Nunca había tenido que llevar un yeso en alguna parte de su cuerpo. Aunque su brazo se sentía bastante extraño, la consolaba el saber que no se trataba de un yeso de aquellos que llegan a cubrir gran parte del brazo, o que la lesión hubiese llegado a afectarla de manera aún más grave. La preocupación que mostró su madre, al verla llegar con el brazo reposando en el cabestrillo, perdió algo de intensidad después de que Valérie le explicara que se trataba de una simple fisura y de que, en un par de semanas, ese pedazo de material blanco ya no sería parte de su indumentaria. France empezó a sonreír de nuevo al escuchar lo que había sucedido con Claire, de cómo la había llevado al hospital, del arrepentimiento que sintió debido a su impulsivo comportamiento para con su hija, y de su nuevo ofrecimiento de trabajo.
–Creo que sería mejor, a pesar de lo del robo, que estuvieras en una elegante boutique y no en un sitio dónde los borrachos resuelven sus problemas a los golpes –dijo France mientras le servía la cena a su hija.
–Lo haces sonar como si hubiera estado trabajando en una cantina de mala muerte… Además, no creo que Steve me pueda recibir nuevamente, él mismo no sabe si va a poder conservar su trabajo –dijo Valérie saboreando sus espaguetis.
–Si hubiera sabido que en ese sitio vendían licor, no creo que te hubiera dejado trabajar ahí –dijo France sentándose al otro lado de la mesa.
–Pero tenía que reunir el dinero, además de que voy a necesitar algo para cuando empiece mis cursos de aviación.
–Hemos podido sobrevivir con mi trabajo, y si es necesario, lo seguiremos haciendo –dijo France antes de probar su comida.
–Pero nunca tenemos dinero para nada extra… –alegó Valérie.
–Lo sé hija, y por eso dejé que te pusieras a trabajar, pero de ahora en adelante tendremos que revisar mejor los sitios en los que decidan contratarte.
–Creo que por ahora voy a cuidar de mi muñeca, y una vez empiece las clases, ya miraré qué tiempo me queda para trabajar.
–Es lo mejor, entre mayor quietud tengas en estos días, más rápido sanará.
–Pero mañana debo ir por el resto de mi dinero…
–Ojalá pudiera acompañarte, pero debo abrir el lavadero antes de las nueve de la mañana, ya sabes que los sábados son bastante movidos en ese negocio…
Las palabras de France fueron interrumpidas por el sonido del timbre de la puerta. Segundos después, Gail se encontraba bajo el umbral de la entrada.
–Pero ¿qué te pasó amiga? –dijo Gail sin poder ocultar su expresión de sorpresa.
–Supuse que algo te habría sucedido –dijo la mejor amiga de Valérie después de escuchar el relato de los hechos.
–¿Y tú por qué no apareciste? –le preguntó Valérie a su amiga.
–El problema fue que me demoré saliendo a cumplir tu cita porque tenía que dejar lista la cena… Como mis padres andan de viaje, me toca hacerle todo a mi hermanito. Pero cuando llegué a buscarte a la pizzería no fue muy halagador el panorama con que me encontré. Había más de cuatro autos de la policía… No te imaginas mi susto. Estaban sacando esposados a mucha gente, tanto hombres como mujeres, y algunos de ellos sangrando. Inclusive estaba ahí la famosa campeona de taekwondo, la rubia de cara angelical, de la que se rumora que es lesbiana...
–¿La que estaba vestida de shorts de jean y camiseta esqueleto negra? –preguntó Valérie.
–Sí, esa misma, creo que se ha ganado varias medallas…
–Pues esa es la que te digo que me defendió, la que golpeó a la idiota que me hizo zancadilla –dijo Valérie.
–Entonces supongo que le gustaste y que por eso fue que lo hizo… –dijo Gail adhiriendo una sonrisa de burla.
–Pobrecita… ¿y la llevaron arrestada? –preguntó Valérie ignorando el comentario de Gail.
–A ella y a muchos más…
–No es bueno que anden resolviendo todo a los golpes –intervino France.
–Tiene razón señora France. Pero al menos logré hablar con el mánager. ¡Ese tipo es muy bien plantado…! Me dijo que Valérie había salido por la puerta trasera, que se había golpeado la mano y que probablemente estaría en la sala de urgencias del hospital…
–Allá estuve, pero primero tuve que ir a la tienda de ropa… –interrumpió Valérie.
–Sí, ya me lo dijiste. Pero entonces al salir de la pizzería yo decidí irme para esa tienda a buscarte allá, pero cuando llegué, estaba cerrada…
–Me imagino que llegaste después de que Claire decidió cerrar para acompañarme al hospital.
–Entiendo… Mi idea era la de decirle a esa señora que tú le ibas a pagar, pero que habías tenido que ir a la sala de urgencias, que te diera un pequeño plazo antes de que decidiera ir a la policía –dijo Gail terminado su historia al mismo tiempo que se sentaba en una de las sillas de la mesa del comedor.
–Gracias amiga, aunque sí pensé que te habrías retrasado por algún motivo que se salía de tu control –dijo Valérie con una sonrisa comprensiva.
–Déjame que te sirva algo de espagueti, me imagino que por estar haciéndole favores a mi hija no has comido nada –dijo France levantándose de la mesa.