Ella Quería Volar

18

No tardaron en aparecer los muchachos del equipo de fútbol. Algunos de ellos aún conservaban las camisetas rojas del uniforme, otros tenían la vestimenta cambiada, y las que parecían ser sus novias lucían shorts y franelas apropiadas para la estación de verano. Se fueron acomodando rápidamente en los lugares que Steve había reservado para ellos, lo que produjo que la totalidad del restaurante, siendo algo más de las tres de la tarde, se encontraba ocupado por dos grandes grupos. Valérie calculó que la edad promedio de los que acababan de entrar podría estar alrededor de los diez y nueve o veinte años, mientras que la del grupo que estaba allí desde la hora del almuerzo podría estar alrededor de los veinticinco o veintiséis. Ella y Nadine se encargaron de tomar los pedidos de los futbolistas mientras que su compañera Claudette continuaba atendiendo los requerimientos de la gente de la empresa de discos, los cuales cada vez más se concentraban en órdenes de nuevas jarras de cerveza helada. Siendo las cuatro de la tarde, Steve le comentó que tres de los barriles que había traído unas pocas horas antes ya se habían terminado, lo que, sin temor a equivocarse, indicaba que seguiría siendo un día perfecto para el negocio. Sin embargo, Valérie se empezaba a preocupar en vista de que su amiga no aparecía. La promesa de pasar por el restaurante después de media hora no se estaba cumpliendo, especialmente si tenía en cuenta que la llamada telefónica había sido hecha hace más de una hora y media. Pensó que si para las cinco de la tarde Gail no aparecía, no tendría más remedio que inventar la manera de conseguir un permiso de quince o veinte minutos que le permitiera ir hasta la boutique de Claire.

La tarde continuaba bastante agitada, y ya se podía notar que algunos de los clientes pertenecientes a la disquera habían bebido más de lo aconsejable. A la nueva mesera le llamó la atención la forma como un muchacho de cabello crespo y rubio no paraba de fijarse en ella. Se podría decir que era atractivo a los veintiséis o veintisiete años que reflejaba tener. La que parecía ser su novia, una muchacha que lucía algo menor, de cabello largo castaño y ojos grandes y negros, no dejaba de consentirlo, rascándole suavemente el cuello con una de sus manos, mientras que con la otra se ocupaba en agarrar el vaso de cerveza que continuamente llevaba a su boca. Valérie se empezó a sentir incómoda, especialmente cuando la novia de su admirador se dio cuenta de lo que estaba sucediendo, y cambió la amplia sonrisa que hasta el momento había exhibido por una clara expresión de desprecio hacia la persona que los atendía. A pocos metros de allí, el grupo de futbolistas que había consumido diferentes sabores de pizzas y ahora se encontraba ordenando su tercera ronda de cervezas, también empezaba a mostrar los efectos de la bebida en algunos de sus integrantes.

–Si estos no paran de beber, más de uno va a salir gateando de este lugar –le dijo Nadine a Valérie mientras llenaban sendas jarras de cerveza junto a la barra.

–Tienes razón… Y me tiene aburrida el rubio de los crespos. A pesar de que está con su novia, no para de mirarme…

–Pero no está nada mal, deberías aprovechar… –dijo Nadine adjuntando una sonrisa más que pícara.

–Si tú te encargas de responder por la furia de su novia, creo que no habría ningún problema –dijo una sonriente Valérie.

–¿Tienes novio? –preguntó Nadine.

–No, nunca he tenido… –respondió Valérie luciendo una tímida sonrisa.

–¡No te lo puedo creer! Con esa cara de muñeca que tienes… ¿O es que no te gustan los hombres? –preguntó Nadine con una sonrisa maliciosa.

–Me fascinan, es solo que no se ha presentado el indicado, supongo…

–Bastante exigente nuestra nueva compañera –dijo Nadine terminando de llenar su jarra.

–Hay un muchacho que me gusta mucho, y creo que yo le gusto, pero su madre es una verdadera bruja –dijo Valérie cerrando la llave del pequeño grifo por el que salía la cerveza.

–Más tarde me cuentas, por ahora sirvámosle este líquido si no queremos que empiecen a gritar –dijo Nadine antes de dirigirse al grupo de la disquera. Valérie la siguió cargando la pesada jarra de cerveza, pero en el momento en que pasaba por el lado de la novia del de los crespos rubios, esta sacó disimuladamente la pierna interponiéndola en el camino de la linda mesera, provocando que perdiera el equilibrio y cayera de bruces contra la alfombra, logrando no solamente que la cerveza se derramara, sino también que golpeara su muñeca derecha contra la pata de una de las sillas, provocándole un inmenso dolor que fue seguido por un pequeño grito y un par de lágrimas en sus mejillas. La humillación que sintió solo se podía comparar con el dolor en su muñeca. Se puso de pie con la ayuda de Nadine, solo para darse cuenta que una de las muchachas que se encontraba con el grupo de futbolistas dejaba rápidamente su puesto y se dirigía hacia la causante del accidente. Se trataba de una rubia de cabello largo y llamativos ojos grises, con lo que podría denominarse una nariz perfecta, y que vestía una camiseta esqueleto negra y unos short de jean.

–¿Se puede saber que carajos te pasa? –fueron las palabras que dirigió a la novia del de los crespos rubios.

–No sé de qué me hablas –le respondió mirando a la rubia con sonrisa de burla.

–Le hiciste zancadilla a esta niña, no te hagas la pendeja –dijo la rubia señalando a Valérie.

–Es verdad yo la vi –dijo uno de los futbolistas poniéndose de pie.




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