Es que Silvie estaba muy borracha –dijo Valérie.

–Tendría que estarlo, porque cuando él le reclamó, ella se limitó a decirle que se perdiera de su vista, ¡¿Te imaginas?! Y Pierre le dijo que se olvidara de él, y me dijo que había salido furioso del baño y que no quería saber más de esa mujer, y que estaba tremendamente arrepentido de lo que había hecho contigo, que tú siempre le habías caído bien, que eras la niña más linda de toda la clase, que había perdido la cabeza al perseguirte de esa manera, y que te quería hacer la mejor invitación de todas con tal de que lo perdonaras.

Pierre era un muchacho bastante apuesto, e inclusive un buen estudiante, pero la manera como había reaccionado aquella noche lo dejaba por fuera de cualquier posibilidad con Valérie, o al menos eso era lo que ella pensaba en ese momento.




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