13 de junio de 1957
Querido diario,
Hoy no fue uno de esos días normales.
Reaven llegó muy enojado. Lo vi discutiendo con su padre y noté algo raro... su gemelo no estaba con él. Más tarde me enteré de que estaba en el hospital, pero nadie sabía por qué.
Bueno, nadie de los que podían hablar. Porque en esta casa, las cosas no se dicen. Solo se murmuran.
Fui a la cocina y pregunté:
-¿Qué pasó?
Pero las cocineras no sabían nada. Esa familia es tan misteriosa que ni sus empleados más cercanos conocen la verdad. Me pareció tan extraño.
Caminé por el pasillo y encontré a Reaven sentado, mirando a la nada. Sabía que hablar con él era como hablarle a una pared... pero lo intenté.
Y lo que escuché me dejó helada.
-"Yo lo hice. Yo tiré a mi gemelo del caballo. Lo hice por venganza. Él no debe traicionarme de ninguna manera... ¡pero lo encontré besando a esa estúpida criada!"
Dijo eso y comenzó a llorar.
No sé si lloraba por culpa... o por sentirse traicionado. Pero esa mezcla de rabia, dolor y celos fue más oscura de lo que jamás imaginé. ¿Cómo puede un hermano hacerle eso al otro... por un beso?
Y entonces entendí algo, querido diario.
Entendí por qué mi papá siempre me quiere lejos de ellos.
Si son capaces de tratarse así entre ellos... ¿qué podrían hacerme a mí?
Voy a intentar alejarme. Incluso de Melquisedec...
aunque me duela.
-Rebecca
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Editado: 15.08.2025