Ellas Mis Chicas

Capítulo 3

Me despierto en la mañana de un domingo tranquilo, la brisa humedad de la montaña es agradable salgo a fuera y me encuentro con una ligera llovizna, con el cielo claro estos días son sencillamente increíbles relajantes para mí camino hasta mi hamaca y recuesto sobre ella. Llegan mis perros y acomodan junto a mí, quedo mirando la distancia como todos los domingos. Mis perros alzan la cabeza en la puerta miro al señor Darío llamando a mi puerta. Me levanto y camino hasta ahí.

–Buenos días don Darío –saludo.

–Buenos días joven –me saluda. Me voy haciendo la idea de acostumbrarme a que me llamen así.

–Dígame. ¿Qué le trae por aquí? –pregunto.

–Vera joven. Quisiera pedirle un favor –lo escucho atento –me compre unas ovejitas y quisiera…

–Claro. Adelante pude ponerlas donde usted guste –respondo.

–Muchas gracias joven. –se despide de mí.

La verdad no me molesta, tengo tierras de sobra para que los animales se desplacen libremente. Llamo a mis dos perros para darles de comer y regreso a mi cómoda hamaca, sigue pasando el tiempo cerca de las once el señor Darío pasa por mi casa con según puedo alcanzar a contar siete ovejas, me saluda al igual que sus dos hijos pequeños.

Ingreso dentro a prepararme algo de comer y paso mi día recostado en la hamaca leyendo un libro. Solo en la tarde me fui a ver a mi ganado, mis dos únicas vacas que me dan leche están atadas y necesitan comer. Las dejo libres ya no necesitare leche por un buen tiempo y otro día pasa en el cual me siento más solo que antes, mis perros son mi única compañía, pero no es suficiente este vacío que siento es por otra causa. Y no tengo que decir cuál es.

Lunes en la mañana llamo a mis dos abogados al grupo de WhatsApp que tenemos. Pero no hablamos nada, de vez en cuando me envían reportes de los negocios en los cuales e invertido.

–Esta es una sorpresa. Nunca llamas –dice Gaby.

–No iba ir hasta la ciudad para verlos –respondo.

–¿Qué quieres que hagamos? –dice Cristian.

–¿Cuánto dinero queda en la cuenta que ustedes saben? –hablo directo.

–Treinta y cinco mil trescientos dólares –responde Gaby.

–En serio permitieron que gastaran tanto dinero, en tan poco tiempo –cuestiono.

–Haber genio. Fuiste tú quien dijo que no le importa que hagan con ese dinero. No vengas a reclamarnos –contesta Cristian.

Me quejo y desvió la mirada –bueno… olvídenlo. Quiero que depositen otros cincuenta mil dólares a esa cuenta. Es lo último que hare por ellos. Así que también preparen una orden de alejamiento.

–Para ellos –dice Cristian. Lo miro directo –Gaby creo que tú te puedes encargar de eso.

–Seguro –contesta ella. Corto la video llamada.

La verdad no sé qué hacer. Ni se lo que hago, solo quiero estar solo pues es el único camino que tengo al final de mis días me pregunto a quién dejare todo esto y pienso que sería bueno dejarles a ellos dos. Son los únicos que se quedaron conmigo, aunque también lo hicieron para salir adelante. En otras palabras, ellos me usaron al igual que yo a ellos. Este es el mejor lazo que las personas pueden experimentar. Nosotros no, nos consideramos amigos, o compañeros. Talvez nos consideramos enemigos, pues apelamos a nuestro egoísmo para obtener lo que queríamos, pues es más fácil tener a un enemigo cerca en el cual sabes que siempre desconfiara de ti a un amigo que oculta sus verdaderas intenciones.

No quiero nada que ver ya con los que una vez llame familia. Ahora solo quiero vivir mi vida, aunque sea de esta manera. Solo. En esta hacienda, en compañía de mis dos mascotas. Prendo la televisión mientras paso de canal en canal, no sé qué hacer para llenar este vacío que siento y nunca pensé en decir esto, pero.

–Extraño a mi esposa.

La extraña a esa mujer sádica y sensual, que me dejo en el peor de los abismos. Del cual lucho por escapar. Paloma me dejo aquí y me condeno a estar solo al decirme aquellas palabras al final de su vida.

–¡Ahg…! –grito tratando de liberar tensión –te odio, te odio Paloma. Te odio por convertirme en maldito solitario que soy. Te odio por irte así dejándome con estos malditos deseos sexuales que nunca poder realizar –aprieto el control. El canal se cambia y escucho algo interesante en la pantalla.

–Estas disponible esta noche –escucho al actor.

–Sabes la tarifa –dice la actriz.

–Cinco mil la noche. Y cumples todo lo que quiera –responde el actor.

–Así es amor. Cumpliré todas tus fantasías –responde la actriz.

Mis ojos se abren –paso por ti en media hora. Nos vemos en el parque de la ciudad.

Vuelvo a mi mueble y observo la película, atento ese tipo de la película, recogió a la chica en el lugar donde acordaron. Cenaron antes y fueron al hotel donde ella se dejó hacer todo lo que él quería, al cobrar su dinero. Una idea descabellada por así decirlo cruzo mi mente. Si yo hago lo mismo. Solo de esta forma liberaría mis demonios dormidos. De esta forma daría cuerda suelta a esta sensación que me afectaba y quería liberar. Solo mujeres que se promocionaban de esta forma estarían dispuestas hacer, todo lo que yo quisiera, todo lo que cruzara por mi mente. Pues ellas aceptaron desde un inicio.




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