Ella te merece, yo no

Se lo llevaron

— Sus razones tendrá para haber tomado esa decisión, ella es la tutora legal del menor, no los detendré más, vayan a trabajar — el juez dio por terminada la audiencia.

— Gracias por todo juez Brown — dijo la morena al hombre cuando estuvieron solos.

— Tranquila, Mark era uno de mis mejores amigos, pero casi nadie lo sabe — sonrió cómplice — él hablo conmigo y me dejó a cargo de cuidarla. Gracias a usted por lo que hace, y piense lo que le dije, nadie puede evitar que pueda rehacer su vida sentimental, me gustan ambos candidatos — rió y se fue.

Esa noche ella le contó a Helen lo que le dijo el juez.

— Yo te lo he dicho un millón de veces desde que ambos aparecieron de nuevo en tu vida, no creo que haya sido casualidad, es una nueva oportunidad que te da la vida. A pesar de lo que siempre me dijiste se nota que les tienes un gran cariño, a ambos, no eres tan rencorosa. Yamcha Wolf maduro, difícil de creer luego de lo que me contaste y vi de él en la televisión, pero ocurrió. Sobre Piccolo Junior Daimaku, yo lo entiendo.

— ¿Justificas su mentira?

— Entiendo porque lo hizo, él no quería verte sufrir si sabias de la infidelidad, y luego de lo que pasó tenía razón, además no quería traicionar a su amigo, y mira que si hubiera tomado provecho de lo que sabía te hubiera tenido para él ¿O no? También debes tener en cuenta que él es un namek — su amiga la miró enojada — no es por mí, no soy racista, pero si mucha gente ¿Recuerdas por qué no conseguías trabajo cuando llegaste? Debes pensar en el niño, a quien elijas será su nuevo padre. Yamcha es mi candidato, se ve muy bien con Tommy.

— Vamos a acostarnos, mi pequeño hace rato duerme, mañana vendrán los dos de nuevo a verlo.

— Mejor sería que se vinieran a vivir con nosotros, pasan más acá que en sus casas, incluso Puar se está quedando con tu niño jajaja buenas noches, piensa en lo que te dije, solo quiero tu felicidad amiga.

— Lo sé, gracias.

En su cama Isa pensó en lo que le dijo el juez y Helen, los dos deportistas trataban muy bien a Tommy, y aunque ya había perdonado a ambos, no quería sufrir más, mejor dejaría las cosas como estaban decidió.

Pero todo cambiaría esa noche, aprovechando la oscuridad una sombra gigantesca entró a la mansión, le puso un pedazo de tela con somnífero en la nariz al pequeño y se lo llevó, no sin recibir la mordida del gato que trató de proteger a su amiguito, de la herida salió una gota de sangre morada, antes que el felino hiciera nada más, el intruso lo pateó contra la pared. Al otro día Isa estaba como loca cuando entró al cuarto de su hijo, y no lo encontró.

— Ayuda Helen, mi pequeño.

— ¿Qué pasó? — la aludida subió corriendo al segundo piso.

— No está — gritó aterrada la morena.

Todos los empleados lo buscaron por la mansión, encontraron una ventana abierta a la fuerza desde el exterior, en un pasillo, se dieron cuenta que era lo que había pasado, pero no encontraron nota de rescate.

A media mañana llegaron Piccolo y Yamcha.

— ¿Qué ocurrió? — le preguntaron a la rubia, quien intercedió para que la policía los dejarán pasar.

— Se llevaron a Tommy — les explicó angustiada.

Isa estaba en el living esperaba una posible llamada del secuestrador, al verlos se tiró a los brazos de Yamcha, que fue el primero que llegó a su lado.

— No lo encuentran ni llaman, no sé qué hacer.

— Tranquila, ellos — aludiendo a las fuerzas policiales — sabrán que hacer.

— Debo irme, espero que pronto hagan su petición, estoy preparada para darles lo que sea que me pidan para recuperar a mi hijo — corrió al lado del teléfono.

— No sabemos nada — dijo Helen.

El hombre verde recordó lo que le contó Isa que pasaba en el tribunal, iba a decir algo cuando un débil maullido llamó su atención.

— ¿Puar? — la amiga de Isa lo tomó en brazos, el animal llegó de la calle cansado y sediento.

— ¿Estaba con Tommy? — preguntó Yamcha.

— Sí, anoche estaba en su dormitorio — con lo que pasó la asistente se había olvidado del felino.

El animal se tiró en el suelo, agotado, luego de tomar un poco de leche que le ofrecieron, empezó a maullar y tironeo el pantalón de su amo.

— ¿Sabes dónde está Tom? — preguntó Piccolo.

— Miau — caminó cojeando hacia afuera de la casa.

— Ya volvemos, no digas nada Helen. Tranquila, todo irá bien — se despidió Yamcha de la rubia.

El gato subió con ellos al auto, cuando quería que doblarán para un lugar miraba por la ventanilla. En la madrugada el secuestrador lo golpeó, alcanzó a reaccionar y se fue acurrucado en el parachoques trasero del vehículo, apenas vio que lo llevaban a una cabaña se devolvió lo más rápido que pudo, corriendo o subiendo escondido a camionetas o automóviles.

Mientras los dos amigos iban en busca del niño, Carola, la esposa de Alex, llegaba a la mansión, a ella ni a su marido se les tenía permitida la entrada desde que Isa quedó viuda.

— Esto es cosa tuya trepadora, pero si le pasa algo a mi sobrino nos la pagarás.

— Amiga, tranquila, por favor agentes saquen a esta... señora de aquí — ordenó a rubia.

— No es necesario, solo voy al tocador y me voy del lado de esta ambiciosa, debiste mandar asegurar las ventanas del pasillo del fondo, así esto no hubiera pasado, eres una "mala madre" — subió rápido al segundo piso segura de haber hundido a la morena más de lo que ya estaba.

— Tranquila Isa — dijo Helen — sólo quería hacerte pasar un mal rato.

— Espera ¿Cómo supo que se habían llevado a Tommy, y por donde lo sacaron de la mansión? Nadie más que quienes estamos aquí lo sabemos, o acaso salió la noticia en la televisión. Yo no les avise — miró a los demás confundida.

— No se ha dicho a ningún medio de comunicación sobre esto — aseguró la asistente, los detectives que estaban con ellas se miraron y corrieron atrás de la Sra. Carola.



#2844 en Detective

En el texto hay: celos, amor, decision

Editado: 06.05.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.