Ellas Mis Chicas

Capítulo 25

Estoy desconcertado esas palabras que Salomé acaba de pronunciar comienza a dar vueltas en mi cabeza.

~Te miente. No está enamorada de ti.

Esas palabras están rondando por mi cabeza y comienzan atormentarme, haciendo que mi lado desconfiado vuelva a salir a flote. Siempre fui una persona desconfiada eso no lo niego, pero desde un tiempo lo soy todavía más, pero la revelación de Kelly hace unos minutos atrás sale a flote.

Regresaba del trabajo y mi celular timbro y miré que era ella me sentí bien, con su llamada la verdad me siento bien cuando estoy con ella o sentir una señal de ella. Es agradable. No lo niego. Con una sonrisa en el rostro conteste la llamada y rápido la cambio a video llamada.

–Hola –salude feliz de verla.

Estaba contra una pared parecía algo despeinada y su frente le brillaba, aun así, se veía hermosa.

–Regresas del trabajo. Tienes algo de suciedad en el rostro –dice ella.

Suelto aire –limpiando el terreno de las siembras. Necesito darme un buen baño estoy todo sudado.

–El aroma de un hombre salido del trabajo es muy sexy –dice ella. Noto algo de picardía en ella es algo diferente a la chica amable y tierna que eh conocido en estos pocos días.

–¡Wao! No pensé la chica dulce sería algo atrevida –mi lado oscuro empieza a despertar.

Suelta una risita suave y me deja confundido –lo siento. Quería actuar algo… ya sabe, pero parece que no se me da bien.

Vuelve esa inocente expresión con que la conocí, pero es extraño. Ella dice que solo quería parecer algo atrevida, con ese comentario, pero note claramente que era natural. Esas palabras fueron totalmente naturales, no fueron fingidas en lo absoluto, talvez tiene algo interesante por descubrir.

–Salió bien ese comentario, parece…

–Quiero decirle algo –me corta la miro atento.

–Escucho.

–Bueno… yo… –actúa como una niña que recién se va a confesar –quería decir que… –odio los suspensos, la intriga en los momentos claves mi corazón está en calma, pero siento una pequeña aceleración –que… que tú, –cierras los ojos y toma una fuerte respiración –quería decirte que me gustas. –finalmente lo hace y la noto algo agitada y esa revelación hace que mi corazón comience a latir.

No lo puedo creer. Estoy perplejo, mis ojos se mantienen abiertos. Escuche bien o bien mal. Lo dice en serio, está jugando o está practicando, para decirlo a alguien más. controlo mi respiración y mi corazón vuelve a la normalidad, esa pequeña agitación que sentía desaparece al hacerlo, pero la intriga sigue ahí.

–No me gustan las bromas –digo lo más serio posible. Y con la expresión de siempre.

Dibuja una pequeña sonrisa ladina –no es broma, ni estoy jugando. Es lo que siento, desde la vez que me defendiste de mi ex, tu amabilidad y forma de ser son cosas que me gustan. Además, eres alguien trabajador. ¿Dónde puedo encontrar a alguien como tú? ¡Me gustas!

Sus palabras empiezan atravesarme –Escucha…

–Me gustas. Me gustas, me gustas. ME GUSTAS –grita la última vez. Y eso me deja más perplejo y empiezo acelerarme, aparte de mi esposa nadie me había dicho esto. Se calma y respira profundo –sé que decirte esto por este medio es… –hace pausa –no es correcto, pero no podía con esto solo quería sacarlo del pecho. Pero si no lo crees vamos a vernos en este momento y te lo digo de frente –noto seguridad en sus palabras.

Bajo mis defensas –no es necesario. Te creo, pero debes darme algo de tiempo. Debes saber que soy, bueno soy viudo y esto me toma por sorpresa. Pero confieso que me gusta estar contigo.

–Entonces en nuestra cita de mañana, podemos aclarar ciertas cosas entre nosotros. Te parece bien.

–Seguro –respondo.

–Bien. Hasta mañana. Te quiero –besa la pantalla cortando.

Estuve contento que me puse a jugar con mis perros de esta alegría que recorría mi cuerpo, estaba teniendo un momento único sentía que estaba volviendo un poco más y en eso ellas vinieron a mi mente y como un huracán sacudieron todo mi cuerpo recordando esos momentos de pasión, esos momentos especiales que vivimos y de solo pensarlo hace que mi corazón lata con mayor frecuencia.

Y ahora las palabras de Salomé empiezan a taladrarme esta pequeña esperanza que sentía. Te miente. No está enamorada de mí. No quiero creerlo. Miente. Miro sus ojos y los de Lucrecia y veo en ellos sinceridad. Esta la parte de mi antiguo ser el que me dice confía. ¿pero en quién? Y el yo creado por Paloma el desconfiado total que dice te mientes ambas partes. Comienzo a tensar mis músculos, mis parados se mueven de forma intrépida, mi respiración se empieza agitar. Llevo mi mano derecha a mi cabeza, empiezo a perder la calma.

–Omar. ¿estás bien? –escucho decir a Lucrecia.

En eso siento en eso siento unos brazos fríos, espectrales rodeándome reconozco el aroma. Este aroma que amo y odio, su perfume es el mismo siento su toque fantasmal la siento colocar su mentón en mi hombro. La miro y me sonríe.

–Tú –digo con la voz pesada y molesta.

–¡¿QUÉ?! –escucho decir a Salomé y Lucrecia.




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