Ellas Mis Chicas

Capítulo 15

 

Despertaron juntos y la tarde continua en normalidad sabiendo que algo, había cambiado en ellos. Algo había nacido en ellos, pero no se habían dado cuenta. Uno porque Omar todavía se sentía atrapado en ese gran agujero. Dos, ellas tenían un objetivo que querían cumplir, con ese contrato. Por lo que nadie se percató de lo que había nacido en ellos.

Las miro alistarse para regresar a la ciudad. Siento que me molesta su partida, siento que no quiero que se marchen. ¿Por qué será esto? Ignoro esta sensación y salgo a fuera y se me viene a la cabeza todo lo que hicimos, trato de no pensar en eso y me es imposible no hacerlo recuerdo bien cada gemido de ellas, cada parte de su cuerpo los tengo bien grabados en mi cabeza.

Salen con sus maletas lista para irse. Las miro de reojo.

–Ya nos vamos –dice Salomé. Siento algo diferente en sus palabras.

–Buen viaje –digo con toda la seriedad que poseo. Pero en el fondo me molesta saber que se marchan.

Se detienen unos momentos –por cierto –Lucrecia toma la palabra. Siento su nerviosismo y algo más que no logro descifrar –esta semana hay la universidad está de fiesta. ¿Te gustaría venir?

–Cierto. Lo había olvidado. ¿Por qué no vienes? La pasaras genial –interviene Salomé.

Sigo notando extrañas sensaciones en ellas –no encajo en las fiestas. Diviértanse ustedes –digo con tranquilidad.

Ellas guardan silencio –bueno, si cambias de opinión. Sabes dónde encontrarnos –continua Salomé. –Adiós –se acerca y deja un beso en mis labios.

–Te veremos pronto –Lucrecia hace lo mismo.

Las veo partir, perderse en el camino hasta la carretera. Su partida me disgusta. ¿Por qué? ¿Por qué desde ayer en mañana me siento extraño? Anhelo volver a verlas lo más rápido posible. Ayer me fue increíble, esta mañana me sentí de la misma manera y ahora que se marchan siento un vacío diferente.

Bajaban por el camino llegando hasta la carretera, estaba nublado y empezaba hacer frio, la neblina empezó a descender cubriendo las montañas. Esperaron unos minutos más llegando un taxi al cual subieron de inmediato, cada una mirando por la ventana de su lado y en breves instantes regresaban la vista hacia atrás, recordando aquella tarde del sábado.

El taxista las dejo en la entrada de su edificio, pagaron la tarifa e ingresaron dentro de su departamento dejando sus maletas en sus respectivas habitaciones. Saliendo a la sala donde Lucrecia se dirigió hacia la cocina a preparar algo de comida y Salomé encendió la Smart Tv poniendo una serie de Netflix. Cielo para dos. Se entretuvo mirando, al llamado de su compañera de cuarto.

–Salomé ¿quieres un poco? –dijo con la voz suave.

Ella se volvió a mirarla conectando sus miradas unos segundos, sin responder se levantó y camino hasta ella pocos centímetros. La tensión entre ellas estaba creciendo, mirándose a los ojos se fijaron en sus labios, acercándose sus alientos se envolvían cerca de sus labios, pequeños roces se provocaban sus labios. Salomé llevo sus manos a la cintura de Lucrecia chocando sus labios con los de ella, suave, casto separándose, pero succionando su labio inferior.

Sus miradas se conectaron después del beso –¿estuvo bien? –dijo Salomé.

Mirando el brillo en los ojos de Lucrecia esperando por una respuesta, no se alejó de ella, ni la soltó. El silencio fue interrumpido cuando las manos de Lucrecia acunaron el rostro de Salomé y la beso de la misma forma que ella lo hizo. Estos besos fueron diferentes a los acontecidos el día de ayer, no estaban cargados de pasión y fuego, sino de ternura y dulzura.

–Hay que practicar un poco más –contesto Lucrecia.

Justo cuando se iban a besar sus celulares timbraron, cortando aquel momento de ellas. Contestaron la llamada del grupo de WhatsApp de Omar, se sintieron algo molestas, pero en cierta forma deseaban que también estuviera ahí con ellas.

–Espero no interrumpir, su cena –dijo Omar con tranquilidad.

Ellas sonrieron.

–No. Recién íbamos a sentarnos a comer –contesto Lucrecia.

–Llegaron bien al departamento. Es bueno –dijo Omar.

–¿Sucede algo? –pregunto Salomé.

–Sobre la fiesta que mencionaron. ¿creen que podré ingresar dentro de la universidad? –cuestiono.

Ellas se miraron –seguro, nosotras no encargamos. Puedes venir mañana, para la tarde –continuo Salomé.

–Hasta mañana. Descansen –colgó la llamada.

Se sentaron en la mesa comiendo en silencio en cortos momentos sus miradas se conectaban.

–Seguro debemos hacerlo –dijo Salomé con cierta incertidumbre en su voz.

Lucrecia llevo un bocado de su comida, y hablo –veremos qué pasa, estos días con nosotros dependiendo de aquello tomaremos una decisión.

Una parte de ellas querían ser libres, no volver a tener que realizar el trabajo que hacían antes de Omar. A pesar de que lo seguían haciendo para él, con la diferencia que él les daba su espacio, discutía con ellas solo las practicas a realizar, y siempre tenía en cuenta su opinión, las respetaba como lo que ellas son. Mujeres. Y como algunos de sus clientes, que las insistían en hacer actividades que no querían incluso las insultaban mientras tenían sexo con ellas. Omar en cierta forma era igual a esos hombres, talvez un poco más desquiciado. Lo comprobaron ayer, pero todo fue consensuado por ellas, permitido por ellas, sentían que podían confiar en él y cualquier cosa que no les gustara lo dejaría de hacer, para no lastimarlas.




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