Darcy abrió lentamente los ojos, aturdida, y con un ligero dolor de cabeza que ya parecía estar desvaneciéndose. De repente, una horrible imagen pasó por sus ojos, y se enderezó con tanta rapidez, que se mareó y todo a su alrededor empezaba a tornarse oscuro. Una mano la detuvo antes de que se levantara por completo.
—Tranquila, no debes moverte mucho, tienes que descansar, Dars.
Cuando finalmente los ojos de Darcy procesaron lo que veían, ella se quedó sin habla. Estaba en su habitación, y era Molly la que sostenía con delicadeza sus hombros para que no se moviera, y estaba junto a Tom, su madre, y algo que la dejó aún más confundida, es que Holland también estaba ahí. Sus hermanos estaban bien, estaban vivos, no les había pasado nada. Tom se percató del desconcierto de Darcy, y le preguntó si estaba bien.
—Ustedes... ustedes están bien. —dijo con voz temblorosa y tomando la mano de Molly; ella, Tom y Edith la miraron de forma interrogatoria.
—Por supuesto que estamos bien, ¿por qué no lo estaríamos? —preguntó Tom.
¿Qué se supone que tenía que decir? "Bueno chicos, lo que pasa es que los vi muertos y mutilados. Sí mamá, lo que escuchas. Ah, y también había una frase rara en la pared. No me mire así Holland, no soy una loca." Sí... no era lo más conveniente.
—No, por nada, solo... ¿Cómo llegué aquí? ¿Qué fue lo que pasó? —preguntó Darcy para cambiar el tema, y también por sincera curiosidad.
—Holland te encontró en el ático desmayada, te veías muy mal, estabas muy pálida e incluso tu nariz estaba sangrando. Dormiste todo el día, tu padre me dijo que debería llamar a un médico y eso hicimos. Nos aseguró que estabas bien y que solo debías descansar, pero que de todas maneras te observáramos por si algo pasaba. Si este muchacho no te hubiese encontrado, no sé qué hubiera pasado contigo.
Explicó su madre con su clásico tono inexpresivo, pero Darcy pudo notar una mínima pizca de preocupación esta vez.
Darcy miró a Holland, y él le dedicó una cálida mirada. No podía creer que la había ayudado. Y tampoco podía creer que se había quedado inconsciente hasta el día siguiente. Su madre les dijo a sus hermanos que no tenían que preocuparse, que podían seguir con sus labores y que Darcy estaría bien. Edith también dijo que iba a ver el desayuno para Darcy; pero antes de retirarse, le preguntó a Holland si no le molestaba quedarse por un momento para vigilarla, y él, intentando ocultar su nerviosismo, accedió. Las mejillas de Darcy se enrojecieron levemente. Holland se sentó en uno de los taburetes que estaba a lado de la puerta y se quedaron en un incómodo silencio.
Holland levantó el dedo índice en señal de que iba a hablar.
—Antes que nada; no crea que la estoy acosando, ni nada de eso —se aclaró la garganta—. Es que su padre me dijo que había unas herramientas que necesitaba en el ático y...
—Gracias —dijo Darcy amablemente. Le dio un poco de ternura verlo nervioso—. Si no hubiese sido por usted, me habrían devorado las ratas... no es que tengamos ratas en la casa, es solo una expresión tonta. —añadió esto último rápidamente, preguntándose porqué había dicho eso último.
Holland rio.
—Bueno, sepa que estaré pendiente de que ninguna rata se la coma al próximo desmayo.
Ambos rieron; el ambiente ya no estaba tan tenso y turbio como antes y la cabeza de Darcy ya no estaba llena de preocupaciones y temores. Ambos se miraron; Darcy creyó que Holland iba a decir algo más, pero el momento fue interrumpido por su madre. Edith le pidió a Holland que se retirara y así lo hizo, y por una extraña razón, Darcy se quedó con un sentimiento de tristeza cuando lo vio irse.
La mañana pasó rápido; Darcy logró convencer a su madre de que se sentiría mejor si no pasaba en cama todo el día, por lo que bajó para dirigirse al jardín y dar un paseo ahí. Antes de salir, pensó en ir a la cocina por un poco de agua y pudo ver a una de las empleadas del hogar bastante afligida, incluso parecía que estuviera llorando. Darcy se acercó a ella; era Casey, una de las más jóvenes y con la que Darcy se llevaba mejor.
—¿Casey? ¿Te encuentras bien? —preguntó Darcy.
Al escuchar a Darcy, Casey secó rápidamente sus lágrimas.
—Sí, Srta. Darcy, todo está perfectamente.
Era bastante obvio que no lo estaba; se veía que necesitaba hablar con alguien.
—Casey, sabes que puedes confiar en mí —dijo posando su mano en el hombro de Casey—. Anda, dime, qué ocurre.
Aunque Casey intentó contenerse, segundos después, rompió a llorar en los brazos de Darcy, quien ya se estaba preocupando de más.
—¡Soy tan estúpida! ¡Voy a perder mi trabajo y lo tengo bien merecido por ser tan ingenua y estúpida! —chilló Casey, aferrándose aún más a Darcy.
—¿Qué? No digas eso —dijo Darcy recogiendo un mechón suelto de Casey—. No eres estúpida, seguro esto tiene arreglo, estoy segura.
Pero Darcy no se imaginaba que el problema de Casey era que estaba esperando un bebé, y Marlon y Edith se habían enterado, por lo que decidieron despedirla. Darcy se quedó anonadada, no creía que sus padres llegasen a tales niveles de insensibilidad. Hizo todo lo posible para que Casey se calmara; la sentó en uno de los sillones de la sala, hizo un té relajante para Casey y le pidió que le cuente todo.
Resultaba que el padre del bebé no era más que un fantoche. Le había dicho a Casey que, si en verdad lo amaba, tenía que darle una prueba de su amor, convirtiéndolo en el primer hombre con el que iba a estar. Darcy sintió nauseas de tan solo imaginárselo ¿manipular y aprovecharse de una joven muchacha y dejarla sola sin enfrentar responsabilidades? Su sangre hervía cada que Casey le contaba más; pero lo que más la molestó, fue el hecho de que Marlon y Edith no la quisieron ayudar, siendo ella una de las empleadas más fieles y dedicadas a su trabajo.
—Ay, Casey... todo lo que me cuentas es terrible, ¿no hay manera de que ese idiota responda por su bebé? —dijo Darcy frunciendo sus cejas.