Ella, un desastre perfecto

Capítulo 16 - Alma Antigua -

Crecí viendo como mi abuela, todos los días limpiaba el marco de la foto de su marido, fallecido solo con cuarenta años, fue su único amor, con el cual tuvo cinco hijos y no obstante murió joven, ella no quiso volverse a enamorar, “él fue el amor de mi vida”, así me contaba. 

En mi infancia vi como mi madre no pudo superar la separación de mi padre, todas sus amigas le recomendaban salir, volver a tener una vida social, pero ella no aceptaba y no quería conocer a alguien más.

“Con él tuve a Sofía, mi deseo más grande, ya está”, decía.

No pisé la guardería, los primeros cuatro años los pasé con mi abuela y los viernes por la mañana los pasaba con mi tía, hermana de mi madre: con ella jugaba en el patio, iba al parque, veía los dibujos de princesas y la veía ser madre y mujer: llevaba casada más de veinte años y aún seguía preparando recetas exquisitas para su marido. “Esto al tío le va a encantar, es su plato favorito”, me explicaba emocionada.

Nací y crecí en una sociedad en la cual la apariencia era lo más importante, donde el objetivo de todas las chicas era ser guapas como los modelos de la televisión y los chicos se fijaban en jóvenes bellas, atractivas y seguras de sí mismas.

Nací y crecí en una sociedad en la cual el amor eterno era cosa de viejos, de los abuelos, pero no de las nuevas generaciones, donde si la virginidad la perdía antes de los quince años significaba que gustabas, pero si la perdía más tarde era algo raro.

Crecí en una sociedad en la cual nunca me pude reconocer, siempre quise nacer en décadas pasadas, donde los cuerpos grandes aún estaban aceptados, donde las chicas podían estar inseguras y con mil dudas sobre la propia persona y donde la falsedad de las redes sociales no reinaba el mundo.

Mi generación fue con la cual la tecnología empezó a tener prioridad sobre cualquier otra cosa, nacieron las redes sociales, que fueron fundamentales porque a través de un pequeño aparato era posible ver fotos, videos y directos de personas que podían encontrarse a la otra parte del mundo; el objetivo que siempre le di yo fue el de poder comunicar con personas que no podía ver todos los días, un poco como escribir una carta a alguien, pero el medio y la velocidad eran diferentes. 

Después de muy poco tiempo, en las redes, empezaron a difundirse perfiles de personas “perfectas”, o así las denominaban todos: un cuerpo increíble, una casa de sueños, una pareja fiel, amable y hermosa y miles de personas que la seguían para saber más sobre ella; pintaba bien, demasiado, para ser la verdadera vida de alguien.

Allí es donde me di cuenta de que en los social network las personas enseñaban la mejor parte de su vida o que le habría gustado tener.

Yo adoraba usarlas para seguir a los amigos que vivían lejos, para ver que hacían mis cantantes favoritos o para seguir las páginas de las series televisivas que adoraba ver.

Cuando decidí descargarme Wentir me sentí un poco incoherente conmigo misma, una chica de mis ideologías no habría tenido que tener una aplicación de citas, pero al mismo tiempo esperaba que alguien como yo, una alma antigua como la mía, estaba buscando su media naranja allí, tenía curiosidad por saberlo.

Mi experiencia en esta aplicación me hizo entender que personas con una alma antigua no quedaban, conocí personas superficiales, aburridas, demasiado normales, seguras de sí mismas y sin ninguna rayada, esto me asustaba mucho, al lado de un desastre como yo necesitaba alguien que se rayaba, que era todo menos normal, alguien diferente, raro.

Y allí llegó Alejandro, decidí ponerle un Me gusta en la aplicación porque me gustaban sus fotos: sencillas, ninguna enseñando los músculos o en algún barco alquilado; además me fijé en su sonrisa: me encantó desde un principio. Mi sexto sentido me decía que era un joven con un gran corazón y demasiado bueno y no se equivocaba.

Enseguida me volví loca de él, conocí que significaba estar enamorada y entendí que era el hombre que siempre había soñado y sabía, dentro de mí, que estando a su lado todo habría salido bien.

 



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En el texto hay: mundo, suenos, sofia

Editado: 17.05.2023

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