Ellas Mis Chicas

Capítulo 2

Siento alguien sacudirme. Me muevo intentando dormir un poco más.

–Joven Omar, joven Omar –reconozco la voz de la señora Katrina.

Gruño y abro los ojos ligeramente encontrándome con una silueta gris frente a mí, y caigo de nuevo rendido. No sé cuánto tiempo paso, pero de nuevo escucho la voz llamándome y esta vez despierto.

–¡Ahg…! ¡Que fastidiosos son! –digo sentándome en el mueble revolviendo mi cabeza.

–Lo siento, pero ya es más del medio día –dice la señora.

–¡Que! –abro bien lo ojos. Me muestra la hora en la pantalla de su celular –cuarto para las dos.

–Tenga –me pasa una taza de café bien cargado –es la primera vez desde que lo conozco, que se queda hasta tarde y sobre todo borracho.

–Una vez al año. No hace daño –respondo bebiendo.

–Mejor dicho, una vez cada cuatro años –llega Lucía –nunca se había emborrachado desde que lo conocemos.

–Hay una vez para todo –bebo el café de golpe –me siento más despierto, me levanto y estiro los brazos haciendo tronar algunas vertebras –será mejor irme.

Salgo afuera subiendo a mi moto volviendo a mi casa, a la cima de la montaña antes mi visión es buena no tengo mareo. Subo tranquilo el camino hasta mi casa donde veo un auto negro estacionado fuera y solo pueden ser ellos, ingreso al estar la puerta principal abierta a mi derecha los encuentro a ellos dos jugando con mis perros.

–Finalmente llegas –dice Gaby sacudiendo la cabeza de Azrael que tiene la lengua fuera.

–No me digan que estuvieron esperándome toda la mañana –respondo.

–No te queremos tanto. Acabamos de llegar –responde Cristian colocando su mano alto, mi perro Samael salta para intentar morder.

–¿Y porque no entraron?

–Estos chicos tenían hambre. Eres un pésimo dueño. Debería demandarte por maltrato animal –declara Gaby.

–Si. ¡Qué miedo! –camino hasta la entrada a la casa. Ellos me siguen y tras ellos también mis dos perros –Díganme. Para eso vinieron ¿no?

–Estos son los informes de tus negocios en este último trimestre –Cristian me entrega un informe –como puedes ver estamos bien.

Tomo un vaso de agua y lo reviso mis ganancias son buenas –no hacía que vinieran para esto –contesto.

–Con lo desconfiado que eres –habla Gaby –además tu familia…

–No son mi familia –la corto.

–Me da igual –responde ella y me mira –se han puesto en contacto con nosotros. Necesitan de tu ayuda.

–Ahora que. No les basta con la comisión que les di –respondo. Entrego dos vasos con agua para ellos. Lo toman a diferencia de la primera vez que dudaron en beber algo servido por mí. 

–Ya no les queda nada. han usado el saldo de esa cuenta, para enviar a sus familiares al extranjero –repone Cristian.

–Ese no es mi problema –respondo.

–Omar –dice Gaby.

–Basta. Su trabajo es administrar mis bienes. No de hacer de intermediario entre ellos y yo –respondo.

–Son tu familia –continua Gaby.

–Familia que me dio la espalda y solo me buscan cuando necesitan algo. Si solo vinieron a darme este informe, pueden irse. –digo cortante.

–Has cambiado –me dice Cristian.

–Ustedes saben por qué. Saben los lazos que me unen a esta casa –respondo.

–No tiene por qué ser así. Necesitas liberarte –responde Gaby.

–Si supiera la respuesta lo hubiese hecho hace mucho tiempo Gaby, pero no la tengo –digo con desanimo. Camino hasta la sala abro un cajón con de la mesa pequeña sacando mi chequera llenándola –aquí tienen sus pagos.

Los toman y guardan –todavía no es tarde. Solo no te das la oportunidad –responde Gaby retirándose.

–Crees que… fui algo duro –digo.

–No. Solo eres un idiota –responde Cristian sale dejándome.

Salgo fuera ellos se despiden de mis dos perros y se marchan en el auto de Gaby. Los veo alejarse visualizando algunas partes del auto a la distancia, me siento en el graderío junto a mis dos perros sentados en el suelo. Por lo menos tengo estas dos compañías caninas y por lo menos en estos si, puedo confiar libremente.

–Hey. Quieren algo de carne –me dirijo a mis dos mascotas. Estos me ladran moviendo la cola –traigan sus platos –me pongo de pie.

Ellos salen corriendo tomando sus plantos en su hocico. Son perros muy obedientes, bueno en parte porque los envié a una escuela de obediencia canina, por eso son educados. Llego a mi refrigerador ahí veo dos porciones de carne molida separadas, las pongo en la mesa.

–Haber. Denme eso –retiro los platos –sentados –permanecen ahí moviendo sus colas. Coloco la carne en los platos y salgo hasta fuera sujetando sus dos platos y los acomodo en lugares diferentes –vengan –los llamo –a sus platos –obedecen y disfrutan su comida.

Juego un rato con ellos hasta que ya se hace tarde. Salgo hasta la parte más alejada de la hacienda donde tengo a mis reses las veo pastar tranquilamente, me acerco con mis dos perros para revisar a mis dos vacas de las que obtengo leche para mí. Reviso a los terneros y están fuertes. Tengo otras vacas que también están con crías, y eh pensando en vender la leche para tener otro ingreso, pero la verdad me abstengo de hacerlo soy muy perezoso. Bueno la verdad. No se ordeñar todavía. Me demoro mucho en sacar un litro de leche.




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