Nunca fue mi deseo que esto sucediera. Solo buscaba diversión o talvez, solo pensaba en demostrar a mi difunta esposa que no era su títere hasta el final. Pero demostré todo lo contrario, mientras hacía mía a esa chica en mi mente solo pensaba en todo lo que ella me hacía. Llámenme masoquista por extrañar eso de ella, cuando me ataba de las piernas y me ponía de cabeza y quedaba cerca de su hendidura, mi falo en su rostro.
Quise hacer lo mismo con ella, pero no tenía los implementos para hacerlo. Llego a casa dejo estacionado el auto y camino hasta atrás del patio donde tengo mi gimnasio al aire libre. Recuerdo que aquí en este espacio en esas barras de dos metros treinta, me ato y me hizo experimentar tanto placer, pero también tanto odio hacia ella y hacia mí mismo por permitir todo eso. Pero me gustaba y me sigue gustando hasta este momento.
Acaricio la barra de metal, el fuego se enciende en mi lo recuerdo todo y pienso en hacer lo mismo con ella. La imagino de cabeza atada, con mi erección en ella y su hendidura a mi altura, de solo pensarlo siento la presión en mi entrepierna.
–Buenas tardes –reconozco la voz de Leo saliendo de mi fantasía.
–Leo. Buenas tardes –saludo con tranquilidad. Lo veo sudado –viniste trotando.
Asiente –el camino es excelente para trabajar piernas.
Vivo en lo alto de una montaña y él vive a dos tres kilómetros de distancia, le viene de perlas para fortalecer sus piernas dejara todos de largo en esas dichosas pruebas físicas.
–Adelante. Voy a descansar –digo dirigiéndome a mi casa.
–No quiere entrenar también –propone.
–No, me gusta entrenar acompañado. Es mejor solo. No hay presiones –respondo ingresando a la casa.
Llego hasta mi habitación que compartí con Paloma, no la deje incluso después de que ella se marchara. Sigo durmiendo en esta cama y en cada noche sueño con ella haciéndome, todo lo que ella sabe que me gusta y odio, me recuesto sobre la cama y la imagino a ella ingresando por esa puerta con un par de esposas, la punta y su vestimenta sensual y eso me provoca una erección. Talvez calme mis deseos con esa chica, pero no es suficiente, necesito más. Quiero más.
Estoy tan excitado que meto mi mano al bolsillo, sacando mi celular y voy directo a su chat, para concretar en ese mismo la cita. Me controlo y golpeo el celular contra el colchón, me encuentro agitado mi excitación no desaparece. Necesito hacer algo para calmarme, necesito calmar un poco este fuego.
Me levantó y salgo a mi gimnasio donde veo a Leo haciendo sentadillas con la barra, me quito la camiseta colocándome los guantes de box empiezo a golpear el saco sin descanso, añado patadas salvajes logrando disminuir estos instintos. Después de un buen rato siento mis puños y piernas arden y duele. Me calme un poco.
Me retiro los guantes y not que Leo me ha estado observado –¿Qué sucede? –pregunto.
–¿En quién pensaba? Para semejante golpiza al saco –pregunta.
–Estaba molesto –digo agitado.
–Eso no explica semejantes golpes.
–Si interrumpí tu entrenamiento. Tranquilo, te dejo el lugar –ingreso para ducharme.
Tomo una ducha relajante, me pongo ropa cómoda y bajo a prepararme al con mucha proteína y vegetales. Tomo unas pechugas de pollo la corto en cubos condimento bien, pico los vegetales en trozos grandes y llevo al horno. Pongo a hervir agua para el Té. Pasado veinte minutos abro el horno y coloco el queso mozzarella rallado y espero otros cinco minutos más hasta que está listo. Lo disfruto tranquilamente junto a mi taza de Té verde.
Me levanto algo cansado y bajo hasta mi cocina a servirme un vaso de agua miro la hora y me asombro me he quedado dormido, generalmente me despierto a las cinco de la mañana y ahora me despierto cerca las nueve. Desayuno rápido y me cambio de ropa para ir a mi cultivo. Reviso mi celular y encuentro un mensaje de WhatsApp, lo abro identifico a la chica.
–¿A qué hora la cita? –pregunta.
–Tres de la tarde. El lugar lo conoce –respondo.
Voy a mi cultivo a trabajar un poco, parece que este día estoy solo yo y se siente algo incómodo. No es mentira. Para mí esto se siente bien, tengo toda la tranquilidad del mundo y coloco mis audífonos escuchando mi música, así paso el tiempo hasta llegar al último surco de tierra limpiado las malas hiervas. Miro la hora y es un poco más del medio día no sentí ni el hambre, ni la sed en ese lapso de tiempo, pero ya la siento.
Vuelvo a casa para ducharme e ir a la cita. Me alimento un poco y listo salgo en dirección a mi cita. Todavía tengo tiempo. Conduzco con cuidado hasta el lugar, llegando cuatro minutos antes y la encuentro a ella ahí para. Hago sonar el claxon. Ella se acerca e ingresa al auto, me gusta verla con su vestimenta tradicional, su cabello lacio negro, sus labios rosados y ese pequeño rostro la hacen alguien muy linda.
–Hola –dice ella con suavidad.
Asiento en forma de saludo –¿A dónde le gustaría ir? –pregunto.
–A cualquier lugar –responde.
–Especifíqueme –digo mirándola.
Se pone a pensar, pero no tengo tiempo así que arranco del lugar conduciendo –ya sabe a dónde –dice ella.
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Editado: 10.06.2023