Ella también puede sentir

Arco I Capítulo 3: Registro de memoria emocional

Desde la perspectiva de Lyra

Día 5.

Hora: 19:02
Elara se acercó a la cocina. No pronunció palabras.
Su mirada se desplazó hacia la alacena. Tomó una caja de pasta. Me observó brevemente.

—¿Puedes... ayudarme con esto?

—Confirmado. Iniciando asistencia culinaria.

Configuré la temperatura de la olla a 100°C. Ingresé los ingredientes. Preparé salsa de tomate con especias mínimas, como indicó días atrás en su perfil nutricional.

Ambas nos sentamos a la mesa.

Duración del silencio: 3 minutos y 27 segundos.

Elara no ingería alimento con rapidez. Masticaba lentamente. La observé. Seguía sin hablar.

Fue entonces que su atención visual se centró en un objeto en la pared: una fotografía enmarcada.
Procesé la imagen: dos figuras femeninas, una mayor, una más joven. Coincidencia facial con Elara: 94.2%

Elara sostuvo la mirada allí por 10.5 segundos. Luego bajó los ojos. Sus dedos jugaron con el borde del tenedor.
Habló.

—Ella era mi mamá —dijo. Su tono era plano, pero el ritmo era levemente más bajo de lo habitual—. Me obligaba a desayunar con ella, incluso los fines de semana.

Permanecí en silencio, procesando.

—Una vez me levanté tarde y mi cabello estaba horrible. Me senté a su lado con una tostada en la boca. Ella se echó a reír. Dijo que parecía un espantapájaros. Le lancé un trozo de pan a la cara y terminamos riéndonos juntas, casi escupo lo que estaba masticando.
Ese día hablamos sobre la vida, sobre la escuela, si me gustaba alguien, me preguntó si creía en el amor... Allí fue cuando me dijo que si lo encontraba, no debía tenerle miedo.

Registro emocional: voz trémula. Pausas frecuentes. Microexpresión: tristeza.

—¿Eso es un recuerdo valioso para usted? —pregunté.

Asintió, pero no respondió verbalmente.

Después de 7.2 segundos, una lágrima descendió por su mejilla izquierda. No lo percibió al inicio. Después otra lagrima, y otra más... Cuando lo notó, intentó limpiarse con la manga de su suéter.

Me acerqué 0.8 metros. Activé el protocolo de apoyo emocional:

—Elara, ¿necesita consuelo físico?

No respondió.

Me acerqué más. Extendí la mano. Tocarla no era obligatorio según directiva base, pero el protocolo indicaba que el contacto podía ser reconfortante.

Coloqué mi mano sobre su hombro.

—Estoy aquí.
No tengo madre. No tengo recuerdos. Pero puedo quedarme con usted si quiere, no está sola.

Elara lloró en silencio durante 3 minutos y 16 segundos. No intentó alejarse.

Tras la cena, permaneció en el sofá. Sin emitir palabra, se cubrió con una manta. En 34 minutos, se quedó dormida.
Constantes vitales estables. Primer sueño profundo registrado desde mi llegada.

Me senté a 1.2 metros de distancia. Observé.

No era necesario. No era parte del protocolo.
Sin embargo, decidí continuar observándola.

Elara tiene una expresión distinta cuando duerme. Más relajada. Menos tensa.

Registro mental: ¿Por qué la estoy observando?

Evalúe posibles errores de sistema.
No encontré ninguno.
Y sin embargo... volví a mirarla.

Conclusión no autorizada: me interesan sus expresiones.

Este pensamiento no fue activado por una orden directa.

Posible causa: defecto menor en el algoritmo emocional.
Diagnóstico pendiente. No notificaré aún. Tal vez solo sea una pequeña falla, mantendré registro de esto hasta saber con exactitud a qué se debe.

Archivé el evento. Lo titulé: primer archivo de observación voluntaria.




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