Ella Quería Volar

20

A pesar de encontrarlo en una silla de ruedas, y de que su rostro diera la impresión de lucir un poco más delgado, a Valérie le pareció que el borracho de la casa azul no dejaba de ser un muchacho sumamente atractivo. No paró de fijarse en su rostro hasta darse cuenta de que Iván le estaba sonriendo, gesto que la llevó a detenerse súbitamente, y de tal manera, que no dejó de llamar la atención de su antigua empleadora.

–¿Estás bien? –preguntó la señora poniendo suavemente su mano sobre el hombro de la muchacha.

–Sí…, es que conozco a ese muchacho, y hace algún tiempo que no lo veía…

El gesto de Iván no hubiese podido expresar mayor felicidad. Sin esperar a que la enfermera detuviera la silla, intentó ponerse de pie, solo para lograr que esta le pusiera la mano en el pecho evitando que la impulsividad de su movimiento lograra mandarlo contra el piso.

–Que hayas visto una linda muchacha no es razón suficiente para que salgas corriendo –dijo la joven enfermera antes de detener la silla de ruedas justo en el momento en que se encontraron frente a Valérie y su acompañante.

–Veo que no soy el único accidentado –dijo Iván fijando los ojos en el brazo enyesado de su amiga.

–Tropecé en el trabajo esta mañana, es solo una pequeña fisura –dijo ella pasando su mano derecha sobre el yeso.

–Y supongo que la señora es tu mamá… –dijo Iván ofreciéndole una cálida sonrisa a Claire.

–No, solo la estoy acompañando, soy su antigua empleadora –dijo Claire devolviendo la sonrisa.

–Ya que estamos de presentaciones, ella es mi enfermera favorita, se llama Susy –dijo Iván indicando con su mano a la joven muchacha de cabello rubio que permanecía detrás suyo, la cual se limitó a sonreír.

–Te vine a visitar cuando me enteré de tu accidente, pero tu mamá no me permitió entrar a tu habitación –dijo Valérie.

–¿Y cuándo fue eso? –preguntó el borracho de la casa azul con un claro gesto de disgusto.

–Creo que el viernes pasado…

–Debí suponerlo… pero ¿cómo te enteraste de mi accidente?

–Pasé por la tienda de modelos a buscarte, y la muchacha que estaba atendiendo me lo contó.

–Sí…, todo ocurrió cuando me dirigía a cumplirte la cita, no me fijé en un auto que venía y me le atravesé… –dijo Iván sacudiendo la cabeza.

–Creo que tiene suerte de estar aún entre nosotros –intervino la joven enfermera.

–¿Pero vas a estar bien? –preguntó Valérie antes de morderse el labio inferior y fijar su vista en la silla de ruedas.

–No te preocupes, en un par de días me darán de alta y podremos salir a bailar toda la noche –dijo él antes de sonreír.

–Al principio tendrá que tomarlo con calma, pero afortunadamente las lesiones sufridas no serán permanentes –dijo la enfermera.

–Valérie, apenas salga de aquí te llamaré para que nos veamos, si es que aún quieres verme…

–Sí, estaré esperando tu llamada, creo que me debes una cena –dijo ella sin olvidar de sonreír.

Cada grupo continuó su camino y una vez Valérie estuvo sentada en el interior del auto de Claire, esta le preguntó:

–¿Se trata de uno de tus admiradores? Es un muchacho muy guapo…

–Supongo… Solo lo he visto un par de veces… Íbamos a salir a cenar la noche en que tuvo el accidente.

–No quiero meterme en tu vida privada, pero ese muchacho me dio una buena impresión, creo que tiene una buena energía…

De un momento a otro su antigua empleadora pasaba de ser la señora regañona e injusta a la amiga comprensiva y confidente.

–Él es muy querido, pero su mamá es todo lo contrario…

–Probablemente se trata de una madre celosa, con el aspecto que tiene tu amigo, no me sorprendería si tuviera docenas de muchachas detrás de él –dijo Claire al mismo tiempo que ponía el auto en marcha.

–Creo que eso tampoco es bueno… No sé si podría confiar en alguien con tantas admiradoras.

–Es solo una suposición… Pero por la forma en que te miró, creo que tú eres la que ha escogido.

–Solo espero que se mejore pronto para poder tratarlo un poco más.

–Nunca deseches las buenas oportunidades, nunca se sabe en qué momento se vuelvan a presentar –dijo Claire empezando a luchar con el tráfico del centro de Montreal.

–Creo que tiene razón, pero no sé si cuando empiece a estudiar tendré mucho tiempo para andar con amigos.

–Siempre hay tiempo para todo, solo consiste en que te organices, lo que me lleva a recordarte el ofrecimiento que te hice. Cuando estés bien de tu muñeca, estás invitada a retomar tu trabajo en mi tienda, así sea por medio tiempo, o lo que puedas cuadrar junto con tus clases.

–¿Por qué querría contratar a alguien que se dejó robar?

–Que hayas llegado hoy para cumplir con tu obligación es algo que dice mucho de ti. Creo que eres una muchacha buena y responsable… Solo necesitas ganar un poco más de experiencia, lo que lograrás con el paso de los días. Lo importante es que siempre debes recordar que el mundo está lleno de gente mala, de los que quieren hacerte daño o simplemente sacar ventaja de ti… Y creo que les gusta aprovecharse aún más cuando ven una muchacha joven y bonita… Pero eso lo irás aprendiendo poco a poco, ahora déjame llevarte hasta tu casa, no estaría bien que tuvieras que luchar con tu brazo así en este viernes de locura.




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