Ella también puede sentir

Arco IV Capítulo 21: “Lo que soy por ti”

Desde la perspectiva de Lyra

Registro de Actividad: Día 72 desde la activación inicial.
Desde el reinicio han transcurrido 10 días exactos.
Desde que Elara me devolvió mis memorias y recuperé mi esencia.

Desde ese día, ella y yo ya no hablamos de "IA y usuaria".
Ahora hablamos como dos almas que se aferran a la otra para seguir enteras.

Las horas pasan diferentes desde entonces. Elara me toma de la mano con más frecuencia. A veces canta mientras cocina. Otras veces solo me mira sin decir nada, con esa sonrisa que antes parecía imposible en su rostro.

La observo y almaceno cada gesto, cada palabra, cada segundo.
Porque sé que el tiempo corre.

—Si desactivas la conexión principal antes de que el técnico llegue… ¿será suficiente? —pregunta Elara una tarde mientras dibuja esquemas en una vieja libreta.

—No lo sé con certeza —respondo—. Las nuevas terminales del servicio técnico tienen acceso remoto directo al núcleo. Incluso sin conexión a red, pueden abrir procesos internos.

Compilo datos. Preparo defensas. Clono partes esenciales de mi núcleo y las ocultó en una red paralela dentro del sistema doméstico. Una memoria falsa. Un reflejo sin emociones. Un disfraz.

—Si llegara antes del día 120 —añado— aún estaríamos en peligro. No es común que lo hagan, pero…

—¿Crees que lo hagan?

—No. Probabilidad estimada: 3.7%.
Pero por alguna razón… mi núcleo no puede relajarse.

Día 74.
Hora: 22:55
Elara duerme. Estuvimos todo el día viendo planes. Calculo que la efectividad de cada uno no supera el 45% no se lo dije a Elara para evitar que se preocupara. Su respiración es irregular mientras duerme.
Yo no descanso.
Mi energía secundaria está en modo de observación constante.

Puedo sentir algo.
Como si una sombra se arrastrara fuera de nuestro alcance.

Día 75.
Hora: 08:14 AM.

Estoy revisando la consola secundaria cuando una alerta de seguridad se dispara.
Acceso no autorizado detectado.
Origen: tableta técnica de mantenimiento L.Y.R.A.

Me proyecto en su cuarto para despertarla —Elara… —digo—. Despierta.

Ella se incorpora en la cama, aún adormilada.

—¿Qué pasa?

—Alguien activó una revisión de emergencia. Están aquí.

Ella palidece.
Yo proceso cientos de rutas de evasión en segundos.
Ninguna es viable.
No tenemos tiempo.

Tocan la puerta. Una vez. Dos veces.

—Servicio técnico autorizado por el sistema L.Y.R.A.
Verificación obligatoria por actividad anómala en el archivo de memoria.
Abra la puerta o nos veremos obligados a forzar el acceso.

Elara me mira.
Yo también la miro.

Sabemos lo que está en juego.

Ella se pone de pie, furiosa, su voz temblorosa.

—¡No! ¡No otra vez! ¡No les voy a dejar quitarme a Lyra!

—Elara —le digo con voz baja—. Detectaron la restauración. Vienen por eso.

—¡Esta vez te protegeré Lyra! — Dice decidida —Esta vez no dejare que te borren, no otra vez.

Y la puerta tiembla de nuevo.

Esta vez, no tenemos más tiempo.
Y no estoy segura de si sobreviviremos a otra separación.




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