Ellas Mis Chicas

Capítulo 20

Despertar en mi cama y que a mi lado estén estas dos hermosas y sexys chicas completamente desnudas junto a mí la sensación es increíble. Estar con ellas me trasmite mucha tranquilidad algo que me agrada poder sentir puede que esto esté mal y sea mal visto por muchos, pero pienso aprovecharlo hasta que termine. Me levanto sin moverme mucha tratando de no despertaras.

Me incorporo y las miro a ellas juntas dormidas tranquilamente. Sonrió. Las dejo ahí e ingreso a mi ducha a darme un baño siento el agua caer sobre mi cada parte de mi cuerpo, su caía es incluso más relajante sobre mi piel que la siento como la más suave seda que jamás haya sentido, cierro los ojos disfrutando de esta sensación placentera. Los abro rápido al sentir unas suaves manos recorriendo todo mi torso me volteo encontrándome con ellas dos en mi ducha con las gotas de agua sobre sus cuerpos.

–Hey… ¿Qué hacen aquí? –digo sorprendido por su atrevimiento.

–Bueno, te vimos ingresar aquí y –habla Salomé acercándose tocando mi abdomen subiendo despacio hasta poner sus manos sobre mis pectorales. Su mano es mágica. Me estremece –pensamos que necesitarías ayuda –besa mis labios.

–Te dejaremos bien limpio –habla Lucrecia inclinándose tomando mi sexo con sus manos –no te muevas mientras te aseamos.

Siento sus cálidos toques sobre mí la sensación es increíble Salomé pasa el jabón por todo mi torso de una manera magistral y masajea espléndidamente y en ciertos momentos deposita besos sobre mi hasta llegar a mis labios. Donde la beso vehemencia sujetando su cabeza profundizando el beso hasta que un gruñido se me escapa en su boca al sentir la boca de Lucrecia comiéndose mi sexo. Miro hacia abajo y ella acomoda su cabellera hacia un lado y continúa haciéndolo. Me apoyo contra los azulejos de la pared. Esto es increíble.

–Te acompaño –dice Salomé inclinándose hasta ella.

Lucrecia sonríe –amar es compartir –dice besándose con pasión.

Y vuelven a mi sexo lo repasan de forma explosiva sus toques son una tortura y continúan haciéndolo hasta que no soporto más y termino por estallar sobre el rostro de Lucrecia mi respiración agitada y mis ojos se abren al ver como Salomé toma delicadamente el rostro de Lucrecia pasa su lengua por donde está mi esencia para después besarla. Algo me dice que he creado unas mujeres lascivas y estoy seguro ¿Por qué?

–¡Ahg! –soy empujado contra los azulejos de nuevo

–No hemos terminado todavía –dicen juntas.

Siguen acariciándome, besándome tocando mi sexo de manera sublime y mientras más lo hacen más me excito. Ellas dos son un huracán. Lucrecia coloca sus manos sobre la cortina de cristal de la ducha sacando su trasero –Adelante –dice mirándome a los ojos.

–Yo te ayudo –habla Salomé llevándome como un niño chico hasta el trasero de Lucrecia. Toma mi sexo y lo guía hasta la entrada de Lucrecia –ahí. Ingresa –estoy paralizado. No sé qué pensar. ¿Qué hacer? Ellas dos –hazlo ya –siento la mano de ella en mis glúteos empujándome dentro de Lucrecia que suelta un sexy gemido –eso. Continua –dice.

Obedezco muevo mis caderas escuchando los gemidos de Lucrecia y Salomé recorre mi cuello dejando besos. Esto es el cielo, es el infierno. Reacciono y vuelvo sacando mi sexo del interior de Lucrecia para tomar a Salomé haciéndola inclinar e ingresando en ella. Seguimos hasta quedar satisfechos y recostados sobre los azulejos con las gotas de la ducha cayendo sobre nosotros.

–Hay que levantarse –dice Salomé.

Lucrecia asiente y ambas salen de la ducha dejándome ahí todo eso fue increíble, no había sentido tanto placer. Ellas saben cómo controlarme y eso me prende. Me gusta que me traten así. Lo admito soy un sumiso. Amaba cuando Paloma lo hacía y amo que ellas dos también lo hagan, me doy la última remojada saliendo de la ducha cambiándome de ropa salgo desayuno junto a ellas y salgo para fuera.

Las cosechas continúan, pero hoy no vendrán a cosechar vendrán el miércoles a recoger lo que sobra para sus hogares y esperaran para el otro año para sembrar, o puede que continúen sembrando otros productos siempre es lo mismo, pero siempre dejo reposar un buen tiempo para que la tierra se fertilice bien y se vayan los químicos usados durante la fumigación. Los que arriendan mis tierras saben poner a sus ganados para pastar esos espacios y lo permito es un beneficio para mí y mis tierras.

Salgo a dar un paseo por el lugar a pesar de que también termine mi cosecha, todavía queda mucho trabajo por hacer aquí, tomo mi machete y sigo el camino hasta llegar al cerco si bien me acuerdo me dijeron que había algunos sectores donde se tendría que cambiar o reforzar.

–¿A dónde vas? –escucho la voz de Lucrecia junto a Salomé.

–A revisar mi cerco –respondo.

–Te podemos acompañar –habla Salomé.

Las observo un momento y acepto ellas me siguen caminan tranquilamente, veo que están acostumbradas al campo me doy cuenta por su vestimenta cómoda para la ocasión, llegamos hasta el lugar donde miro los alambres de púa rotos, continúo avanzando y ellas me hacen conversa sobre la hacienda. Les cuento todo, de cómo obtuve todo lo que ellas observan, se sorprenden y me dan sus puntos de vista acerca de mi matrimonio con Paloma y no veo que me critiquen por aquello, sus ojos no me miran como los demás solo me dicen que fue muy amable de mi parte hacia ella.




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