Ellina estaba sentada sobre una enorme roca frente al mar de Piar. Hacía frío y el oleaje era muy fuerte, sin embargo, estaba a una distancia considerablemente lejana del mar. Mientras estaba ahí se confirmaba así misma que mirar debajo del puente era más hermoso que mirarlo desde arriba.
Hansti había cambiado mucho. Ellina ahora era la líder de ese mundo, había cambiado el paradigma por completo, ahora las hadas tenían la oportunidad de crear un vínculo especial con los seres del universo con los que trabajaban, lo cual contribuyó en generar una alimentación nutritiva y una comprensión mucho más clara del funcionamiento de la gran energía. Aquello provocó que su unión con otros mundos creciera y también originó que algunos planetas con población primitiva comenzaron a evolucionar con mayor aceleración. En el mismo mundo Hansti también hubo muchas mejoras, aunque nunca cambiaron su individualidad se fomentó la amistad como un beneficio para la evolución lo cual generó que muchos Hansti tuvieran algún buen amigo con quien compartían una conexión especial. Además, se creó el centro Gante donde la población que ellos denominaban como desalmada recibía ayuda voluntaria y gratuita con el objetivo de enseñarles poco a poco a generar una conciencia que les permitiera vivir en Hansti, desde entonces ningún desalmado estuvo deambulando perdido entre las calles.
Cuando Iker vio a Ellina sentada en aquella roca sonrió levemente, le parecía que nunca cambiaría, así que caminó hacia ella rápidamente
—Siempre estás aquí por lo menos una vez antes de que culmine una vuelta más hacia la estrella Anne—dijo Iker
Ellina aún miraba hacia el mar de Piar, pero cuando lo escucho le dirigió una sonrisa y una mirada
—Amo este mar y amo este lugar, siempre volvería aquí—dijo Ellina
—Me citaste muy temprano, ¿Que sucede? —pregunto Iker intrigado
—Debo irme y quiero que tú te quedes en mi lugar como el líder Hansti—dijo Ellina
Iker la había mirado con ojos enormes muy sorprendido por aquellas palabras
—¿Es una especie de broma? —preguntó Iker
—No—dijo Ellina bastante tranquila
—¿Pero, a donde irás? —dijo Iker
—Al fin está por terminar mi vida física en el universo, volveré de donde vine. Volveré a la gran energía como una llama que arde con el viento—dijo Ellina con un tono de ensoñación
Iker la miro confundido e impactado
—Pero ¿cómo lo sabes?
—Lo sé, querido amigo es algo que sabes, que sientes. Nadie lo dice, pero lo sabes.
Y es algo maravilloso y real como respirar—dijo Ellina
—¿Cuándo? —preguntó Iker
—Hoy mismo—dijo Ellina
Iker la miró consternado y bajo la mirada, ahora estaba pensando en que extrañaría a su única amiga en todo el universo. Y sin embargo al mismo tiempo se sentía feliz por ella.
—¡Voy a extrañarte! —dijo Iker
Ellina le sonrió y después se puso de pie para abrazarlo intensamente. Ambos permanecieron abrazados por un relativo tiempo hasta que finalmente deshicieron el abrazo. Iker tenía algunas lágrimas en sus ojos, pero sonreía cálidamente.
—¿Alguna vez te volveré a ver? —preguntó Iker
—No lo creo, pero podrás sentirme, estaré en todas tus emociones si me recuerdas con amor—dijo Ellina—. Ahora debes irte, ocupa mi lugar y que tu lugar lo ocupe Koparki, despídeme de él, dile que lo quiero mucho y haz lo mejor que puedas, desde donde este te veré triunfar.
Finalmente, Iker se encaminó lejos de la arena del mar de Piar, mientras Ellina lo veía irse. Nunca más se volverían a ver, pero ambos estaban satisfechos de todo lo que habían hecho para llegar hasta ahí.
—¡Valió la pena! —exclamó Ellina mirando hacia el cielo y sonriendo feliz.
Cuando llegó la noche Ellina había llegado hasta el faro de Feréz que estaba a orillas del océano Larton, el único océano de agua que poseía Hansti. Aquel faro era el refugio que Ellina había construido para acercarse a la gran energía de forma privada. En lo más alto del faro había una gran sala.
Aquella habitación estaba debidamente acondicionada con una enorme pantalla de cristal como un espejo. Ellina apago la luz y la pantalla se encendió mostrando una imagen del universo, estrellas y constelaciones podían verse en su máximo esplendor.
Entonces Ellina comenzó a susurrar algunas palabras incomprensibles mientras mantenía sus ojos cerrados, aquella gran pantalla comenzaba a moverse rápidamente como si el hada le enviara algunas coordenadas correctas de lo que debía mostrar. Cuando se detuvo, Ellina abrió los ojos y sonrió felizmente,
—¡Al fin los he encontrado! —exclamó el hada muy feliz, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas observándolos:
El y Ella caminaban por una hermosa playa terrestre con arena dorada y un mar azul, estaba por llegar el amanecer pasaban de las cinco de la mañana. El cielo tenía un hermoso color turquesa y había estrellas brillando increíblemente.
Ella estaba parada a la orilla del mar, descalza sobre la arena
—¿Aun recuerdas la historia que me contaste acerca de esa estrella? —dijo
—Sí—dijo el hombre que estaba junto a ella
—Cuéntame algo sobre eso—dijo la mujer
—No sé si sea cierta la historia. Cuando era un niño no podía dormir siempre terminaba despertando en medio de la madrugada, salía de mi cuarto y me paraba sobre el pórtico, y veía este mismo cielo. No sabía porque lo hacía, pero me quedaba por horas mirando esa estrella la más brillante. Luego mi abuelo me descubría y me regresaba a la cama, hasta que una noche que me encontró exactamente haciendo lo mismo me contó una historia, dijo que todas las personas que morían iban a esa estrella y ahí eran muy felices, por eso era la estrella más brillante, su luz era tan deslumbrante para que siempre la viéramos y no los olvidaremos—dijo él
Ella le escuchaba apaciblemente mientras miraba aquella estrella