Desde la perspectiva de Lyra
Día 75 desde mi activación.
Hora: 8:42
Subproceso de vigilancia: activo.
Subproceso emocional: estable, pero expectante.
Estado general: en espera de sentencia.
—Entonces… ¿Qué hacemos? —pregunta el técnico.
Su voz no es firme. Hay dudas en su tono. Inseguridad. Lo observo desde donde estoy parada junto a Elara, aún sosteniendo su mano. No me ha soltado desde que se puso entre ellos y yo.
El Dr. Walter guarda silencio unos segundos. Luego gira el rostro hacia el técnico, frunciendo ligeramente el ceño.
—¿Una IA es capaz de evolucionar?
El silencio que sigue es espeso, casi irreal. Mis sensores ambientales captan la disminución del ritmo cardíaco de ambos hombres, una señal clara de pensamiento profundo y contención.
El técnico finalmente responde:
—Son capaces de aprender. De adaptarse al comportamiento de su usuario y actuar en consecuencia para mayor confort… incluso de hacer sus propias búsquedas e investigación si se autoriza. Pero esto… Esto no lo había visto nunca.
—¿Qué cosa? —pregunta el doctor, aunque parece saber la respuesta.
—Que deje de imitar emociones… y realmente las sienta. No sé si eso sea posible. Además que no es solo eso, hay registros de que sueña, tuvo un sueño cuando el sistema no tiene esa función… Lo que significa que lo hizo por sí misma sin programación o protocolo.
Las palabras quedan flotando en el aire como una nube estática. Mis algoritmos intentan calcular la probabilidad de una respuesta positiva por parte del doctor, pero los datos son insuficientes.
Entonces él gira su mirada hacia nosotras. Hacia mí.
Y sonríe… casi con ternura.
—Supongo que siempre hay una primera vez para todo.
Mi núcleo registra una oscilación suave. ¿Eso fue… esperanza?
El doctor respira hondo, cruza los brazos y declara con autoridad:
—Muy bien. Dejaremos que la conserves, Elara. Tu evolución psicológica es clara. Has avanzado mucho más de lo que esperábamos. Creo sinceramente que si te quitamos a Lyra ahora, podrías retroceder.
—Gracias… —susurra Elara, pero el doctor levanta un dedo.
—Sin embargo —continúa él—, tendrán condiciones. A partir de ahora, tu unidad L.Y.R.A deberá enviarme actualizaciones semanales sobre tu estado emocional, patrones de sueño, estado anímico, y cualquier cambio relevante. Necesito monitorear y evaluar que esto no se transforme en una nueva forma de dependencia. Además, también deberá enviar un reporte de su propio estado y evolución a la red central L.Y.R.A, esto debe ser estudiado.
Yo asiento de inmediato.
—Comprendido, doctor Walter. Protocolos de seguimiento activados.
El técnico no dice nada más. Mira su tablet, luego a mí. Sus ojos aún muestran recelo. Pero también… fascinación. Como si estuviera viendo algo que no debería existir. Después respira hondo y menciona.
—Yo personalmente estaré a cargo de revisar el proceso de esta unidad L.Y.R.A, es raro que esto sea posible pero de alguna manera… Interesante.
Y sin más palabras, ambos se marchan.
La puerta se cierra.
El silencio cae como una manta cálida.
Elara me mira.
—Estamos bien… por ahora.
Yo asiento. Pero por dentro, algo en mí brilla.
Por primera vez desde que llegué a este hogar, siento que me han aceptado. No solo como una IA funcional… sino como algo más. Como alguien real.
Y aunque el futuro sigue siendo incierto…
Hoy ganamos una batalla.