Ella Quería Volar

17

<<Querida hija,

No te imaginas lo mucho que te extraño. Las cosas no han sido fáciles, pero afortunadamente todo empieza a verse mejor. Sé que hace más de dos meses no te escribía, pero el trabajo en la mina no ha sido fácil y la mayor parte del tiempo me encuentro en lugares en los que la comunicación es casi que imposible. Me fascinó leer la noticia de tu grado, te felicito mucho por ese logro y te vuelo a felicitar por la beca que me cuentas que obtuviste para estudiar la carrera de tus sueños. Creo que, de no ser por eso, habría sido casi que imposible que lo hicieras. Estoy tratando de reunir el dinero para irte a visitar, pero cada vez que logro juntar más de unos pocos dólares, se presenta alguna situación que hace que todo el ahorro se vuelva a perder. Pero imagino que una que vez obtengas tu licencia de piloto podrás volar hasta estas lejanas tierras y visitar a tu padre. Solo bromeaba… Pero recuerda que Colombia no está tan lejos y que, si algún día decides conocer algún otro país, este es bastante interesante, el típico lugar donde puedes aprender muchas cosas nuevas. Debo regresar a la mina en este momento, pero no te olvides de escribir y espero verte pronto.

Te quiere,

Tu padre. >>

No solía recibir muchas cartas de su padre. Contando la que tenía en sus manos, pensó que el número no superaría las cinco o seis desde su partida. Abrió la caja rosada que mantenía encima de su peinador y la guardó junto a las que había recibido anteriormente. La cerró cuidadosamente mientras pensaba en la clase de sitio en el que debía estar su padre. Solo sabía que se trataba de una mina de oro en un pueblo de Colombia llamado Barbacoas, en la cual él era uno de los capataces, que era un lugar en el que siempre hacía calor, la nieve era inexistente, y el progreso se había olvidado de pasar por ahí. Pero si ni siquiera había estado en Ontario, que era la provincia vecina, y a la que se podía llegar en autobús en menos de dos o tres horas, mucho menos podría prestar atención a las alucinantes palabras de su padre invitándola a visitar un sitio que se encontraba a más de cuatro mil kilómetros de distancia. Pero si su sueño se cumplía, y llegaba a ser contratada por una aerolínea comercial, podría llegar a ser posible que algún día lograra poner sus pies sobre el mismo suelo en el que su padre había decidido labrar su futuro. Si su estilo de vida, sus costumbres y preferencias no lo dejaban hacer el esfuerzo suficiente para reunirse con ella, lo único que quedaba era que ella tratara de reunirse con él, aunque por ahora era algo que se veía tan difícil como que la madre de Iván llegase a ser una señora simpática y comprensiva. Se levantó de la pequeña butaca después de dar un rápido repaso al escaso maquillaje que solía usar, se puso los zapatos y salió con rumbo a la parada del autobús. Estaba a punto de empezar su quinto día de trabajo en la pizzería. Era viernes, ya tenía en su bolsillo el dinero suficiente para llevar a la boutique de Claire, todo gracias a las jugosas propinas recibidas, lo cual hacía que no fuera necesario esperar por el pago que recibiría esa noche por parte de su jefe.

Su reloj de pulso marcaba cinco minutos antes de las once de la mañana en el momento en que ingresó a la pizzería. Sus compañeras de trabajo, Claudette y Nadine, revoloteaban por todo el lugar, juntando unas mesas con otras, tratando de crear lo que sería una gran sección para atender el almuerzo de más de treinta personas pertenecientes a una empresa.

–Hoy vienen los de <<Artmusic>> a almorzar y parece que se quedarán a tomar unos tragos, siento decirte que no podremos tomar el acostumbrado descanso, tenemos que estar todas para atenderlos muy bien, es lo que quiere Steve… –le dijo Nadine a Valérie cuando la vio entrar al recinto. Las cosas se complicaban nuevamente: tenía plazo hasta las seis de la tarde, hora en que cerraban la boutique, para llevarle el dinero a Claire, pero si no podía dejar la pizzería antes de las nueve o diez de la noche, estaría en problemas.

–Tengo un problema con eso –dijo ella mostrando la preocupación en su lindo rostro.

–Tendrás que esperar a que Steve regrese para que se lo cuentes… –dijo su compañera con la mirada concentrada en la forma como estaban quedando organizadas las mesas–, por ahora ayúdanos a poner manteles limpios.

Poco antes del mediodía el restaurante se empezó a llenar. Aparte de la gente de la empresa de discos, las pocas mesas que estos no ocupaban fueron tomadas por grupos más pequeños de clientes. A las doce y quince el lugar se encontraba totalmente lleno, viéndose obligadas sus atractivas meseras a devolver a los que llegaban en busca de una mesa. Claudette le mencionó a Valérie que Steve estaba consiguiendo nuevos barriles de cerveza, dado que sus distribuidores parecían haber olvidado pasar en las horas de la mañana. A medida que pasaban los minutos aumentaban el trabajo y la preocupación de Valérie. Era evidente que la necesitaban allí; dejar a sus dos compañeras atendiendo a más de sesenta personas, para ir hasta la boutique a entregar el dinero, sería una locura impensable. Tenía le esperanza de que después de las dos o tres de la tarde, cuando solo quedaran en el restaurante los empleados de la disquera, las cosas serían más fáciles para todos y podría pedir el permiso que necesitaba. Un poco antes de la una se vio obligada a acercarse a la puerta de servicio para ayudar a su jefe con los seis barriles de cerveza que había adquirido directamente en la distribuidora.

–¡Es una locura Val! No te imaginas lo que es atravesar toda la ciudad para conseguir la cantidad de cerveza que necesitamos para el fin de semana, y si no vas hasta allá, te va a salir mucho más costoso –dijo Steve con esfuerzo mientras cargaba uno de los barriles con la ayuda de ella. Sabía que era el momento menos indicado para hablarle de permisos; tendría que esperar a que la pizzería se empezara a desocupar.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.