Ellos

Capitulo 11: ¿Un inevitable final o un oscuro principio?

El pitido cercano del tren junto a su tenue luz me anuncia que mi vía de escape se aproxima, es ahora o nunca.

Él yace aún bajo la luz del alumbrado público moviendo ocasionalmente su cabeza creando una media luna de forma continua. Si he de hacer esto debo ser veloz pues en cuanto abandone el escondite y mis pies suenen con la tierra que divide las vías de la casa en ruinas es un hecho que se adentrara en la oscuridad y me veré en serios problemas, pero no puedo esperar más tiempo, si dejo pasar el tren estaré atrapada hasta el amanecer.

Tomo un trozo grande escombro del cual sobresale un pedazo de varilla oxidada e inhalando profundamente comienzo a moverme con el mayor sigilo que me permiten mis piernas, evadiendo sin mucho éxito vidrios rotos y pequeñas bolsas que alguna vez contuvieron comida chatarra, ropa, medicina o pañales, pues intento no perder de vista al hombre de oscuros ropajes que continua parado bajo el poste de luz.

Conforme avanzo, el crujir del suelo y su basura petrifica mi cuerpo haciendo más doloroso el palpitar de mi corazón que amenaza con estallar en mi pecho o delatar mi posición ante tal escándalo cada vez que él centra su mirada hacia donde me encuentro. Se queda así, unos segundos, mirando a la oscuridad con la que me envuelvo, inclina la cabeza un poco hacia la derecha en gesto de duda y vuelve a mover su cuello reiniciando su vigilancia de media luna sin perder su postura autoritaria.

No puedo seguir moviéndome con estas constantes pausas por temor a ser descubierta, pues el pitido del tren me anuncia que se encuentra a poco más de cien metros y continúa acercándose.

Inhalo profunda y repetidamente mientras hago un mayor agarre a mi única arma, el trozo de escombro observando al hombre bajo el poste moviendo su cabeza cual obediente robot, esperando ese segundo en que volverá su mirada hacia mi dirección.

El silbato del tren y el rugir de sus ruedas exclaman su inminente cercanía. Arrojo el escombro lo más alto y lejos que me permite mi exhausto brazo provocando un fuerte estallido seguido de una lluvia de chispas sobre la cabeza del sujeto haciendo que salga de su pose imponente obligándose a protegerse con las manos estando momentáneamente en oscuridad.

El calor de la adrenalina da a mi cuerpo el impulso suficiente para correr hacia las vías, ¡y justo a tiempo!, pues la luz del tren se hace más cercana cual cometa en noche despejada. Todo lo que puedo escuchar es el fuerte bombeo de mi corazón seguido de la respiración irregular que inunda mis ardientes pulmones con frescas bocanadas de viento mientras en mi cabeza yace el único pensamiento de huir, pero la tentación de volver la mirada amenaza con hacerme desacelerar mi velocidad actual e incluso de tropezar.

El tren yace ante mí; imponente y relativamente veloz. Mi cerebro grita a los músculos que aumenten la velocidad y a mi brazo que se extienda para sujetarse del pasamano cuadrado de uno de los vagones y subir o fracturarse en el intento por escapar. Sin darme tiempo a medir la velocidad del tren o la mía, meto mi brazo en el rápido desfile de metal sintiendo el duro y recto golpe del pasamano antes de poder sujetarme a este, provocando que mis pies sean arrastrados y cortados por la basura y concreto que sujeta las vías, sin embargo después del duro raspón que pego en el pequeño trozo de pavimento del bulevar recupero el ritmo y finalmente me impulso hacia los delgados escalones, pero, justo cuando mi único brazo libre impulsa la corrediza puerta metálica una fuerte mordida en mi tobillo izquierdo me obliga a soltarme y caer de espaldas al suelo, a un par de metros de las vías, lo cual consideraría una fortuna pues las ruedas me habría triturado las piernas o la cabeza, sin embargo la breve sofocación y el punzante dolor solo me hacen desear golpear el rostro de quien provoco mi caída.

Luego de toser un par de ocasiones e intentar incorporarme torpemente, el brillo del elegante cable y el húmedo calor de la sangre escucho un suave y fingido silbido de sorpresa con unas firmes pisadas en el pavimento.

-Esa sí que fue una dura caída. No creíste de verdad que el truco de dejarme a oscuras te iba a funcionar en este mundo ¿o sí?-dice una grave voz desde las sombras

-¡Muéstrate!- le ordeno

La cegadora luz de los faros del auto oscuro muestra al alto e imponente "centinela", en una pose arrogante sosteniendo el elegante cable plateado tensándose poco a poco en una mano mientras retira sus lentes con la otra

Alzo los puños cual boxeador intentando ignorar el creciente dolor de mi sangrante tobillo, pero el fuerte tirón de su mano provoca que caiga al suelo dejándome en una posición pequeña y vulnerable mientras que él, alto y fornido se muestra más atemorizante

Sin dejar de mirarlo acerco mis manos al tobillo hasta que entran en contacto con el frío metal que aprisiona mi piel e intento liberarme pero el desangramiento y el temblor de mis dedos hace difícil lograr esta tarea



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En el texto hay: misterio, suspenso, terror

Editado: 25.10.2019

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