Ellas Mis Chicas

Capítulo 23

Continuo al desorientado, la sensación de que me falta algo importante no hace más que crecer en mí. Ni siquiera en las noches, dejo de sentirme así, sé que necesito algo lo sabía desde hace mucho tiempo, pero esta sensación que siento es diferente no es ese típico vacío que normalmente siento, esto es una necesidad. Una necesidad mucho más grande que me está carcomiendo por dentro. Mi celular timbra lo reviso y es Kelly, enviándome un mensaje de texto.

–Hola ¿Qué hace? –pregunta.

Han pasado una semana y me llevo bien con ella, me sorprende que sea ella que en ocasión inicie una conversación, los primeros días era yo quien le escribía tratando de sacarme esta sensación de mierda que estoy sintiendo en mí. ¡Es una molestia! El sentirme así es verdaderamente irritante.

–Estoy trabajando –respondo y es lo que estoy haciendo, limpiando todos los restos de las cosechas –¿Esa fortuna que me escribe?

Veo que está escribiendo, se detienen y vuelve otra vez enviando un mensaje –quería pedirle un favor…

–¿Cuál?

–Me puede acompañar a una cena esta noche. Hay una fiesta con mis compañeros de clase. ¡por favor! –envía unos emojis. 

No soy de fiestas lo he dicho siempre. Estar rodeado de personas que ni conozco me es incómodo, nunca logro encajar en algún grupo social. Ella sigue enviando mensajes pidiendo que la acompañe.

–De acuerdo. ¿A qué hora es? –respondo.

–Gracias. –emojis. De besos –es hoy, a las 19hrs. Puede recogerme en mi departamento.

–Ahí estaré –respondo bloqueando el celular.

Ahora esto. Bueno no es que tenga nada interesante que hacer hoy después de todo, es miércoles y ellas llegan el viernes por la tarde. Tal vez deba distraerme un poco esta noche.

–Ellas –digo mientras tengo la mirada abajo.

Desde la otra semana están algo distantes conmigo, las siento diferentes a cómo eran incluso nuestros momentos de pasión son diferentes están ahí durante el momento, pero siento que realmente no están ahí. Sus besos, sus caricias, incluso cuando les pido hacer algo no lo hacen de la forma en que lo hacían, pero parece que entre ellas hay mucho de eso tuve que presenciarlo yo mismo el sábado pasado cuando regresaba de ayudar al veterinario con mis reses de ganado.

Escuche los gemidos, diferentes a como lo hicieron en la noche que llegaron, camine hasta su habitación abrí entrecortadamente la puerta y mis ojos se abrieron al ver lo que hacían, había tanto fuego en ellas, las caricias, los besos, como sus manos se envolvía en sus cabelleras era una exquisitez verlas, tanto que mi corazón estaba a punto de sufrir un paro cardiaco y mi amigo chocaba contra mis pantalones. Ellas terminaron en un majestuoso gemido de placer al llegar al clímax.

~Espero que lo hayas disfrutado ~dijo Salomé. ~algo como esto nunca lo vivirás.

Abrí la puerta dejándome ver a ellas ~se te cae la baba ~Lucrecia se levantó su cuerpo brillante por el sudor y su entrepierna mojada me estaba volviendo loco ~parece que tienes problemas ahí abajo. Tendrás que ocuparte tú mismo, nosotras ya estamos satisfechas.

~ ¡Que mala eres Lucrecia! ~Salomé se levanto estaba igual que Lucrecia deberíamos echarle una mano.

Coloco su mano en mi entrepierna, levanto mi camiseta dejando descubierto mi torso, estoy sudado, además tengo algo del aroma del ganado, pero a ellas no les importa. Besan los laterales de mis costados y sus manos tocan mis abdominales de una forma tan increíble, desprendiendo descargas eléctricas en todo mi cuerpo. Desabrocharon mi pantalón liberando mi erección y con tanta sensualidad y lujuria repasan desde el inicio de mi erección hasta el glande donde sus labios chocan.

~Eso es todo ~dice Lucrecia y ambas se levantan empujándome fuera de su habitación.

~ Buena suerte ~ dice Salomé moviendo los dedos de su mano cerrando la puerta en toda mi cara.

Estaba paralizado, con la boca abierta no me importa estar con mi amigo erecto al aire. Molesto. Contento. Frustrado. Excitado. Disgustado. Encantado. Diría muchas otras cosas más que de ese momento. Ellas no se dejaron ver hasta la mañana del domingo, donde no me reprimí y me abalancé sobre ellas, a pesar de sus gemidos no era suficiente faltaba algo ahí, pero ¿Qué?

Termino de hacer mi trabajo descanso un poco, reviso los límites de la hacienda observando que todo marche sobre ruedas terminando poco más de la 16hrs en lo que aprovecho para entrenar un poco, darme un baño y salir en el auto rumbo la ciudad. Llegando diez monitos antes de lo acordado con Kelly. La saludo y nos vamos a esa fiesta de su curso, pero somos los únicos que estamos aquí.

–Incluso para una fiesta no llegan a tiempo –digo algo tenso. Odio la impuntualidad. Si dicen una hora, esa hora deben estar.

–Lo siento. Así son –dice Kelly –ven entremos.

Bajamos del auto y caminamos hasta un hostal, que han alquilado ingresamos dentro hay un tipo vestido de forma casual con vaqueros camisa negra y una chaqueta moviéndose de lado a lado en el comedor.

–Kelly –dice el tipo acercándose besando su mejilla.

–Carlos ¿Qué pasa que nadie viene? –pregunta Kelly.




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