Alyssa caminaba hacía la escuela que estaba tan solo a cuatro cuadras de su casa, cuando alguien gritó su nombre, se detuvo para mirar a quien la buscaba
—Hola, soy Ellina.
Alyssa la miró de arriba a abajo, le parecía familiar pero pronto se sintió intimi- dada esa chica era mayor que ella y por supuesto muy bonita. Era todo lo que la insegura adolescente Alyssa quería ser: alta, rubia, con un cuerpo definido de mujer y unos hermosos ojos de color verde.
—Tengo algo muy importante que decirte y tienes que escucharme.
—Claro—dijo Alyssa
—Tienes que venir conmigo, el fin del mundo se acerca y… Ellina no alcanzó a terminar cuando fue interrumpida
—¿Es una broma?, quien la planeo, ¿Fue Marcos o ha sido Pablo?, o ¿fue alguien más? —Alyssa la miraba inquisitivamente
—No sé de qué hablas—dijo Ellina
—Yo soy parte de las chicas locas, si te metes conmigo, entonces todas te daremos una buena lección—dijo Alyssa en tono intimidante.
Dentro del colegio al que asistía había creado amistad con un grupo de amigas que se llaman así mismas las chicas locas, eran muy populares en la escuela y se acompañaban entre las venturas y desventuras.
—No es una broma—Ellina la tomó del brazo a un lado para separarla de los transeúntes—. Escucha no es una broma, tenemos que buscar a alguien antes del fin del mundo
Alyssa la miró asustada, la chica le daba miedo
—Pero... yo que tengo que ver en eso.
—Todo. Mira resulta que en la otra realidad…—Ellina la miró en silencio por unos minutos, medito sobre decirle la verdad, era muy joven y pensó que no lo compren- dería además no tenía tiempo
—Soy un hada, Ellina de Hansti, hemos elegido algunas personas para intentar salvar el mundo.
Alyssa casi gritaba de la impresión
—¿Qué?, pero yo… soy una simple chica.
—Lo sé, pero eres necesaria—dijo Ellina
—Pero yo no sé hacer nada, apenas y puedo estudiar, ¿Cómo podré ayudar?
—No lo harás sola. Tenemos que encontrar a alguien que nos ayudará—dijo Ellina
—¿Quién? —preguntó Alyssa
—Usualmente le llaman alma gemela.
Alyssa sintió como si hubieran pronunciado una palabra mágica, algo que enca- jaba perfectamente en su rompecabezas mental. No entendía como lo sabía ni porqué estaba tan segura como nunca en su vida, pero era la respuesta a cada una de sus preguntas cuando subía al árbol a observar las estrellas. Nadie se lo dijo, pero ahora era su única verdad.
—¿En verdad tengo un alma gemela?, ¿Alguien que me espera en su vida? Ellina la miró confundida
—Si.
—Y, ¿Dónde está?
—Debemos ir por él—dijo Ellina
—Pero en mi casa me buscarán y ¿el colegio? —preguntó Alyssa preocupada
—Soy un hada, me encargaré.
Alyssa asintió mientras sonreía, solo quería estar ya frente a su alma gemela, jamás había escuchado sobre eso, pero sabía que era su destino
—Toma mi mano—dijo Ellina y Alyssa le obedeció, después el hada tomo su traslador, nombró la ciudad, y finalmente oprimió el botón, un segundo después desaparecieron.
Algunos transeúntes se habían sorprendido al verlas desvanecerse, pero había pasado tan rápido como un pestañeo que no supieron si era real y después lo olvidaron.
Cuando llegaron a Oklahoma, Ellina tuvo que esperar a Alyssa no de muy buen humor. Aquella niña se estaba acostumbrando a la alta velocidad así que estaba sentada en una banca recuperando el aliento mientras bajaba su adrenalina.
—¿Y por qué no tienes alas?
Aquella pregunta le parecía estúpida, pero Ellina tuvo que responder
—Las hadas no vuelan.
—¿Como que no? —pregunto Alyssa indignada —. Todos los cuentos dicen que las hadas pueden volar, tienen varitas mágicas y saben hacer hechizos de amor
—¡Que no! —dijo Ellina enfurecida. Alyssa la miró temerosa y dijo
—Está bien, entonces no.
El hada respiró profundo para recuperar la calma
—Eso era antes, cuando iniciaba la existencia de las hadas por el universo entonces las hadas usaban alas para volar o incluso se tele transportan con la mente, porque no sabían de tecnología, y hacían esos hechizos porque eran primitivos y no solo hacían hechicería de amor sino de todo tipo.
—¿Y tú no sabes hacer eso?
—¿Crees que soy primitiva? —preguntó Ellina indignada Alyssa negó con la cabeza
—Pero ¿cómo vas a detener el fin del mundo?
—Eso te lo contaré después—dijo Ellina luego señaló hacía un restaurante—. Mira ahí es donde trabaja, se llama Raúl Medellín
Alyssa escucho aquel nombre, pero este no le decía nada.
—Entonces hay que ir ahora mismo—dijo impaciente
Ambas caminaron hasta el restaurante, pero antes de llegar Ellina la detuvo.
—Espera. Antes iremos a comprar ropa, a dónde iremos después no podrás ir vestida así.
Alyssa la miró confundida, pero la siguió, ingresaron a una boutique. Alyssa comenzó a tomar un montón de ropa que le gustaba, Ellina la observó con fastidio
—Alyssa deja esa ropa, sólo llevaremos algo básico.
Alyssa decepcionada dejo el resto de la ropa. Ellina eligió unos jeans, y una cami- seta de color blanco, tomó uno tenis y unas zapatillas de tacón, también tomó un kit de maquillaje. Antes de salir Ellina hizo un hechizo del tiempo para evitar pagar.
—Ellina, eso es robar. Aquí y en Marte—dijo Alyssa
—Bueno pues en Hansti no—dijo Ellina muy tranquila
—Pero si lo es—refutó Alyssa
—¿Puedes callarte? —dijo Ellina
Caminaron hasta ingresar al restaurante, pero Alyssa se detuvo en la puerta
—¿Ahora qué? —preguntó Ellina
—Estoy muy nerviosa, conoceré a mi alma gemela—dijo Alyssa
Ellina hizo un gesto de fastidio y la obligó a ingresar. Tomaron la mesa del fondo. Esperando que Raúl Medellín apareciera.
No tardó en aparecer, estaba atendiendo algunas mesas. Ellina lo miró dudosa de si era él o no, pero cuando lo miró de frente supo que era él. Era una versión mucho más joven, con veintitrés años estaba más delgado y su rostro era más suave que antes. Sonreía y trataba muy bien a sus clientes y sobre todo si eran féminas para asegurar las grandes propinas que le otorgaban.