Cuando Ellina y Alyssa abrieron los ojos, no estaban en pueblo del norte. Rascacielos enormes que parecían llegar al cielo estaban frente a ellas.
—¡Esto no es pueblo del norte!, ¿Acaso te confundiste Ellina?—dijo Alyssa mortificada porque era la segunda vez que a Ellina le pasaba lo mismo.
Ellina sintió mucha frustración era la segunda equivocación y le avergonzaba terriblemente que en momentos tan críticos ocurriera eso.
—Juro que hice todo de forma correcta, no puedo comprender cuál es la falla— dijo Ellina. Pero después recordó que aquel cronómetro no era suyo, medito con claridad la posibilidad de que Iker hubiese modificado algo en él que provocará aquellos desvíos
«¿Pero por qué?» se preguntó Ellina así misma y a su mente vinieron las palabras de Iker sobre la negativa de la casualidad y que todo ocurría por decisión de la energía creadora, ¿Si fuera así, entonces era decisión de la gran energía que estuvieran en la ciudad de Nueva York?
Era una ciudad hermosa pero sumergida en el caos. Aún había cadáveres de personas en las aceras que habían dejado de causar conmoción ante lo común que se volvía en esos momentos la muerte. Todos corrían de un lado a otro, se escondían, la mayoría estaba cubierto con polvo y suciedad, sin haber tomado ducha desde hace dos días, sin comer y buscando un refugio donde protegerse.
Ellina y Alyssa caminaron por las calles tomadas de la mano. A veces se veían sombras que volaban con gran rapidez en el cielo, como enormes aves, entonces la gente se tiraba al suelo y se escondía como podían, Ellina y Alyssa hicieron lo mismo y se escondieron tras un carro color azul donde también una chica se escondió junto a ellas. No debía tener más de veinticinco años. A pesar de que todos estaban muy asustados, Alyssa le sonrió dulcemente a la chica porqué le pareció que estaba muy asustada, aquella chica le correspondió el gesto.
Pronto escucharon el grito de la gente aterrorizada, unos lactinos estaban volando muy cerca de ellos y llevándose a todas las personas que podían. Ellina detectó el peligro y rápidamente hizo que Alyssa y ella se metiera debajo de un carro. La otra chica intentó hacer lo mismo, pero era demasiado tarde aquella hada tomó sus piernas con fuerza, Alyssa intentó tomar sus manos para rescatarla, pero le fue imposible, Ellina la tomaba con fuerza de la cintura con una mano y con la otra cubría su boca para que no gritara. Alyssa nunca olvidaría ni los gritos ni los enormes ojos cafés horrorizados de aquella chica.
Estuvieron escondidas ahí por más de quince minutos. Alyssa había llorado y temblaba del miedo, Ellina estuvo consolándola hasta que poco a poco fue calmándose, entonces Ellina salió a echar un vistazo y cuando vio todo seguro entonces hizo que Alyssa saliera del escondite.
Caminaron varias cuadras hasta que llegaron a un enorme parque que debía ser Central Park sin embargo ahora estaba reducido a escombros y sobre él había muros de alambre que cubrían casi todo el lugar, dentro había tiendas de lona. Ellina y Alyssa mi- raron aquel lugar bastante confundidas, una mujer de algunos cincuenta años se acercó a ellas
—¿Alyssa?, ¿Alyssa Gante? —dijo la mujer Alyssa la miró un momento y la reconoció después
¡Doña Lourdes! —grito Alyssa emocionada de por fin ver un rostro tan familiar y le abrazo—. ¿Pero que hace aquí?
—¡Todo pueblo del Norte está aquí, todos fuimos atrapados! —dijo la mujer llorando
Alyssa la miró incrédula
—¡Mis padres!, ¿Están aquí?—preguntó la niña llorando
—Todos están aquí. Mis hijos, mi esposo y tu familia—dijo la mujer llorando
—¿Dónde están? —pregunto Alyssa muy desesperada
—Están ahí—dijo la mujer apuntando con su mano derecha aquel lugar cercado Ellina y Alyssa miraron aquel lugar siniestro. Luego la mujer se fue corriendo.
—¡Ellina mis padres, mi hermana están aquí! —dijo Alyssa llorando—. Tengo que rescatarlos
Ellina la miro triste, temía lo peor, pero no podía rendirse. Si era un hecho que sería el fin del mundo ella la ayudaría a salvar a sus padres incluso si después debía verlos morir.
—Vamos a entrar a ese lugar—dijo Ellina
Alyssa ni siquiera lo dudo y la siguió. Cuando estuvieron frente a la cerca se miraron a los ojos, convencidas que era la mejor opción. Pronto vieron llegar a tres lactinas que descendían desde el cielo y llevaban consigo humanos, a los que dejaban sobre el suelo de forma salvaje y después eran apresados por lactinos de figura masculina y vestidos de negro quienes llevaban a los humanos hacia las tiendas de lona. Ellina cortó el alambrado con su Hoz, y una vez que ingresaron con mucha cautela, escucharon un terri- ble estruendo. Los Kygos habían arribado hasta el lugar y peleaban contra las hadas de la Vía Láctea.
Ellina y Alyssa aprovecharon la distracción para ingresar y una vez dentro se escondieron tras una de las tiendas, una muchachita de poco más de quince años estaba ahí, desnuda y llorando.
—¡Ellos te hacen beber un líquido que te mata, te quema por dentro, revienta tus entrañas, prefieren las niñas y los hombres adultos, somos cerdos al matadero! —dijo llorando y martirizada
Alyssa la miro entre lágrimas y asustada. Cuando se escucharon unos ruidos la chica se fue corriendo lejos de ahí. Había dos enormes tiendas una era exclusiva de niñas y adolescentes y otra estaba repleta de hombres adultos, había otras tiendas para ancianos y mujeres adultas.
—¡Ve a buscar a mi hermana a ese lugar, Ellina!, yo buscare a mi padre y después iremos por mi madre—Ellina la miró preocupada sin obedecer
—¿Acaso enloqueciste? —dijo Ellina—. No podemos separarnos, es muy peligroso.
—¡Están matando primero a adolescentes y hombres adultos!, ¡Mi padre y mi hermana pueden ahora estar muertos! —dijo Alyssa y se limpió las lágrimas con su dorso—. No me digas sobre el peligro, porque lo único que quiero es verlos, aunque sea solo una vez