Al llegar a casa, su madre la encontró metida entre las cobijas y con los ojos rojos. Se notaba que había llorado. No tardó en sentarse a su lado, saludarla cariñosamente, y escuchar el relato que su hija le tenía acerca de los sucesos recientemente acaecidos.
–Hija, tú tienes un problema que tal vez muchas quisieran tener –dijo la joven señora cuando su hija terminó de hablar–: eres extremadamente bella y tu rostro angelical, acompañado de tu figura perfecta, despierta celos y envidia en las otras mujeres…
–Solo lo dices porque eres mi madre –dijo Valérie meneando la cabeza.
–No solo lo digo yo, lo dice mucha gente.
–Mamá, estamos hablando de dos señoras mayores…
–Con mayor razón, ellas han empezado a perder su belleza y es el momento en el que más rabia sienten.
–Pero es injusto, yo no me robé nada, y tampoco conducía el auto que atropelló a Iván.
–Son los desafíos que nos pone la vida: has dejado de ser la niña de colegio, ahora te empiezas a enfrentar a cosas diferentes, cosas nuevas. En esta nueva etapa los errores no se pagan con una mala calificación, ahora te llevan a consecuencias más serias.
–Pero no fue mi culpa… –protestó la linda niña.
–Tu deber y tu responsabilidad consistían en estar al frente de la tienda, cuidar todas las prendas que allí se venden… Sé que lo que sucedió no era lo que querías, y que en cierta manera la dueña está siendo injusta al haberte echado y estar cobrándote el costo de ese vestido, pero precisamente en eso consiste la responsabilidad; de eso se trata el mundo real.
Si ese era el mundo real, no quería saber nada de él. Aunque sentía que su infancia en el colegio había estado lejos de ser lo que ella podría considerar como un positivo periodo de aprendizaje, lo que se venía parecía ser algo mucho peor. Siempre se consideró una persona recta y responsable, pero de alguna manera, su antigua empleadora y su propia madre la estaban haciendo sentir como si fuese todo lo contrario. Le hubiera gustado ser una de esas personas algo más rudas, de las que suelen protestar y enfrentarse al mundo con mayor decisión. Sin embargo pensó que su manera dulce y tierna, pero también vulnerable mostrada hasta el momento, la habían llevado a mantenerse alejada de grandes problemas, de distracciones poco convenientes, logrando que se convirtiera en la mejor alumna de su clase, y gracias a ello, ganarse la beca para estudiar la carrera de sus sueños.
–Entonces el mundo real me dice que, si no consigo un trabajo en menos de un par de días, terminaré en alguna clase de reformatorio para menores de edad… –las lágrimas no demoraron en empezar a rodar por sus mejillas.
–Tienes que aceptar lo primero que te salga. Pero tranquilízate, si para el próximo viernes no has logrado reunir los trescientos dólares, yo trataré de conseguir el resto –dijo France arrugando los labios al mismo tiempo que pasaba el dorso de su mano por la mejilla de Valérie.
–A duras penas logras reunir para pagar la renta y la comida…
–Lo sé, pero no voy a permitir que mi bebé termine encerrada en un sitio de esos –dijo France abrazando a su hija.
–Gracias mamá…
–Y por ese muchacho no te preocupes, creo que a la hora de la verdad no te conviene…
–¿Por qué dices eso?
–Nena, tú eres una persona buena, una niña dulce y tierna, y sé perfectamente que no te gustaría lidiar con una suegra de esas cualidades…
–Pero estaría saliendo con Iván, no con su madre.
–Cuando te ennovias con alguien, te ennovias con toda la familia, a menos que la persona esté totalmente sola, lo cual no parece ser el caso.
–Es el colmo, nunca me había sentido tan atraída por alguien… –dijo Valérie sacudiendo la cabeza.
–Solo es el comienzo… Con tu belleza, sé que vas a tener miles de oportunidades, y todas mucho mejores que esta –dijo France acomodando un mechón de pelo que se había atravesado en el angelical rostro de su hija.
–¿Entonces crees que será mejor que no lo busque más?
–Si lo haces, debes estar preparada para nadar contra la corriente… No sería un viaje fácil de disfrutar, y te estaría desconcentrando en tu objetivo de llegar a ser piloto de una gran aerolínea.
–En eso tienes razón –dijo Valérie arrugando el cachete–, ¿pero si él me busca?, ¿si decide llamarme? Él tiene mi número de teléfono…
–Supongo que sería más fácil, pero de todas maneras su madre estaría ahí…
–Es como la bruja mala de los cuentos de hadas…
–Exactamente, y eso te convierte a ti en la bella e inocente princesa –adhirió France con una tierna sonrisa.
–Pero quiero dejar de ser la niñita inocente, creo que nadie confiaría en mí.
–Has logrado mucho con esa hermosa manera que tienes de ser, es lo que te caracteriza, no creo que sea la hora de cambiar…
–Pero si no cambio, siempre le estaré dando ventaja a la gente que se quiere aprovechar de mí…
–Pero en el camino largo, serás tú la que triunfe… La recompensa será haber ganado la guerra, y no una simple batalla.