Ella Quería Volar

13

No lograba decidirse. Tenía cinco dólares en el bolsillo, lo que la puso a escoger entre almorzar o guardar para el pasaje de autobús de regreso. Si tomaba el transporte público, estaría gastando un dólar con cincuenta, y sabía muy bien que tres dólares y medio no serían suficientes para un almuerzo decente. Había contado con recibir su pago de manos de Claire, lo que le habría permitido almorzar y darse unos cuantos gustos. Decidió entrar a una pequeña cafetería y tomarse un jugo de fresa con un pedazo de pastel de zanahoria y guardar el resto para volver a casa. Antes de regresar a la calle entró al baño de mujeres y le dio un retoque al escaso maquillaje que llevaba. Siempre había sido consciente de que era poco el que tenía que usar, gracias al atractivo tamaño de sus ojos ambarinos, sus largas y envidiables pestañas y el llamativo bronceado de su piel. No quería que los rastros de las lágrimas provocadas por las palabras de la dueña de la boutique se fueran a atravesar en su objetivo de conseguir un nuevo empleo. Sabía que tendría que ser contratada en un sitio en el que pagaran algo más que el sueldo mínimo, o de lo contrario no podría reunir lo suficiente en una semana para pagarle a la injusta señora. No sería nada fácil, pero pensó que tampoco sería imposible. Recorrió varias calles sin dejar de llenar solicitudes en diferentes clases de negocios. No dudó en entrar a ninguno de los sitios que, a través de anuncios en sus vitrinas, solicitaban gente para trabajar. Su recorrido comprendió dos lavanderías, tres restaurantes de comida rápida, dos tiendas de ropa y uno de aparatos electrónicos. Pero lo que no esperaba era encontrar uno de estos anuncios en la tienda de modelos en donde se había reencontrado con Iván, el borracho de la casa azul. Siempre había querido regresar a ese sitio, pero algo de orgullo, sumado a la falta de tiempo, no se lo habían permitido. Sin embargo, se sintió insegura de traspasar el umbral de su puerta. Era consciente de la necesidad de llenar la mayor cantidad de solicitudes de trabajo, y dado su amor por la aviación, sería interesante trabajar en un sitio que vendía pequeños modelos de toda clase de aviones. Pero al mismo tiempo pensaba que no sabría qué decir si se encontraba a Iván en su interior, y tampoco sabría cómo comportarse en caso de que le tocara trabajar al lado de la persona que le había llamado la atención como ninguno, pero que la había dejado plantada en su primera cita. Después de reflexionar por algunos segundos, decidió no perder la oportunidad de llenar una solicitud más, y de paso averiguar qué había sucedido con el atractivo personaje. Respiró profundo y tomó la manija de la puerta, sintiendo la frescura del aire acondicionado una vez se encontró en el interior del local. Para su sorpresa, detrás del mostrador no se hallaba la persona que esperaba, y en su lugar encontró a una atractiva muchacha de no más de diez y ocho años, quien no disimuló en lo más mínimo para inspeccionarla de pies a cabeza, con sus grandes ojos azules. Su cabello corto de color negro contrastaba con la blancura de su rostro, y la sonrisa con que recibió a Valérie, después de terminar su rápida inspección, no habría podido ser más atractiva.

–Hola, no son muchas las mujeres que entran aquí.

–Sí, me imagino… –dijo Valérie con una tímida sonrisa.

–¿Algún modelo en especial que te llame la atención? ¿Sería para ti o para tu novio? –preguntó la atractiva muchacha.

–No, en realidad estoy aquí por lo del aviso –respondió Valérie señalando en dirección a la vitrina.

–¡Qué tonta soy! Debí imaginarme que una niña tan linda no tenía por qué interesarse en cosas que son para hombres…

–No creas, la verdad es que me gustan mucho los aviones, y en poco tiempo empiezo mis clases de aviación –pensó que le estaba contando asuntos personales a una completa desconocida, pero al mismo tiempo sintió que la forma de ser y la energía desplegada por la encargada del lugar hacían fácil que esto sucediera.

–¡Suena fantástico! Solo con lo que me acabas de decir, me doy cuenta de que eres la persona correcta para trabajar aquí, debes conocer mucho sobre aviones…

–Sí, creo que en los modelos civiles conozco bastante, pero de los militares poco.

–Mira, yo casi no sé nada de aviones, pero creo que lo importante es conocer el precio de cada modelo y tener una buena sonrisa para los clientes, porque para llegar a conocer las características de todo lo que vendemos aquí tendrías que ser cono Iván, estar pegado a las enciclopedias día y noche…

–¿Iván? –la interrumpió Valérie.

–Sí, el muchacho que trabajaba aquí, antes de que tuviera el accidente, él sí conocía todo acerca de cualquier modelo…

–¿Se accidentó Iván? –la volvió a interrumpir Valérie, pensando que ahí podía estar la explicación al hecho de haberla dejado plantada.

–¿Lo conoces?

–Si te refieres al que trabajaba aquí, sí, lo he visto un par de veces, pero ¿qué le sucedió?

–Fue el viernes de la semana pasada, cuando terminó de trabajar aquí salió apresuradamente a cumplir una cita, parece que iba algo tarde y por andar corriendo no se fijó y cuando fue a cruzar una calle un auto lo atropelló…

–¡No puede ser! –dijo Valérie sin lograr disimular su expresión de sorpresa mientras llegaba a la conclusión de que el día y la hora del accidente coincidían con el momento en el que había quedado de verse con ella.

–Todos estábamos preocupados…, te cuento que llegamos a creer que lo perdíamos…




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