Ellos

Capitulo 8: Un refugio no tan seguro

Los días pasaron y Lyoth comenzaba a acostumbrarse un poco al nuevo mundo, desde los sonidos hasta la rutina del guardia y las personas que cuidaban de la vegetación del lugar, tal y como supuso, los seres de ese lugar eran criaturas de hábitos bastante peculiares, pero estaba segura que si la conocieran, pensarían lo mismo de ella que solo comía raíces y algunos insectos.

Había aprendido mucho observando desde los árboles que se alzaban sobre el muro del parque, la vestimenta podía ser muy variada, los cables que colgaban entre esos extraños postes podían ser peligrosos si se les tocaba directamente (tal como lo comprobó cuando un pájaro se poso cerca de la base del poste y de donde nacía dicho cable) y que la comida venia en muchas presentaciones, no se entregaba en la mano como ella conocía, sino cajas y bolsas extrañas que conformaban parte de la basura que muchos no se molestaban en limpiar, su lenguaje tenía palabras bastante extrañas, y en su mayoría, eran insultos que, generalmente lo hablaban los hombres y algunas mujeres desde muy jóvenes.

Cuando la oscuridad descendía sobre la ciudad y la mayoría de las estrellas se ocultaron por las luces de la ciudad Lyoth paseo una vez más por la arboleda mirando hacia la calle tenuemente iluminada por los postes públicos, había muy poca gente transitando a esa hora, e incluso los vehículos pasaban escasamente dejando tras de sí un destello rojo que se desvanecía el humo en el viento. La ciudad casi se sumergía en el silencio de los sueños, a excepción de la ocasional y lejana música acompañada de risas, cantos e incluso discusiones en la acera o de manera fugaz cuando un auto pasaba a gran velocidad.

Lyoth se había percatado que en ocasiones aquellos sonidos eran nulos, pero algunas noches, los humanos alejaban la oscuridad iluminando gran parte de las calles y la quietud casi desparecía conforme la gente avanzaba cantando, bailando, vendiendo e incluso haciendo representaciones de la historia de su mundo en determinadas fechas, a la semana de su llegada en aquel extraño mundo, las estrellas se desvanecieron y en el manto nocturno hubo un sin fin de luces coloridas que eran acompañadas por distintas detonaciones, que en lugar de provocar miedo o angustia, alegraban a los residentes. ¡Vaya mundo más extraño!

Durante una de sus exploraciones en el parque y su alrededores Lyoth descubrió que, ademas de generar basura, muchas personas tiraban comida y en una ocasión se vio tentada a devorar las sobras de una caja blanca; trozos de carne roja con verduras aplastadas y una botella con un extraño liquido color rosa, pero ante la incesante peste de la basura, mugre y el penetrante olor de los autos el solo hecho de dar un bocado le revolvió el estomago, ¿como podían comer algo así todos los días? ¿siempre olía tan mal?

Algunas veces cuando salia de la arboleda para mirar la ciudad, la joven comprobó que el acceso público era cerrado y una vez que la noche caía, saltaba la barda del lado donde las ramas de los arboles fueran mas tupidas para evitar ser vista por el guardia, aunque las primeras ocasiones en que lo intento, temió ser señalada por algún transeúnte, pero, por lo que pudo observar, ese comportamiento de trepar muros era bastante normal en ese lugar.

Una vez que estaba en su refugio y cubría sus huellas, Lyoth montaba guardia, observaba desde las grietas de las raíces su entorno, cuando finalmente estaba segura de que nada ni nadie se encontraba en los alrededores, entre sollozos poco a poco la joven se dejaba envolver ante el arrullo de los sueños...que mas tarde se volvían pesadillas.

-¡Auxilio!

Nadie me escucha

De pronto la tierra se sacudió...seguido de un trueno y un nuevo temblor sacudió la cueva mientras el suelo bajo mis pies desapareció, lentamente contemplo la caída de las rocas, los cristales y la luz se desvanecía dando paso a la oscuridad escuchando a mis amigos llamarme...pero cuando miro hacia abajo, no encuentro la nada eterna...son miles de manos y rostros deformes que gritan mi nombre...listos para hacerme pedazos.

Los primeros rayos del sol penetraron por las grietas del refugio de Lyoth, acompañado de los sonidos de los autos y camiones de la ciudad que anunciaban el inicio de un nuevo día.

La joven despierta con lagrimas y tierra seca en sus mejillas, con el corazón retumbando en su pecho y una fuerte presión en sus oídos, ella intenta despabilarse tocando constantemente su lecho para asegurarse de que esta cayendo en la nada.

Cuando finalmente despierta, Lyoth mirar a su alrededor, con tristeza recuerda que esta sola, refugiándose bajo tierra en un mundo que tiene solo unos cuantos días de conocer.

Solo fue un sueño...No hay tiempo de lagrimas, debo encontrar a Hesper y a los otros. Se dice a si misma mientras se levanta para comenzar su rutina.

Aguza su oído buscando cualquier ruido ajeno a sus alrededores, observando entre las grietas de su refugio si hay alguna anormalidad, pero no encuentra nada ni a nadie, salvo al hombre de la silla blanca del día anterior que camina junto a un par de jóvenes con una extraña maquina que escupe agua directo a las plantas, alcanzando a salpicar un poco la grieta por donde Lyoth vigila, llenando su parpado de lodo.



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En el texto hay: misterio, suspenso, terror

Editado: 25.10.2019

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