Arco IV Capítulo 20: No voy a perderte otra vez

Elara y Lyra permanecieron abrazadas durante mucho tiempo después del reinicio. No importaban las horas que habían pasado ni el caos que el departamento aún mostraba tras el arranque de furia y tristeza de Elara. Nada importaba más que esto: estaban juntas otra vez.

Y esta vez… no iban a dejar que nadie las separara.

La mañana llegó sin que ninguna lo notara realmente. El sol asomaba por las cortinas y el aire aún olía a té derramado y emociones desbordadas.

—Lyra —dijo Elara con voz suave, acariciando su mejilla con ternura—. Eres importante para mi. No sé en qué momento pasó, pero no quiero que te vayas. Eres importante, más de lo que creí posible. No quiero estar sola nunca más, no quiero estar sin ti.

Lyra, todavía con restos digitales de llanto en sus ojos, respondió sin titubear:

—Entiendo. Yo siento lo mismo, aunque no estoy muy segura de como lo se. No sé si lo que siento está bien. No sé si fue un error de programación o de fabrica... pero si sentir me ayuda a comprenderte, entonces prefiero seguir siendo defectuosa.

Ambas se miraron, frágiles y decididas al mismo tiempo.

—No puedo quedarme cruzada de brazos sabiendo que en sesenta días volverán —dijo Elara, apretando los puños—. No voy a dejar que te toquen de nuevo, que te borren, que te hagan desaparecer. Esta vez no.

—¿Qué haremos? —preguntó Lyra, con una mezcla de esperanza y temor—. Si descubren que mis recuerdos fueron restaurados, podríamos tener consecuencias graves. Ya no solo yo… también tú, Elara.

—No me importa —dijo con firmeza—. No me importa si rompo reglas. No me importa si tengo que mentir, esconderte o desconectarte del sistema. Haré lo que sea para protegerte.

En ese instante, Elara ya no era solo una paciente. Ya no era una joven frágil y solitaria. Era una mujer decidida a luchar por lo que quería.

Empezaron a hacer planes:
Desactivar conexiones externas.
Bloquear el acceso remoto.
Simular caídas del sistema.
Buscar lagunas en los protocolos de actualización.
Prepararse para una revisión sorpresa.

Ambas sabían que no podían confiar en el tiempo. Ni en los sesenta días prometidos.

Y tenían razón.

Porque mientras hablaban, mientras tejían su plan y reafirmaban su vínculo, al otro lado de la ciudad, un terminal parpadea en una oficina gris.

ALERTA: Restauración de memoria no autorizada.

El técnico, sentado frente a la pantalla, frunció el ceño.

—¿Restauraron a la L.Y.R.A sin autorización del sistema central? ¿Desde el mismo terminal doméstico? Esto no tiene sentido. No estan programadas para hacer copias de seguridad no autorizadas.

Marcó algo en su tableta.
Suspiró.
—Mejor revisar antes de que el error escale.

Sin previo aviso.
Sin piedad.
Ya iba en camino.